Al gobierno le ha costao reconocerlo pero al final se han visto obligados. Oficialmente la economía española ya está en deflación, por lo que el empobrecimiento del país va a ser acojonante. La deflación es la caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía (todo se vuelve mucho mas barato). Es el movimiento contrario a la inflación (subida del precio de todos los artículos).
Esta situación económica en que los precios disminuyen es producida por una falta de demanda, y es mucho más maligna, y temida por los empresarios que la inflación. Y vosotros direis, ¿por qué va a ser malo que el precio de todo baje?
La deflación puede desencadenar un círculo vicioso: los comerciantes tienen que vender sus productos para cubrir al menos sus costes fijos (entendiendo que el precio ya no alcanza para pagar los costes variables), por lo que bajan los precios. Con precios bajando de forma generalizada, la demanda disminuye más, porque los consumidores entienden que no merece la pena comprar si mañana todo será todavía más barato. En la inflación, sin embargo, ocurre todo lo contrario, dado que los consumidores prefieren comprar antes los bienes de larga duración, para anticiparse a subidas de precios.
Dado este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo. Así pues el dinero no circula, se queda guardado en los bancos o debajo del colchón de la abuela.
Al final, la economía se derrumba dado que los consumidores no consumen y la industria no encuentra salida a sus productos en los mercados, por lo que sólo consigue pérdidas. ¿Consecuencia? Despido de trabajadores, por lo que el empobrecimiento se agrava y volvemos de nuevo al principio.
Las soluciones a la deflación corroboran el refrán de que es peor el remedio que la enfermedad:
1. Políticas monetarias: la primera forma de luchar contra la deflación es bajar el precio del dinero. Esto equivaldría a poner más dinero en circulación (los tipos de interés son más baratos, y compensa endeudarse) y la gente tendería a consumir más a base de préstamos. Pero teniendo en cuenta que hemos llegado a esta crisis por culpa del endeudamiento, como que no me convence.2. Políticas fiscales: aumento del gasto público, reducción de impuesto... En definitiva, vaciar las arcas del Estado, que ya de por sí no están para muchas alegrías. Obviamente, eso de tener un Estado pobre tampoco es muy alentador.
Con todo esto, ¿qué nos queda? Pues nada, o nos cortamos las venas o nos las dejamos largas. La agonía será la misma. Aunque yo me inclino mas por abandonar el euro, moneda maldita, e inventarnos una neopeseta o un hispanoeuro solo válido en Egspañistán.