Del latín "conócete a tí mismo". Imprescindible para ganar en los mercados.
No pretendas encontrar excelencias fuera si ignoras las de tu propia casa. Hasta los griegos y romanos sometían a sus discípulos a esta pregunta: "¿Quién soy yo?".
Uno no sabe quién es si no se somete a pruebas mayores difíciles de sobrellevar.
Si no sabes quién eres, no sabes dónde vas, y cualquier camino te vale hasta encontrarte con la nada, con el vacío.
Esta carencia hace perder en los mercados y en la vida. Lleno de avaricia, uno se olvida de quién es y qué quiere.
No hay indagación del "yo". Conócete a tí mismo y ganarás. ¿Cómo?, pregúntate, ¿quién soy yo?. Para contestarte, no acudas a tu imagen, si eres joven o viejo, guapo o feo. ¿Quién soy yo?, no acudas para contestarte a datos como tu edad, tu profesión, tu ciudad. ¿Quién soy yo?, no acudas a creencias, sean políticas, ociosas o deportivas.
Este será tu primer paso. No eres tu cuerpo, éste envejece. Tu ego siempre sigue igual, no cambia. El resto evoluciona.
¿Te has parado a pensar en ello?. Ese es el motivo de tu derrota. Tu ego, tu ceguera, tu no profundización en tí mismo.
A partir de ahí te aseguro que se produce un punto de inflexión. Sabes quien eres y como sabes quien eres, sabes lo que quieres. Haces lo que quieres, te gusta lo que haces y haces lo que debes. De ahí la conciencia tranquila.
Por cierto, te darás cuenta de que aquí estás para ser y hacer. Eso es lo único que es permanente. Lo de estar y el tener es impermanente. De nada vale estar en un sitio y tener cosas si no sabes ni lo que eres ni lo que haces.