EL MISTERIO DEL BIGOTE INVISIBLE
06-07-09
Igual que en una novela o película de misterio o de suspense, hemos asistido a un enigma indescifrable, y hemos quedado estupecactus o como se diga: ayer vimos a Aznar en la tele, y no le vimos el bigote.
Aznar sin bigote no es Aznar. Igual que tampoco es igual de alto si se quitara las alzas secretas de sus zapatos. Siempre nos ha sorprendido que nadie desvelara el secreto de la artificial estatura de Aznar. Nosotros conocíamos el secreto, porque resulta que también nosotros llevamos alzas (por favor, discreción con este asunto, porque nuestra mujer todavía no lo sabe. Por eso siempre le ha extrañado que nunca nos quitemos los zapatos delante de ella. Sólo para dormir y en posición horizontal, que así se nota menos nuestra verdadera estatura. No le vayamos a quitar la ilusión a la pobre, por favor). Nosotros, Aznar y Sarkozy tenemos el mismo zapatero. Los zapateros pueden ser muy habladores y cotillas, sobre todo si cuando les vas a visitar para que te tome medidas, le regalas un par de botellas de Muga crianza y te invitan a compartirlas contigo. Después de la primera botella, ya no hay chisme o cotilleo que nuestro zapatero no nos cuente.
Aznar ha cambiado. No sabemos si ha hecho un pacto con el diablo, o la mejor él mismo es una sucursal, una franquicia del diablo. El diablo también da franquicias. Es que ahora el negocio de las franquicias está muy de moda.
Una vez que ha dejado la política activa (por el bien de España, de la humanidad y hasta de los linces ibéricos que estaban en vías de extinción y ya se van recuperando), ahora se ocupa de sí mismo. Ha adelgazado, ya no se pone esa gomina que le daba una aire de mafioso siciliano de tres al cuarto (Don Vito Corleone nunca se puso gomina. Todavía hay clases), y luce una melena de león moreno, pequeño pero matón, sin rastro de una cana. Lo de canas es muy sospechoso. Y una leche que Aznar no tiene canas. Lo que ocurre que, oh gran vanidoso y narciso, se las tiñe de la manera más perfecta. Ahora resulta que el matón de barrio que era Aznar, se nos ha convertido en un metrosexual de pro y en un vigoréxico, que viene de vigorexia, que significa abuso u obsesión por el ejercicio físico o deportes, joder, que tenemos que explicar todo. A ver si leemos más, lectores, además de nuestras ya imprescindibles columnas.
En definitiva, y gracias a ese pacto diabólico (de hecho, el mismísimo diablo está acojonado con ese pacto, y le tiene miedo a Aznar), nuestro eximio ex presidente de toda la nación, incluido ese peñasco con cabras que es el islote del Perejil, parece como más joven y como más guapo. O él se cree eso, ya que la mente humana puede ser muy fantasiosa.
Ya hemos dicho que está mucho más delgado, que deja su leonina melena al viento, se pone ropa de pijo pero de pijo joven y teóricamente sigue son su bigote. Decimos que teóricamente, porque casi no se lo vemos. Por qué no se lo podemos ver, al menos en la tele? Porque Aznar, voluntariamente, no se tiñe el bigote. Su ya famoso y amenazante bigote está todo encanecido. No creemos que se haya quedado calvo de bigote, teniendo tal melena. Nosotros conocemos muchos calvos y les sigue creciendo la barba y el bigote y se tienen que afeitar igual. Hemos pensado mucho sobre este importante asunto. Descartamos que sea un descuido, porque lo metrosexuales son tan vanidosos que sería imposible. Por otro lado, pensamos que si no se tiñe el bigote pero sí la leonina melena, nos está dando a entender claramente que se tiñe la melena. Estamos un poco desconcertados, la verdad, y como en la buenas novelas de suspense, no nos podemos imaginar el final.
No esperen ustedes que hoy podamos resolver el misterio del bigote invisible o, mejor, el no bigote de Aznar. Tendremos que seguir indagando, y a lo mejor rascarnos un poco más nuestros bolsillos, y regalarle dos botellas de Vega Sicilia a nuestro común zapatero en nuestra próxima visita.
Joder: pues sí que no va a salir caro resolver el misterio del no bigote. Tanta vocación de Agatha Christie no tenemos. Nos parece que vamos a dejarnos de hacernos los detectives.
Y una leche vamos a gastarnos nosotros dinero por algo relacionado con Aznar. Lo que daríamos es dinero por no volver a ver nunca ni su melena ni su no bigote.