De las lecturas de las numerosas declaraciones de Standard and Poors al final de la semana pasada, se desprenden dos puntos interesantes que resaltan y ayudan a poner en contexto, a nivel macro, la decisión de rebajar la calificación de los 16 miembros de la UE de una sola vez. Ambas han sido estudiadas en el pasado como una contribución al estancamiento actual y reflejan las deficiencias en las instituciones y la comprensión a nivel de toda la UE.
El primero es el reconocimiento por parte de Standard and Poor de que "el acuerdo se basa en sólo un reconocimiento parcial de la fuente causante de la crisis". Esto se basa en la idea de que va más allá de "despilfarro fiscal", ya que, de igual modo, es debida a los crecientes desequilibrios externos y a la ampliación de las brechas de competitividad entre los estados miembros. Yo, probablemente, no estaría tan de acuerdo con la afirmación de que la UE no ha reconocido el problema de que los desequilibrios son cada vez mayores y que de haber tomado varias medidas para reforzar la vigilancia esto no hubiera sucedido. Pero, al haber construido tal brecha de competitividad, las soluciones están fuera de la UE, es decir en manos de la devaluación o la deflación o la quiebra, o por lo menos aquellas que pueden ser sancionados oficialmente.
Esto es debido al hecho de que únicamente ha habido un reconocimiento parcial de las deficiencias de las soluciones previas. El pacto fiscal que fue acordado ajusta el pacto de estabilidad y el crecimiento fijado al inicio de la eurozona que ha sido un fracaso en todos los sentidos. Incluso, no hay ningún elemento de reconocimiento o que tome en cuenta la sostenibilidad de la deuda en el marco límite de la deuda en el 60%. La lección es que el camino hacia una solución es mucho más duro si no reconoces y entiendes el problema.
El segundo punto que S&P recalca es que “La efectividad… del proceso de elaboración de políticas europeas y que las instituciones políticas no han sido tan fuertes como pensábamos que debieran”. En este punto los argumentos de S&P son de peso, como habíamos indicado el año pasado. La estructuras fundamentales de la UE están diseñadas para periodos de estabilidad, con las Instituciones aportando ligeras indicaciones en términos de liderazgo sobre unos países que deciden ellos mismos. No están construidas para estas fuertes tormentas en las que se ha encontrado la UE y no pueden proporcionar el liderazgo y la capacidad de decisión a nivel de eurozona que se requiere.
El otro factor común que merece ser resaltado es la creciente frustración con los políticos expresada por la Agencias de Rating- no sólo S&P y no únicamente con Europa. Fue evidente con la rebaja de la triple A de EEUU el año pasado. Sin duda las tensiones se intensificarán a lo largo de este año, pero la peor cosa que los políticos podrían hacer es dirigir su ira hacia las Agencias. En relación a las cuestiones macro- para la eurozona- S&P únicamente está señalando las deficiencias presentes durante años que ahora están en un primer plano.