LOS ASCENSORES
23-08-10
Una vez escribimos que los ascensores son menos ascensores si no tienen espejo. Y es verdad.
Son indudables las ventajas de un espejo en un ascensor.
Si uno tiene una entrevista de trabajo, puede echar un último vistazo al nudo de la corbata, que en general no está en su sitio y deja ver, de forma poco elegante, el botón abrochado del cuello.
También uno puede comprobar si le ha quedado algún moquillo en la nariz o cerca, cuando uno un rato antes se ha estado hurgando en las napias durante la espera en los tediosos atascos de Madrid.
Es una verdad cartesiana que los hombres nos hurgamos las nariz como niños pequeños en los atascos o cuando esperamos a que el semáforo se ponga verde. Es una costumbre quizás poco conveniente, porque si no tienes un kleenex a mano, lo más probable es que el moco acabe pegado en el volante, haciendo la conducción más incómoda y más insegura, ya que te distrae. Es probable que esto conlleve multa y hasta te puedan quitar puntos. Tendremos que consultarlo por si acaso.
Y también es verdad que las mujeres, más finas y pulcras ellas, no se hurgan en sus preciosas naricillas, sino que aprovechan esos momentos en los que no tienen que conducir para retocarse el maquillaje o mirar cómo tienen el pelo, por centésima vez.
En un ascensor con espejo, uno puede espiar a alguno de sus compañeros de ascensor. Por ejemplo, a una tía que esté muy buena y que se le marcan bien las tetas de perfil. No somos muy expertos en sujetadores (sólo en quitarlos), pero hay mujeres que llevan unos sujetadores muy finos, y se les marca todo de forma deliciosa. Lo que no sabemos es si llevan esos sujetadores a propósito o no. Vamos a ser bien pensados, que los hombres siempre tendemos a pensar mal.
Un ascensor no sólo te sube, sino que también te baja, hecho, queridos lectores, en el que a lo mejor ustedes no habían reparado nunca. A nosotros nos costó un poco, porque nuestra idea primera de ascensor (idea innata, como las de Platón, que creemos que no llegó a tener la idea de ascensor, innata o no) era que sólo servía para subir. Pues no. Los ascensores también sirven para bajar.
Nuestros ascensores favoritos son los antiguos pero con la maquinaria nueva. Son ascensores que han sido renovados completamente, y seguro que por imperativo legal, y están en casas muy antiguas y nobles y caras, así como los del Barrio de Salamanca y ciertas zonas del Barrio de Chamberí cercanas a la Castellana, en Madrid, por supuesto, no en provincias. En provincias suponemos que también existen los ascensores.
Son ascensores al descubierto, porque el hueco por donde circula el ascensor no es cerrado, sino que lo encajonan unas sólidas rejillas. Así uno puede ver cómo va subiendo a cada piso, y no como estos ascensores modernos de los rascacielos tipo Torre Picasso, que ni te enteras del movimiento y del viaje en ascensor, tan silenciosos y rápidos son. Eso no mola. Uno se aburre.
Estos viejos pero seguros ascensores, no tienen puertas automáticas. Hay que abrirlas, y hacen un agradable sonido al manipularlas. Por dentro, son todos de madera noble, caoba así. Y nuestros favoritos tienen hasta una banqueta forrada de terciopelo rojo. Si estamos solos, y para no hacer demasiado el ridículo, nos sentamos en esas banquetas para ver lo cómodas que son, y aunque nuestro destino sea el cercano primer piso.
Estas banquetas también son protagonistas de algunas de nuestras escasas e inocentes fantasías sexuales, ya que nos imaginamos que una desconocida nos pide que le echemos un polvo de urgencia, que ha tenido un antojo. Entonces le preguntamos que si quiere el polvo rápido o lento, porque nosotros somos muy flexibles y muy obsequiosos y atentos con las mujeres, sobre todo si están buenas y no hablan demasiado. En general las mujeres prefieren los polvos lentos, porque si no, no se enteran de nada, y eso les frustra y les cabrea. Como por muchos pisos que tenga el edificio no hay suficiente tiempo para un polvo lento y como es debido, entonces imaginamos que bloqueamos el ascensor a la mitad del recorrido, y así podemos echar un polvo sin agobio ni premuras. Imprescindible que la imaginada desconocida lleve falda, porque si no es más complicado.
Ya hemos visto que los ascensores no sólo sirven para subir, sino también para bajar. Además, son adecuados para otras interesantes y entretenidas actividades.
Un ascensor sin espejo y banqueta, es mucho menos ascensor. Es una mierda.