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Hay desescalada, pero ¿ha cambiado Trump de verdad el rumbo?

El sábado por la tarde, tras su, en principio, exitosa gira por Oriente Medio, Donald Trump arremetió contra la cadena minorista americana Walmart, que en su presentación de los resultados trimestrales había dicho que puede plantearse subir los precios a causa de los aranceles, debido a que la cadena trabaja con márgenes muy bajos, que le dificultan absorber el impacto de los aranceles. Esa sugerencia enfureció tanto a Trump que le llevó a escribir en su red social Truth que WalMart tendrá que “comerse” los aranceles (“eat the tariffs”) añadiendo, en tono amenazante, que él estará observando si lo hace o no.

Aunque no deja de ser una anécdota, igual que lo es su desprecio hacia los equipos negociadores que buscan un acuerdo de paz en Ucrania, al afirmar que solo una reunión personal entre él y Putin puede poner fin a la guerra, esa nueva muestra de arrogancia de Trump refleja una forma de entender la economía y la dirección de la economía que no se corresponde con la libertad de empresa y con la libertad de mercado, que son dos de los pilares que han hecho grande a la economía norteamericana. Y eso nos lleva a preguntarnos si verdaderamente ha habido o no un auténtico cambio de rumbo en el “trumpismo” tras la decisión del 9 de abril de dar marcha atrás en la guerra de aranceles.  

Las bolsas parecen pensar que sí se ha producido un cambio en las políticas de Tump y que ese cambio va en la dirección adecuada. Los principales índices bursátiles norteamericanos y europeos han subido un 20% o más desde los mínimos del 8 de abril, y esta última semana hemos visto cómo, tras el anuncio de que las conversaciones de Ginebra entre China y Estados Unidos abren la posibilidad de un acuerdo arancelario entre ambos, el S&P ha subido un 5,3%, el Nasdaq un 7,15% y el Dow Jones un 3,4%.

Esta fuerte subida semanal de los índices norteamericanos ha ayudado también a los índices europeos, haciendo buena la idea que comentábamos la semana pasada de que la dirección de las bolsas europeas está necesariamente alineada con la de las norteamericanas, y recordándonos que pensar, como hacen algunos analistas, en una subida continuada de las bolsas europeas si no se unen las de Estados Unidos, es bastante ilusorio. Lo que hemos visto esta semana es que, de nuevo, el liderazgo lo han tenido las grandes tecnológicas americanas. Microsoft ha subido un 3,5% en la semana, Apple un 6,4%, Alphabet un 8,4%, Meta un 8,1% Amazon un 6,5%, Netflix un 4,5% (acumula ya un 45% en un mes), Nvidia un 16,1%, y Tesla +17,3%. 

Son subidas semanales espectaculares, que dejan muy pequeñas a las de los índices europeos (Eurostoxx + 2,2% Dax +1,1%, incluso a la del Ibex, del 3,8%) y que nos recuerdan, por si alguien lo había olvidado, que, como decíamos, el impulso último de las bolsas sigue estando en las grandes tecnológicas norteamericanas. 

En el poco más de un mes transcurrido desde el 9 de abril hemos visto uno de los giros al alza más espectaculares de las bolsas en las últimas décadas. De hecho, desde 1970, solo en cinco ocasiones hemos podido ver una subida tan rápida e intensa en el S&P como la que hemos visto en las últimas veinticinco sesiones. Esa subida ha provocado, como es lógico, el consiguiente e igualmente espectacular desplome del llamado índice del miedo, el VIX, que mide la volatilidad del S&P, un índice que ha pasado en tan solo un mes de los niveles de pánico del 4 de abril, superiores a los 65 puntos, a los niveles de absoluta tranquilidad a los que cerró el pasado viernes. Como decíamos, se cuentan con los dedos de una mano las ocasiones en las que se han producido movimientos tan extremos y tan rápidos en las últimas décadas. 

La desescalada en la guerra comercial, los buenos resultados empresariales del primer trimestre que se han ido publicando, la moderación en los precios del petróleo y los buenos datos de inflación han ayudado a ese giro alcista del S&P, pero la pregunta es: ¿a partir de ahora qué? ¿Van a romper las bolsas sus máximos históricos, como ya lo ha hecho, por ejemplo, el Dax alemán? La respuesta a esa pregunta depende mucho de lo que hagan las grandes tecnológicas americanas y las compañías de defensa europeas, sobre todo alemanas, que son las que han tirado de los índices hacia arriba, con revalorizaciones tan espectaculares desde que empezó el año como el 180% que ha subido Rheinmetall, el 112% que ha subido la también alemana Hensoldt, o el 82% que sube Indra.

A nivel macroeconómico es cierto que la decisión de Trump de dar marcha atrás el 9 de abril evitó el colapso del comercio global, un colapso que habría tenido consecuencias catastróficas para todos, incluido Estados Unidos, y en ese sentido es comprensible el “rally de alivio” de estas últimas semanas. Pero no es menos cierto que un mundo de aranceles al 10% para todos y al 30% para China es un mundo en el que habrá contracción del comercio internacional y a esa contracción se unirá la que provocará un menor consumo y un menor gasto público si se desea arreglar el problema de la deuda pública desbocada. Ese escenario de contracción, aunque no se entre en recesión o en estanflación, no parece compatible con un escenario de subida libre en las bolsas.

Tal vez eso es lo que ha pesado en la rebaja de la calificación crediticia que la agencia Moody’s ha hecho a Estados Unidos, algo que en otros momentos habría provocado una fuerte sacudida en las bolsas y en los bonos, como sucedió en el verano de 2011, pero que ahora ha pasado casi desapercibido en medio de la euforia por la desescalada comercial.  

Dada la cercanía de los 6.000 puntos del S&P y dada la afición de Wall Street por los números redondos, es probable que esta semana veamos nuevas alzas e incluso que veamos (¿por qué no?) una vuelta a los máximos históricos. De hecho, Goldman Sachs ha subido hace unos días su previsión del S&P a un año hasta los 6.500 puntos. Pero este tipo de euforias no nos suelen gustar, sobre todo cuando el optimismo reinante no casa bien con la realidad económica. Y la realidad económica es que se ha evitado un colapso global, pero siguen los riesgos y sobre todo sigue el sesgo contractivo en las economías norteamericana y europeas y también en la japonesa, como muestra la caída del PIB de Japón en el primer trimestre, que se publicó el pasado viernes, debida en gran parte al descenso de las exportaciones. 

Esta semana hay pocas noticias macroeconómicas y pocos resultados empresariales, aunque algunos de ellos como los de Home Depot, Target o Lowe’s son interesantes, al darnos pistas sobre el estado de ánimo del consumidor americano, y también lo son las de Palo Alto. La atención seguirá puesta en las negociaciones comerciales y en lo que haga o diga Trump. Aun a riesgo de equivocarnos, y aun sabiendo que a corto plazo lo normal es que continúen las subidas, recomendaríamos cautela.


Artículo escrito por Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco.

 
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