Con los políticos europeos carentes de ideas coherentes sobre cómo resolver el problema de la deuda soberana y la crisis bancaria, y con Grecia en el punto de ser forzada a salir de la zona del euro, no es de extrañar que cualquier persona con cualquier tipo de exposición a la moneda única está haciendo algo al respecto.
El debate de ayer en la cena íntima en Bruselas entre los líderes europeos, simplemente giró alrededor de la misma vieja política de callejón sin salida que, en esta última etapa en la crisis, hizo que toda la conversación fuera completamente superfluo. Por otra parte, altos funcionarios de los ministerios de finanzas de toda la zona del euro tuvieron una conferencia telefónica el lunes para discutir los arreglos de contingencia en caso de salida de Grecia de la moneda única. Para agregar a las tensiones latentes dentro de Europa, el Bundesbank arremetió contra cualquier sugerencia de que los términos del plan de rescate de Grecia deberían relajarse en modo alguno. Los malos datos de esta mañana del PMI de Alemania y Francia simplemente perpetúan la negatividad.
Claramente, la confianza en el euro, sus políticos y su estructura está debilitada. En el transcurso de este mes, todo tipo de gestores - ya se trate de fondos de pensiones, las instituciones, los fondos soberanos o de individuos de alto patrimonio neto, han estado tomando medidas evasivas a través de venta de euros, reduciendo aún más la exposición a los bonos del sur de Europa y comprando bonos de los países del norte u otros considerados como refugio (bonos gilts del Reino Unido, los bonos del Tesoro estadounidense, los suizos), reduciendo aún más la exposición a la renta variable europea del sur y moviendo los capitales desde bancos europeos del sur al norte de Europa o a Londres. Esta capitulación del euro probablemente todavía tenga muchos capítulos, aunque sólo sea porque si Grecia saliera del euro, es probable que los depositantes en el sur acelerarían sus esfuerzos para sacar los depósitos de los bancos locales.
Una interpretación de lo que está sucediendo es que la riqueza del sur de Europa está siendo rápidamente trasladada hacia climas más seguros, tales como Berlín, Londres y Nueva York. Por el momento, temiendo lo peor para Europa es probablemente la decisión correcta.
Los líderes europeos han agotado las ideas, se han quedado sin dinero y se le está acabando el tiempo.