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Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

84 respuestas
Diego Cañamero en "El Gato al Agua"
Diego Cañamero en "El Gato al Agua"
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#73

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

yo no estoy en contra del medio de vida rural, pero en todas las zonas avanzadas, la población de las zonas rurales es la que es.

conozco el campo bastante, ya que insisto, se podría decir que soy de pueblo, pero para vivir de forma digna o minimamente holgada en el medio rural, has de ser poseedor de un mínimo de hectáreas.

otro problema totalmente distinto es que el expones, y es la excesiva concentración demográfica en España, concentración que se da en cuatro o cinco ciudades a lo sumo.

#74

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

cuando se cortó el grifo es cuando se produjo la crisis. el grifo se cerró por el estallido de las subprime USA, y a partir de ahí surgió la desconfianza crediticia: ninguna entidad prestaba a ninguna otra debido a que desconocían el nivel de exposición a las subprime. la banca alemana, altamente expuesta a las hipotecas usa, y con grandes préstamos a la banca española (obteniendo grandes beneficios de esta exposición), intenta recuperar su liquidez atacando el flanco mas débil: cierra el grifo a la banca española, y no sólo esto, consigue que merkel y la UE impongan condiciones a la perifería para que la deuda privada sea avalada por los estados y posteriormente, que los estados impongan los recortes suficientes para volver a dotar a la banca nórdica de la liquidez necesaria.

creo que este es el origen de la crisis de españa: romper la baraja con la que se estaba jugando para sacar una baraja nueva (trucada).

un ejemplo fácil a nivel micro.-
los recursos propios de una empresa han de ser los suficientes para financiar el activo fijo y una parte del circulante. el circulante está financiado mediante prestamos a corto/medio plazo concedidos por varias entidades bancarias. basta con que no se refinancien estos créditos del circulante para hacer quebrar la empresa, para incrementat la morosidad ancaria, el paro, el gasto público por desempleo, disminuir los ingresos estatales por menos irpf, menos cotizaciones sociales, menos iva, ...

Han roto la baraja en beneficio propio, y exigen que lo paguen los trabajadores, los parados, los pensionistas, los jubilados, los enfermos, los estudiantes, los incapacitados, ....

Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.

#75

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

la población rural es la que es debido a las "reglas" del mercado, que determinan que el jornalero de campo ha de ganar bastante menos que el obrero de ciudad. esta menor ganancia del jornalero se la apropian las grandes cadenas de distribución que funcionan en régimen de oligopolio.

¿que regla de mercado es la que determina que el que jornalero que recoge pimientos cobre bastante menos que el obrero/manipulador que envasa pimientos?. ¿que regla de mercado determina que el inversor agrícola gane bastante menos que el inversor en mercadona?. (que un kilo de pimientos se pague en origen 100 veces menos que el precio al que se vende al consumidor).

Creo que la única regla pausible es la Regla de la Arbitrariedad (o abuso, o robo).

saludos Falcata.

Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.

#76

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

El error sigue siendo la financiación.
En el ejemplo que pones, consideras que los prestamos de circulante son renovables automáticamente ?

Aquí esta el error, y con la deuda del estado pasa lo mismo, parecen que tienen que renovarlo a la fuerza.

Los prestamos tienen un vencimiento, y en esa fecha tiene que devolverse el principal.

Si después se quier renovar o no, ya es otra cuestión.

#78

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

No te molestes en destacar, en lo que deberían de incidir del mensaje de los verdaderos héroes humanistas a los que representan, y no en lo que los periodistas comprados y sus adláteres en el foro quieran destacar, porque al final los mensajes de unos y otros van, a los de sus propias audiencias y consumo sectario, que son minoritarias afortunadamente.

No se quiere conocer la realidad andaluza en realidad, sino por unos y por otros, querer demostrar quién es más radical.

