Echa Lucanor sus cuentas:
... "ojala sean muchos los que prefieran cobrar su crédito con sellos en vez de con dinero, y en consecuencia, causan baja en el concurso" ...
Yo no sé si tú eres capaz de darte cuenta de la contradicción y el engaño, que se revelan cuando, por un lado, dan la totalidad del crédito, por pagado, a los que se queden con sus sellos y por otro, a los que dejen los sellos para que se los liquiden, les conceden el derecho a completar su crédito con la liquidación total del resto de los activos de la empresa.
Esto significa, lisa o llanamente, que a los que decidan recibir y conservar, su filatelia, se la valoran al 100% de lo que pagaron más la revalorización que esperaban obtener por ella. En cambio, a quienes la dejen en manos de los AACC, le dan la valoración del 10% que ellos tasaron y le reconocen el derecho a mejorar esa cifra aumentando su crédito, con la liquidación de todos los demás bienes de la empresa. ¿En qué quedamos, pues? ¿Los sellos valen realmente lo que dicen ellos o valen, por contra, lo que afirman todos los reconocidos expertos?
... "El Concurso, al igual que las herencias, CUANTOS MENOS A REPARTIR, mas ración toca a los que queden como acreedores" ...
Esto no te lo debes creer ni tú mismo y por dos principales razones:
Una es, que, podemos presuponer, lamentablemente, que la gran mayoría de afectados no van a solicitar la devolución o entrega de sus sellos, por cuanto han sido seducidos y víctimas propicias de este pérfido "camelo".
Otra, que la mísera cantidad (como mucho un 5% - 10%) que vais a recibir los incautos, como tú, ya está calculada, de antemano, por vuestros desalmados expoliadores.
Y, para acabar, tu simple y burdo argumento de que menos aun vamos a recibir, vendiendo en rastrillos y mercadillos, se cae por su propio peso. Primero, porque el que no obtenga un precio justo, sencillamente, no vende y segundo, porque hay vida más allá de esos mercados, en el sector de los sellos. Tan solo conviene esperar a que la oportunidad propicia, se presente. Cabe la posibilidad, como ejemplo, de constituir un Fondo de Inversión Filatélico, semejante al que gestiona la Compañía británica de Stanley Gibbons, con notable éxito, por cierto.