El matemático alemán David Hilbert(1862-1943) recibió un día en su casa a un profesor recién llegado a la universidad de Gotinga. Después de presentarse, el joven profesor se quitó el sombrero y se sentó. Al cabo de unos minutos de conversación, Hilbert, distraído probablemente con algún problema matemático, decidió que la visita ya había durado lo suficiente, poniéndose el sombrero de su invitado, se despidió cortésmente y se fue.
¿Qué cara debió quedarle al visitante?
Hilbert podría haberse quedado horas y meses aguantando el tostón, pero puso cartas en el asunto y en cierto sentido vendió sus acciones de un mercado lateral bajista, había poco que ganar, mucho que perder, parece tan fácil y tan evidente que solo queda hablar de la teoría de la opinión contraria ( que si lo piensas no tiene sentido ninguno).
Por cierto, Hilbert dijo que había sido un despiste, claro.
¿Qué cara debió quedarle al visitante?
Hilbert podría haberse quedado horas y meses aguantando el tostón, pero puso cartas en el asunto y en cierto sentido vendió sus acciones de un mercado lateral bajista, había poco que ganar, mucho que perder, parece tan fácil y tan evidente que solo queda hablar de la teoría de la opinión contraria ( que si lo piensas no tiene sentido ninguno).
Por cierto, Hilbert dijo que había sido un despiste, claro.