Unos y otros en su enfrentamiento radical y sin sentido, al final solo produce que la gente razonable vea la necesidad de la moderación y no el conflicto, después de muchos comentarios con tópicos y estereotipos al uso.

No vas a poder evitar el uso del ahorro de neuronas, con los PREJUICIOS cognitivos y te has dejado robar tu lema, que al final han lanzado en contra tuya, los que cambian de opinión según la ocasión y no saben buscar causas o culpables hasta el final, que tengan el más mínimo sentido o coherencia.

En estos rifirafes radicales entre extremos, pretenden con el enfrentamiento desplazar a la moderación y por ello deberemos de estar atentos y no entrar en las manipulaciones de unos y otros, aunque es verdad que al que separa o intenta conciliar, le pueden dar por los dos lados.

Andalucía pasará de tener que estar a la defensiva siempre, a pasar a la ofensiva, pero no en lo que gente esperará, y las críticas ayudan a mejorar, aunque fastidien, mientras a unos y otros radicales, les basta con autoengañarse, y mientras unos "tienen la fama, otros cardan la lana", porque al final no se engaña a nadie, ya que las apariencias siempre engañan y el problema es de los que no saben, ni quieren buscar, ni las verdaderas causas, ni verdaderos culpables, sino solo vivir de apariencias.
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Derechas sin sensibilidad social

La aplicación por parte del Gobierno socialista de medidas económicas y sociales en respuesta a la crisis financiera y económica está afectando negativamente al bienestar de amplios sectores de la clase trabajadora. Entre estas medidas destacan la desregulación del mercado de trabajo, haciendo más fácil despedir a los trabajadores; la congelación de las pensiones; la reducción de los salarios de los trabajadores del sector público y los recortes del gasto público, incluido el social, con el consiguiente deterioro de los servicios públicos del Estado del bienestar –tales como sanidad, educación y servicios de ayuda a las familias, entre otros–. Esto explica que el Partido Popular, el mayor partido de la oposición, intente capitalizar el descontento creado por tales políticas entre amplios sectores de las clase trabajadora, presentándose como el auténtico “partido de los trabajadores”, expresión que su presidente, Mariano Rajoy, y sus colaboradores han utilizado en varias ocasiones. La última vez que lo hizo fue en el reciente congreso del Partido Popular Europeo, en Ciudad Real, en el que llegó a afirmar que “el Estado del bienestar lo inventaron conservadores y democristianos, no la izquierda”, y añadió que es “importante arrebatar a la izquierda la bandera de las políticas sociales, desmitificando tal compromiso del que las izquierdas presumen sin razón y sin resultados”.

Como estudioso del Estado del bienestar en España y en Europa, encuentro estas afirmaciones sorprendentes, pues toda la evidencia, fácilmente demostrable (véanse los volúmenes I, II y III de La situación social en España), prueba que la atribución de sensibilidad social a las fuerzas conservadoras y cristianas en general y al PP en particular, así como la definición de este como “partido de los trabajadores”, no se corresponde con la realidad en España. Veamos los datos.

