No es particularmente tranquilizador en un momento de frágil confianza en el Mercado la pelea del FMI con el BCE. Lagarde ayer puntualizaba que los acreedores públicos deben participar en la reestructuración de la deuda griega si la contribución del sector privado no fuera suficiente. El BCE continúa firmemente contrario a cualquier reestructuración de su deuda, la cual afirma haber adquirido por motivos puramente de política monetaria ( y más concretamente para corregir la ineficacia de los políticos europeos a la hora de acordar un pacto con la suficiente urgencia que hiciera frente a los problemas de deuda griegos). A lo largo del día el FMI intentó puntualizar los comentarios de Lagarde sugiriendo que, en realidad, el FMI “no tiene ningún punto de vista sobre la contribución relativa de la participación del sector privado y el apoyo del sector oficial ", pero para entonces ya era tarde. Claramente el FMI siente que el BCE tiene que asumir una parte de las pérdidas.
En la última declaración del FMI sobre la sostenibilidad de la deuda griega fue aparente su creciente preocupación. Esto ayuda a comprender las declaraciones de Lagarde que apuntaba que el BCE debería ayudar. Siguiendo la línea del FMI, el Kiel Institute publicó un informe en el que establecía que la deuda griega continuará siendo insoportablemente elevada incluso con la participación de los acreedores del sector público. Por su parte, los tenedores de bonos privados han recibido con los brazos abiertos la intervención del FMI - el martes, Charles Dallara, del IIF, opinaba que ambos, tenedores de bonos públicos y privados, deberían compartir las cargas. Sobre una deuda de EUR 350bln el sector privado tiene alrededor del 60%. Incluso la OCDE avala la propuesta que contempla que el BCE asuma parte de las pérdidas.
El BCE estará furioso con las declaraciones del FMI. Dos ex miembros del Consejo de Gobierno, Weber y Stark, resignaron porque fundamentalmente estaban en desacuerdo con el programa de compras de Bonos y no hay duda de que otros miembros del BCE están incómodos con dicha política. Comprar los bonos de estados Europeos era algo que el BCE claramente no quería hacer pero que se vio forzado a realizar para preservar la estabilidad de mercado. Los políticos alemanes salieron al paso rápidamente para descartar las sugerencias del FMI con Michael Meister del CDU diciendo que no podría “ imaginar a los políticos europeos permitiendo a terceras partes reclamar indecentemente a nuestro banco central”
Podemos intuir que las declaraciones de Lagarde han generado furia en Frankfurt.