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Esto lo cambia todo

 

El siglo XXI, cada vez más complejo, viene arrastrando serios problemas que se originaron tiempo atrás y a los cuales no se les ha dado aún solución o alivio.

Dentro de esos problemas destacan tres primordiales y que causalmente están íntimamente ligados: la desigualdad económica, las crisis financieras recurrentes y el cambio climático. Para tener un buen pulso actualizado, como ayuda para digerir estos temas, recientemente se han publicado tres libros, muy completos, rigurosos en su metodología de investigación y, a la vez, razonablemente accesibles al lector no especializado.

Para el tema de la desigualdad está el libro del economista francés Thomas Piketty, “El Capital en el Siglo XXI”, donde hace una monumental recopilación de datos que datan desde finales del siglo XIX hasta nuestros días; para el tópico de las crisis financieras recurrentes, la obra del sociólogo estadunidense John Bellamy Foster, “The Endless Crisis”, desnuda el carácter eminentemente financiero hacia donde ha evolucionado el sistema económico, así como sus causas; y, finalmente, sobre la cuestión del cambio climático, el libro de Naomi Klein, “Esto lo Cambia Todo”, del cual quiero ocuparme haciendo algunos comentarios.

Naomi Klein, periodista-investigadora que colabora con editoriales para los diarios The Guardian y The Nation, presenta con crudeza evidencias de la realidad sobre el cambio climático - que aún muchas personas e instituciones niegan - y sus predecibles consecuencias en el mediano plazo.

La razón de que hay corrientes de opinión que acusan que el aumento de las temperaturas en el planeta es un mito, y que se exageran sus consecuencias, se debe a que están patrocinadas por intereses de las poderosas compañías petroleras y socios industriales y financieros. Por ejemplo, universidades y centros de investigación científicos que reciben fondeo de sustanciales recursos por parte de grandes corporaciones energéticas.

Klein, en cambio, se apoya en conclusiones de la mayoría de científicos e investigadores  en la materia - no ligados a intereses particulares - que exponen cómo el volumen de gases-invernadero que liberan las actividades económicas (básicamente el carbono y el metano), como el resultado de la quema de combustibles fósiles, ha aumentado de manera dramática en las últimas décadas y que presenta una correlación directa con el aumento de la temperatura media del planeta, y que de seguir con esta tendencia, un aumento posible de 2 a 4 grados centígrados traería consecuencias funestas generalizadas, en términos de deshielos, inundaciones, sequías y la irremediable migración de millones de personas en diversas naciones.

Su crítica va muy concentrada hacia la extracción de petróleo y gas convencionales y que los daños al medio ambiente se magnifican exponencialmente con la extracción en aguas profundas, la explotación de “tar sands” (arenas bituminosas) y el “fracking” (fracturación hidráulica del suelo), en forma de contaminación de océanos, acuíferos, ríos y suelos con sustancias tóxicas y la liberación de metano, un gas con efectos en la atmósfera más dañinos que el propio CO2.

En su libro, que le llevó cinco años elaborarlo, Klein realizó visitas a diferentes regiones del mundo para constatar, de forma presencial y de primera mano, los efectos negativos a la salud de las personas, de los animales y de cultivos agrícolas, así como la destrucción ambiental que las actividades extractivas han ido causando en lugares donde se instalan.

La recomendación que ella da sobre el desarrollo de fuentes de energía no convencionales – solar, eólica, geotérmica, etc. – es categórica y para tal efecto proporciona diversos ejemplos de comunidades en los países nórdicos y en Alemania con excelentes beneficios, demostrando que las alternativas energéticas son viables, pero que se fundamentan en la participación comunitaria a la hora de tomar decisiones que les afectan directamente y en la voluntad política de los gobernantes locales.

Un punto medular de su libro es que llega a la conclusión de que el sistema económico actual, que persigue el crecimiento de la producción a toda costa, no es sostenible en el mediano plazo, dado que el sistema ecológico que lo engloba es finito, además de su capacidad restringida para absorber desechos sin llegar a alterar el ciclo natural del mismo sistema físico. En ese punto, Klein se alía con una corriente creciente de investigadores y académicos que impulsan la idea de cambios radicales en la manera de desarrollar las actividades económicas, es decir, darle mayor impulso a la calidad de vida que a la cantidad de bienes materiales. Esto último requerirá de transformaciones drásticas en la forma que está organizado el sistema económico y que requieren ser puestas en marcha con premura, dada la amenaza del calentamiento global.

Igualmente, enfrenta a aquellas posturas que basan todas las esperanzas de una solución en los avances de la tecnología, pues por más que se logren soluciones innovadoras en el reciclaje de materiales, las condiciones de crecimiento del mismo sistema conlleva a seguir extrayendo nuevos recursos del medio natural (primera ley termodinámica: los recursos no se crean de la nada, ni se destruyen, sino que se transforman).

Sin embargo, a pesar de que el libro invita a reflexionar y a cambiar en la forma de producir y de consumir, no señala con nitidez qué caminos se pueden seguir (excepto en comunidades pequeñas, donde es rápidamente viable aplicar soluciones sustentables y autónomas), dados los obstáculos que presentan los grandes jugadores industriales-financieros y dadas las exigencias de los países emergentes en seguir los pasos de desarrollo de las naciones avanzadas. Aquí en este punto habría que recurrir a otras obras que han explorado más a fondo la concepción de una economía estable (“steady state economics”, como lo propone por ejemplo Herman Daly, uno de sus principales ideólogos).

El mérito del libro es que logra despertar conciencias e invita a debatir temas que tienen que ver, no sólo con la viabilidad del sistema económico que nos rige, sino con la misma supervivencia de la civilización y de las especies. Oportunamente, la encíclica papal Laudato Si” (Alabado seas), va en la misma línea que persigue el libro de Klein y que también se une a una corriente creciente de organizaciones civiles no gubernamentales en todo el mundo que claman por una serie de transformaciones económico-sociales urgentes.

Un libro digno de tomarse muy en serio, a pesar de sus detractores.

 

Rafael Isás R.

Junio 20, 2015

 

 

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