Las fuerzas conservadoras y cristianas (que incluyen personalidades democristianas) que dominaron el régimen político dictatorial que gobernó España desde 1939 hasta 1978, fueron responsables de que España, cuando el dictador murió, fuera el país con mayor retraso social en Europa. El gasto público social en 1975 era sólo del 14% del PIB, el más bajo de la comunidad de países que más tarde pasaron a constituir la Europa de los 15, UE-15 (cuyo promedio era el 22% del PIB). En 1975, España era también el país con menos derechos sociales y laborales de Europa, tal como he documentado en mi libro El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias.
Más tarde, durante el periodo democrático, el periodo de Gobierno del Partido Popular (1996-2004) significó un retroceso de los avances que el Estado del bienestar español había tenido durante la época democrática de 1978-1996. El gobierno de José María Aznar fue responsable del retroceso en la tasa de crecimiento del gasto público social, lo que convirtió a España en el país de la UE-15 en que tal gasto (excluyendo seguros de desempleo) creció menos, con lo cual, el déficit de gasto público social per cápita entre España y el promedio de la UE-15 se disparó, pasando de 1.904 euros estandarizados (es decir, euros corregidos para hacer homologable su capacidad de compra en varios países) a 2.243 euros estandarizados. Tal aumento del déficit social de España fue consecuencia de las prioridades del Gobierno del PP, que, en su objetivo de cumplir con las exigencias del criterio de Maastricht (reducir el déficit del Estado a un 3% del PIB), redujo la tasa de crecimiento del gasto público social, transfiriendo fondos públicos de los sectores sociales a la corrección del déficit del presupuesto del Estado. La alternativa de reducir el déficit a base de aumentar los impuestos de los sectores pudientes ni siquiera fue considerada. Todo lo contrario, los impuestos bajaron y su regresividad aumentó (siguiendo las mismas políticas que Rajoy está proponiendo ahora), favoreciendo a las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo. De 1996 a 2004, las rentas del trabajo como porcentaje de la renta total descendieron, pasando de representar el 66% al 61%. Fue el descenso más acentuado (después de Alemania) de tales rentas del trabajo en la UE. Los beneficios empresariales aumentaron durante tal periodo un 73% (más del doble de la media de la UE-15, que fue de un 33%), mientras que los costes laborales crecieron sólo un 3,7% (cinco veces menos que en la UE-15, un 18%).

Rajoy ignora estos datos, mostrando como prueba de la sensibilidad social del PP el descenso del desempleo como resultado de la elevada creación de empleo, sin aclarar que ello se debió primordialmente a la burbuja inmobiliaria. El periodo 1996-2004 desperdició una oportunidad de cambiar el sistema productivo, un cambio que requiere una expansión muy notable del sector público, incluyendo el social. El Partido Popular, sin embargo, no aprovechó el elevado crecimiento económico para mejorar el Estado del bienestar español. En 1996, cuando se inició el mandato del PP, el PIB per cápita de España era el 79,8% del promedio de la UE-15, mientras que el gasto público social (que cubre todos los gastos del Estado del bienestar) era sólo un 64% del promedio de la UE-15. En 2004, cuando el mandato del PP terminó, el PIB per cápita era ya el 89,4% del promedio de la UE-15, mientras el gasto público social continuaba estancado en sólo un 65%. Es difícil concluir de estos datos que la tradición conservadora y cristiana haya sido la mayor sostenedora del Estado del bienestar en España y que el PP pueda presentarse como el partido de los trabajadores.

10 mar 2011
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Este artículo contrasta la enorme laxitud cuando no complicidad del Estado con los comportamientos especulativos de la banca (tanto en Estados Unidos como en España) con la enorme represión de los mismos Estados hacia cualquier amenaza que las estructuras de poder perciban en protesta de las crecientes desigualdades, caso particularmente acentuado en España. El artículo muestra la respuesta del Estado al hurto de productos por 400 euros en un supermercado, como predecible indicador de la gran inseguridad y temor que los establishments financieros, mediáticos y políticos españoles tienen hacia la expansión de tal agitación social.

La inseguridad del establishment español y su respuesta al hurto en un supermercado andaluz

El hecho de que tal hurto se hiciera por unos sindicalistas a fin de poder alimentar a unas familias en pobreza, sin recursos, alarmó enormemente al establishment español por su peligro de contagio, de manera que tanto el Fiscal del Estado como el Ministro del Interior intervinieron inmediatamente para penalizar a tales sindicalistas. Ello es una predecible respuesta que confirma el gran temor y justificada inseguridad que tiene la estructura de poder basada en unas enormes desigualdades, de las más elevadas existentes hoy entre los países de mayor desarrollo económico de la OCDE, siendo un país en el que coinciden las mayores fortunas del mundo (sí, del mundo) con sectores populares que viven en los mayores niveles de pobreza existentes en tal comunidad de países, de la OCDE. No es, pues, de extrañar, que España, como ocurre también en países con grandes desigualdades, tenga, junto a un Estado con escasa sensibilidad social, un Estado con gran desarrollo de sus aparatos represivos. Como he documentado en mi libro El Subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, España es el país de la UE-15 que tiene mayores desigualdades sociales y más policías por 10.000 habitantes y, a la vez, menos adultos trabajando en sanidad, educación, y servicios sociales.

