El análisis bursátil pretende obtener información de los mercados mediante el estudio de su comportamiento y de los agentes que intervienen. El objetivo de esto es intentar disponer que nos resulte útil para realizar nuestras inversiones y sortear situaciones de incertidumbre.
Es evidente, que realizar un análisis bursátil no nos va a asegurar beneficios a corto plazo, pero en el medio y largo si trabajamos correctamente es muy probable que obtengamos rendimientos positivos. Los mercados financieros no están hechos para hacernos millonarios, pero si los contemplamos como una fuente de ingresos adicional a nuestros ingresos es una alternativa a tener muy en cuenta.
Este análisis tiene dos corrientes principales que son el análisis técnico y el análisis fundamental. Siempre que aparece este tema ha habido una gran controversia, ya que cada inversor debía posicionarse en uno de estos dos análisis como su fuente de estudio e intentar criticar fieramente el otro. Actualmente parece que ha surgido un matiz gris entre estas dos ramas, una pequeña tregua que combina ambos análisis.
Definir análisis fundamental es algo complicado debido a su amplitud, para mi es la búsqueda del valor intrínseco del objeto de estudio indiferentemente del precio marcado por los mercados. De esta forma hemos de buscar activos con un valor superior al precio que ostentan, dicho así parece muy sencillo pero hemos de ser conscientes que en este proceso intervienen muchas variables como puede ser valoración empresarial, contabilidad, análisis de ratios bursátiles (PER, rentabilidad por dividendo, cash flow, valor contable, ROA, ROE, flujo de fondos…) y microeconomía entre otras. Está considerado como un método de inversión a largo plazo.
El análisis técnico por el contrario se basa en el estudio de la cotización histórica, para obtener patrones de conducta que puedan servir de ayuda para predecir movimientos futuros. Para hacer esto es necesario realizar el análisis gráfico (Chartista), acompañado del volumen, de una serie de indicadores y osciladores que complementan la información histórica del precio. Se considera como un método a corto plazo.
El primer paso, antes de comenzar a realizar un correcto análisis, es utilizar la macroeconomía para analizar el entorno, esta será la indicada para decirnos “donde” hemos de invertir. Es decir, en que economía, zona geográfica o sector.
Una vez tenemos donde hemos de focalizarnos, hay que utilizar el análisis fundamental para buscar “en que” invertimos. Finalmente para complementar nuestra decisión, utilizamos el análisis técnico para ayudarnos a escoger el “timing”.
Hasta aquí seria el análisis bursátil tradicional, hay una nueva corriente que empezó a coger algo más de fuerza a partir del 2002 cuando a Daniel Kahneman le concedieron el premio Nobel de economía por sus conclusiones sobre las finanzas conductuales.
Lo que nos enseña Kahneman es que no solo competimos contra el mercado sino contra nosotros mismos. Nuestros conocimientos del mercado se ven afectados por las emociones que juegan un papel muy importante en la toma de decisiones. En su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, (del que recomiendo su lectura) nos describe varios sesgos como: el efecto anclaje, el efecto halo, reversión a la media, ley de los pequeños números, etc.
Es importante combinar los conocimientos bursátiles tradicionales con los de finanzas conductuales ya que la racionalidad del análisis pierde vigencia ante los vaivenes del mercado.
Fuente: Fundspeople