Dicen que la historia siempre se repite, y más en los mercados financieros. La forma en la que se están comportando los inversores recuerda a lo sucedido cuando la crisis comenzó a mostrar su cara más feroz en 2008. Jugar al juego de la confianza y acabar perdiendo tras haber provocado a los árbitros, que son los mismo inversores, tiene sus consecuencias.
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