El establishment español es consciente del nivel tan desigual de ingresos y rentas en España, donde tales recursos están altamente concentrados en sectores poblacionales muy minoritarios (dentro de los cuales hay los sectores financieros). De ahí su preocupación de que cualquier acto de agitación social en protesta a tales desigualdades pueda expandirse, despertando gran simpatía, cuando no apoyo popular. En un periodo en que tales desigualdades se están acentuando todavía más, tal preocupación se está convirtiendo en auténtico temor. Es en este contexto que se entiende la respuesta claramente desorbitada frente a un hurto de 400 euros en un supermercado andaluz. Como indicó en un gran titular, el diario conservador La Vanguardia, “el gobierno frenará de raíz cualquier conato de estallido social” (09.08.12).

Y el máximo argumento de tal denuncia era que el hurto era ilegal, exigiendo el cumplimiento de la ley. Aunque, repito, fuera previsible que las fuerzas conservadoras respondieran de esta manera, es sorprendente y rechazable la condena que tal acto tuvo por sectores de las izquierdas gobernantes. Tales voces olvidan que los mayores cambios ocurridos en nuestro y en otros países han sido resultado de agitación y desobediencia civil. El identificar ley con moralidad y/o con rectitud democrática es ignorar o desconocer el papel de la ley en reproducir un sistema injusto y escasamente democrático, como es el español. Lo que han hecho aquellos sindicalistas es, en un acto de desobediencia civil, mostrar la situación dramática en la que se encuentran más de un millón de familias españolas que viven en situaciones miserables (que creíamos habían ya desaparecido en España), resultado de unas políticas públicas frente a las cuales la única actitud de decencia democrática es la de rebelarse frente ellas. Hay que agradecer a tales sindicalistas que, con tal acto, la sociedad española se concienciara del impacto que tales políticas están teniendo en nuestro país.

http://www.vnavarro.org/?p=7678

Un saludo

#79

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

Actualmente la derecha acapara un inmenso poder político y económico. Pero además de imponer en toda su radicalidad el modelo neoliberal, trata de operar un cambio de mentalidades que lo normalice y con ello ejercer la hegemonía cultural mediante el control de las representaciones colectivas. Este proyecto se sustenta en una campaña sistemática de autolegitimación y descrédito de los argumentos progresistas, en coordinación con la derecha mediática mayoritaria, cuyas estrategias discursivas fundamentales son:

La creación y propagación de conceptos.Propias o prestadas, las nuevas nociones trazan un mapa de la vida pública, sus actores y sus conflictos: competitividad, moderación salarial, dar confianza a los mercados, privilegios (para denominar derechos), copago. Se exponen como verdades incuestionables pero su sentido y alcance nunca se explicitan, pues parecen lograr mayor eficacia práctico-política cuanto menor es su precisión semántica. Por ejemplo, “libertad” asume un significado muy cercano a “seguridad”. El eslogan de la BESCAM en Madrid lo ejemplifica: “Invertir en seguridad garantiza tu libertad”. Como en la “neolengua” de Orwell, las nuevas nociones son a menudo “negroblancos”, inversiones del significado común de los vocablos. El “Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos” es el programa de recortes del gobierno de Castilla-La Mancha. El “proceso de regularización de activos ocultos” de Montoro es una amnistía fiscal.

