Tal y como están las cosas en este momento los principales beneficiados de la cumbre europea de principios de mes parece que vayan a ser los abogados, traductores y los ebanistas que hacen mesas para 26 o 27. Esto no son buenas noticias. Efectivamente, llega en un momento en el que las agencias de rating siguen de cerca y con frustración el proceso político y cómo puede éste afectar a las perspectivas presupuestarias en el largo plazo. Los acontecimientos indican que las cosas tenderán a empeorar en este frente.
Ahora mismo, el camino al que parece encaminarse la UE es uno basado en la fijación de un número de instituciones paralelo, ya sea trabajando junto o en paralelo con las instituciones actuales, para monitorizar las políticas fiscales. Parece que Francia aboga por esta solución, en otras palabras un nuevo acuerdo inter gubernamental que no requiera un nuevo tratado de la UE.
Es notable que ,en relación con la rebaja de rating de EEUU y los avisos de S&P a Europa, el proceso político sea un factor determinante en el punto de vista, en la percepción de los riesgos. Para Europa esta es una asunción válida. Asimismo, son las instituciones mal equipadas y con sobrecarga las que han contribuido a este enfoque fragmentado para solventar la crisis. La cumbre europea ha creado un monstruo político e institucional, unido a la ineficacia mostrado en el diseño de la unión fiscal, que pueda que sea del agrado de abogados y traductores pero no del Mercado.