Esto de leerse los programas electorales –me refiero a lectura comprensiva y crítica- lleva mucho tiempo. No es nada fácil separar lo importante de lo anecdótico, las ideas ingeniosas de las que simplemente solucionarían problemas. Entiendo perfectamente a los que van a votar sin saber qué se propone hacer su propio partido porque no sé si merece la pena enterarse de algo. Y, precisamente por eso, se agradece llegar a la web de UPyD y encontrarse con un documento corto y extremadamente concreto, sin literatura ni declaraciones genéricas. Incluso, los de Rosa Díez se permiten empezar explicando el making-off del programa, presumiendo de partido coral basado en la democracia interna y la transparencia.
El rollo de Unión, Progreso y Democracia es la transversalidad: no son ni de derechas ni de izquierdas. Lo suyo no es encadenarse a una ideología concreta sino rellenar espacios vacíos con mucho sentido común pero, también, con un punto de demagogia en algunos temas, si me permitís.
Sin ir más lejos, no me mola nada el espíritu re-centralizador de estos chicos. En los últimos tiempos se ha puesto de moda cargar contra el Estado Autonómico por razones que no son culpa de la descentralización, como la deuda pública –que en su mayor parte procede de la sanidad y la educación- o las duplicidades –si una competencia es autonómica, es la Administración Central la que tiene que dejar de hacer funciones que no le competen-. Dicen los de UPyD que no se puede tener 17 de todo. Yo creo que sí se puede, siempre que sean las CC.AA las que se lo paguen y sus paisanos lo aprueben democráticamente. No comulgo con el dogma de que todas las regiones tengan que pagar los mismos impuestos ni tener las mismas prestaciones porque, en un país del tamaño y las características de España, no es posible homogeneizar los criterios de elección de todos los ciudadanos. Si los catalanes prefieren potenciar su lengua o mantener embajadas propias a costa de la sanidad o el transporte público me parece estupendo. Si los andaluces quieren pagar más impuestos para cubrir una renta básica universal me parece igual de bien. O que los madrileños desgraven por llevar a los niños a colegios privados. O que los cántabros echemos el resto por tener un hospital público puntero o un aeropuerto competitivo. Cada región tiene sus propias necesidades y yo defiendo que cada cual decida sobre sus propios recursos, como hacemos las personas. Harían bien los de Rosa Díez en preguntarse por qué el País Vasco y Navarra mantienen las tasas de desempleo más bajas y el nivel de vida más alto, seguro que la autonomía fiscal tiene algo de culpa.
Precisamente, una regeneración democrática como la que promete UPyD, debería conseguir que los ciudadanos seamos protagonistas de las decisiones que se toman en los Parlamentos. Y esto no es posible en un sistema que premia a las circunscripciones grandes y deja tiradas a las pequeñas. Cada voto cuenta según de dónde provenga. Lo dejo, que me caliento…
En el post anterior, dedicado a IU, un comentarista me echaba en cara que no he valorado el tema de acabar con el fraude fiscal. Pues bien, UPyD también toca el tema del fraude, igual que el PP, el PSOE e IU. El fraude es consecuencia de lo bien montada que está la fiscalidad de un territorio, y no de la picaresca, que debería ser tenida en cuenta a la hora de planificar un sistema tributario. Bienvenidos sean los ingresos extra que se obtengan de la lucha contra el fraude. Por cierto, también se repiten en todos los programas el criterio de caja para la recaudación del IVA, la lucha contra los paraísos fiscales o la apuesta por el teletrabajo y la racionalización de los horarios, aunque en este caso sólo IU impone una jornada máxima.
Por lo demás, el programa económico de UPyD se puede etiquetar perfectamente como bastante liberal, sin dejar de defender las políticas sociales básicas. La propuesta nº 99 resume muy bien la filosofía económica de esta formación: los empresarios son los que deciden los sectores de futuro que van a cambiar el modelo productivo. Muchas de las propuestas económicas parecen titulares del programa del PP, con la diferencia de que los magentas apuestan por introducir nuevos tributos (incluido el impuesto sobre compras de lujo que propuse en su día), equiparar la tributación del capital y del trabajo y eliminar desgravaciones. Entre los recortes de gasto aparece, por cierto, el de las subvenciones a sindicatos y patronales, idea que aplaudo con emoción. En general, las cuentas de UPyD cuadran mucho mejor que las del PP y pueden prometer perfectamente la defensa de lo público y el protagonismo del mercado. En mi opinión, el fallo está en la obsesión por la uniformidad del Estado, creo que nuestra economía sería más dinámica si las regiones tuvieran margen para decidir su propio modelo, teniendo en cuenta que es la competencia la que genera los incentivos necesarios para reducir gastos, simplificar burocracia y facilitarle la vida a ciudadanos y empresas.
Mucha suerte a UPyD, una alternativa transversal le vendrá muy bien a la política y a la economía de este país.
Saludos.