Klemperer narra que la población alemana no hizo suyo el lenguaje de los nazis a través de sus tediosas peroratas, sino por medio de expresiones repetidas de modo acrítico en los contextos de la vida cotidiana. Las palabras de los actuales líderes de la derecha no son menos letárgicas. Sus muletillas (“no se puede gastar lo que no se tiene”; la sanidad “gratuita” es insostenible; solo nosotros tenemos “sentido común”) contrarían cualquier prueba de verdad o validez normativa: el capitalismo financiero se basa en el crédito, o sea, en “gastar más de lo que se tiene”; la sanidad pública no es gratuita, sino financiada colectivamente; y es una inversión ideológica y un dislate suponer que cabe sentido común en el hecho de reclamarlo como propio y exclusivo, es decir, como no común. Pero por su simpleza, su fuerte arraigo en la doxa y su apariencia no ideológica, tales expresiones consiguen adhesión.

La usurpación de la terminología del oponente. Nadie es dueño del lenguaje, pero las expresiones se adscriben legítimamente a tradiciones, relatos e identidades políticas determinadas. Al usurpar los términos de la izquierda, la derecha neutraliza y a la vez rentabiliza su sentido contestatario. Esperanza Aguirre afirma que las políticas de los sindicatos “son anticuadas, reaccionarias y antisociales”. Palabras como “cambio” o “reformas”, antes vinculadas a proyectos progresistas, disfrazan ahora contrarreformas. Rajoy dijo en la conmemoración oficial de la Constitución de 1812: “Los gaditanos nos enseñaron que en tiempo de crisis no solo hay que hacer reformas, sino que también hay que tener valentía para hacerlas”. Sustentándose en la reputación de espacios y tiempos institucionales, los actuales recortes se invisten del valor simbólico de reformas históricas.

Los actuales recortes se presentan subrayando su valor simbólico de reformas históricas
La estigmatización de determinados colectivos. Médicos, enseñantes, funcionarios, estudiantes y trabajadores fijos son descalificados. Al disfrutar de supuestos “privilegios”, parecen co-responsables de la situación actual. Desprestigiándolos se puede activar un malestar social basado en el rencor, la envidia y el miedo, y socavar la reputación de lo público para justificar su liquidación. Se alude a los desempleados como beneficiarios de la reforma laboral, pero se les supone holgazanes que deben redimir su inutilidad con labores sociales. Un empresario farmacéutico, Grifols, propone como solución donar sangre: “En épocas de crisis, si pudiéramos tener centros de plasma podríamos pagar 60 euros por semana, que sumados al paro son una forma de vivir”. El parado se convierte así en un desecho cuyo cuerpo puede ser mercantilizado. El siguiente paso podría ser la venta de órganos o de los hijos a los que no se pueda mantener. Los primeros ajustes en la sanidad pública penalizan a un nuevo apestado, el enfermo, lo señalan como causante del déficit, y exigen que (re)pague por su debilidad. Si la estigmatización es el paso previo a la expulsión, como ya ocurre con los sin papeles, otros muchos colectivos podrán ser excluidos.

Un método de argumentación basado en la simpleza y la comprensión inmediata. De nuevo, el “sentido común”, ritornello favorito de Rajoy, sustenta este procedimiento. Formas de razonamiento y esquemas mentales al alcance de todos hacen posible que las ideas y soluciones impuestas sean aceptadas como conclusiones propias, expresiones de un pragmatismo irrefutable y del interés colectivo. Se apela así a espacios imaginarios de consenso de los que el oponente no puede autoexcluirse: “No es una cuestión de izquierdas o de derechas, sino de sentido común”, afirma Alicia Sánchez-Camacho.

El eufemismo, la atenuación y la exageración, el defender premisas contradictorias, se han normalizado en el repertorio retórico derechista: Rajoy afirma que hará “cualquier cosa que sea necesaria, aunque no me guste y aunque haya dicho que no la iba a hacer”. La reducción de profesores interinos “no se puede plantear en términos de despidos —alega el ministro Wert—, sino de no renovación de contratos”. Beteta generaliza burdamente: los funcionarios “deben olvidarse de tomar el cafelito, deben olvidarse de leer el periódico”.

