Sí, quedan 98 días para las elecciones generales. Hasta ahora, ni una propuesta contundente, seria y potencialmente eficaz por parte de
ninguno de los llamados partidos mayoritarios.

Estamos inmersos en una crisis descomunal, provocada por la llamada economía financiera que ha descapitalizado naciones, empresas y familias. Todos endeudados “hasta las cejas”.
La otra, la economía real por los suelos. En nuestro país, el paro o desempleo en cotas históricas y sin visos de una recuperación pronta y eficaz. Un auténtico drama para muchas, demasiadas, familias. Pero parece que lo único que se les ocurre a nuestros candidatos son frases y soluciones grandilocuentes. Vacuas y sin ningún contenido. Parece que lo único que les preocupa es seguir o alcanzar el poder otros cuatro años, a la espera de que las soluciones nos vengan de fuera. Y no es así.
Veamos. En nuestro país dos han sido las causas de la crisis:
Corregir estos dos factores tan negativos, nos llevarían a una recuperación sostenible y sostenida.
¿Cómo se pueden corregir estos dos factores?
El primero, que ha sido un encarecimiento brutal de la vivienda, que ha lastrado las economías familiares, se podría resolver estableciendo un
sistema de renting para la adquisición de viviendas, al igual que existe en otros bienes duraderos, como los vehículos. Establecer un renting de 15 ó 20 años, con una entrada mínima y unas cuotas reducidas y ajustadas, para posteriormente con la cuota final proceder a la devolución o la adquisición definitiva de la vivienda. Este sistema permitiría aceptar los precios actuales y que no se produjera una verdadera hecatombe en el sector. ¡Qué se puede producir! A su vez los bancos mejorarían sus balances y su capacidad de crédito.

La segunda cuestión, relativa al brutal endeudamiento, requeriría de una legislación clara y precisa que limitase el endeudamiento de todos.
Administraciones Públicas, empresas y familias. No dejar solo en consideración de los bancos u otros inversores, la capacidad de endeudamiento de un estado, una autonomía, un ayuntamiento, una empresa, una familia o una persona. A su vez, habría que establecer y exigir un plan de amortización de las deudas contraídas con unos plazos determinados y ajustados, para devolver el equilibrio al sistema.

Con estas dos cuestiones, se mejoraría mucho la visibilidad futura de la economía.
Si además se establece una normativa que regule y compatibilice, salarios y beneficios, con una imposición fiscal adecuada, se podría decir: ¿crisis, qué crisis?