La construcción de marcos de sentido. La acción del gobierno de Zapatero era tachada de improvisada, mendaz e insensata. Establecido ese marco, cualquier medida gubernamental corroboraba la imputación general y así se lograba una incontrovertibilidad que desconocen las fórmulas dialogantes. En el espacio público se tiene más poder cuando se controla el marco de lo decible y discutible. La derecha es magistral utilizando esta estrategia, pero tras una prolongada degeneración de la vida pública, de la que el PSOE es corresponsable, se ha consolidado una visión consensual indistinta de la lógica del sistema: no hay más que una realidad y ninguna opción para interpretarla.

El parado puede llegar a convertirse en un desecho cuyo cuerpo puede ser mercantilizado
Una táctica de “orquestación”. La reiteración machacona de una consigna (y no de un argumento, como sugiere la equívoca noción de “argumentario”) a varias voces, en momentos y lugares distintos, es habitual: “los interinos han entrado a dedo”, “los sindicatos viven de las subvenciones”, “los profesores trabajan poco”, etcétera. “Lo que digo tres veces es verdad”, afirmaba el Bellman de Lewis Carroll. La derecha saca partido de esa “performatividad” que rige la economía de los enunciados públicos: cuando un comportamiento es reiteradamente reputado de normal, se tiende a normalizarlo; o a estigmatizarlo, si se le ha tildado repetidamente de anómalo.

La fijación de estos mecanismos gracias al poder amplificador de los media. Los medios funcionan como laboratorios discursivos que difunden las nuevas expresiones y consignas, y los asesores preparan declaraciones inmediatamente traducibles a un titular. Inversamente proporcional al impacto de estos mensajes resulta la capacidad de contestarlos: los análisis críticos se disuelven en un aluvión de artículos, columnas y editoriales que logran una difusión e influencia mucho menor.

La moralización del discurso público. La política contemporánea se desvía hacia un registro moral, explica Rancière. Pero el moralismo de la derecha desconoce las razones del otro: bueno o malo, normal o aberrante, son calificativos atribuidos de modo categórico y sin margen de discusión, apropiándose la universalidad de la noción en disputa, como señala Zizek. Las “personas normales, sensatas…, españoles de bien” a que apela Rajoy son indudablemente de derechas. Cuando encubre su integrismo moral la derecha incurre en la paradoja política: Ruiz Gallardón pretende asumir la defensa de los derechos de las mujeres y la lucha contra la “violencia estructural” que padecen con una contrarreforma de la ley de aborto limitadora de derechos y que refuerza la violencia legal.

Muchos ciudadanos nos sentimos justamente indignados por lo “descarado” de estos procedimientos. Y quizá sea en esa desfachatez, pérdida del rostro, donde podría cifrarse tanto su fragilidad como la inquietante capacidad de contagio de sus postulados.

Gonzalo Abril (UCM), Mª José Sánchez Leyva (URJC) y Rafael R. Tranche (UCM)

Detesto a las víctimas que respetan a sus verdugos.

#80

Re: Diego Cañamero en "El Gato al Agua"

Impresionante entrevista, ejemplo claro de lo incompetentes que son en ese programa. Invitan a una persona sin estudios, pensando que se la van a merendar, y se los merienda a todos. No soy en asboluto prosindicalista, sino más bien lo contrario, pero me alegro de ver que en España tenemos personas como Cañamero. No me gustó el asalto a los supermercados, pero es verdad que han consseguido que se hable de ello en los medios, por lo que ahora creo que es un medio lícito.
Y repito una vez más, increíble entrevista, consiguen que gente que estábamos en contra de Cañamero y Gordillo les acabemos apoyando. Y del programa El gato al agua qué decir, dan ganas de pegar un par de tortas al presentador, que tio tan impresentable.