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De la reforma laboral o de quién debe asumir los riesgos empresariales

Algunos ya me vais siguiendo desde hace tiempo y sabéis que me gusta repartir responsabilidades de forma equilibrada. No me va eso de echarle la culpa de todo a los bancos, a los políticos ni mucho menos a los empresarios. Incluso creo que tenemos exactamente lo que nos merecemos. Con esto no quiero decir que me lleve estupendamente con mis jefes -no me pidáis que os dé detalles sobre esto-. Y a alguno le daba yo de comer aparte porque de empresario tiene bien poco. Cuando el Estado corre con todos los gastos, cualquiera monta un negocio. Pero esto ya da para otra entrada.

El caso es que parece natural que el trabajador luche por sus derechos y llore todo lo que pueda para que el empleador sepa exactamente cuáles son los límites. Y que el empresario le recuerde que él es quien le da empleo, quien se queda sin dormir para poder pagar a fin de mes y quien mantiene el negocio a flote, haya o no beneficios. Digo que parece natural porque a mí no me deja tranquilo este reparto de papeles. Ayer lo comentaba con un compañero: puede que yo haya sido empresario en alguna vida anterior.

Bien, a dónde quiero llegar después de dos párrafos autobiográficos. Lo primero, a que la insistencia de los señores Trichet y Ordoñez para que haya reformas laborales puede tener hasta sentido. Pero a renglón seguido, me pregunto si la moderación salarial, el despido libre o el contrato único -llamadlo como queráis- es precisamente lo que necesita nuestro mercado de trabajo. A fin de cuentas, lo que pretenden estas medidas es transferir el riesgo que debería asumir el empresario al trabajador. Y esto no es ni natural ni deseable para nadie. En el blog del IE argumentan de forma académica que la productividad de un trabajador de bajo coste es también baja. Yo os lo cuento de otra manera: lo que cuesta poco, vale poco. Y si encima hablamos de personas, de seres humanos, pues peor me lo ponen. No creo que lleguemos muy lejos racaneando con los trabajadores.

Ahora bien, ¿y si encontramos la forma de llegar a un punto medio? ¿Sería posible encontrar un sistema en el que los riesgos estén repartidos de forma equitativa entre empresarios y trabajadores? En nuestra legislación existen fórmulas que lo permiten (cooperativa, sociedad anónima laboral) aunque vinculadas con la economía social que, por definición, excluye el ánimo de lucro. La idea es que si el trabajador se convirtiera en un socio formal (por lo tanto, no se le puede despedir) los objetivos de la empresa pasarían a ser suyos y el sistema retributivo podría adaptarse a sus posibilidades (el salario se convierte en adelanto de beneficios y dejaría de estar vinculado absurdamente al IPC).

Estoy seguro de que hay argumentos de sobra para hundir la idea que os propongo. En primer lugar, la falta de cultura cooperativista en la mayor parte de nuestro territorio. Todos conocemos ejemplos de trabajadores que se han cargado a cuestas su propia empresa pero está claro que no es lo habitual. En el fondo, a todos nos gusta trabajar 8 horas y olvidarnos de todo hasta el día siguiente. No digamos si trabajamos para Papá Estado, porque se duerme todavía mejor. Pero tengo muy claro que una reforma laboral debe hacerse con entendimiento entre las partes implicadas y esto se puede hacer con una batería de concesiones-parche o con un repensado integral del sistema que responda claramente al problema del riesgo empresarial.

Hay quien piensa que este problema se resuelve dejando que sea el banco o el Estado quien se arriesgue. Sin ir más lejos, el BCE lo piensa. También los Sarkozy, los Obama y, como no, los Zapatero y los Rajoy. Yo creo más en los acuerdos entre iguales. Y estoy convencido de que empresarios y trabajadores no somos tan diferentes.
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  1. #8
    11/07/09 14:22

    Miguel:

    Uno y Dos. En el siguiente post comento que la racionalidad ha brillado por su ausencia y que ahora todo el mundo pretende sustituirla por la ética. En efecto, si el ánimo de lucro no va acompañado de sentido común a la hora de gestionar una empresa, habrá que buscar sustitutivos que funcionen.

    Tres. El crédito tiene un coste financiero nada despreciable que nos mantiene atados al banco mientras que los fondos que aportan los accionistas tienen "sólo" un coste de oportunidad. Por otro lado, si uno tiene ahorros y no los "arriesga" en una empresa, no entiendo por qué debería hacerlo el banco.

    Por supuesto que todo esto da para hablar mucho más. Tendremos tiempo para ello.

    Saludos.

  2. #7
    Anonimo
    11/07/09 00:22

    Uno. La maximización del beneficio individual lleva en muchas ocasiones a un perjuicio global. Y en esta crisis se han acumulado tantos perjuicios juntos que han acabado por producir una recesión: una pérdida neta. Conclusión: el ánimo de lucro es perjudicial para la economía.

    Dos. Si el trabajo (y su racionalidad) son la base de la economía, ¿por qué se toman las decisiones en base al beneficio (a los deseos de los accionistas, y no a la visión de los trabajadores que conocen su empresa)?

    Tres. Si necesitamos recursos para invertir, ¿no es más fácil tomar prestado un crédito con fecha de caducidad que venderse eternamente a alguien (llamado accionista)?

    Como ves soy directo y algo superficial, pero espero que quede claro por dónde voy. Ya hablaremos en agosto :)

  3. #6
    09/07/09 13:06

    Miguel, como siempre un placer "discutir" contigo, bienvenido. Me alegro de haber sacado el tema aunque ya me conoces y sabes que no niego los básicos de la economía de mercado, entre ellos el ánimo de lucro como incentivo para que el beneficio individual repercuta en el beneficio global -si me permites, no conozco ningún sistema que maximice el beneficio individual y el global por separado-.

    Aquí el problema es que se han olvidado presupuestos como la escasez o la racionalidad económica. Los agentes olvidaron que el dinero se comporta como una mercancía, con oferta y demanda, y sobre todo, que cuesta ganarlo -incluso a los bancos-. Por otro lado, los inversores se han ido al beneficio virtual, fácil y rápido, olvidando que el último céntimo lo tenía que ganar el otro. Esto ha quemado el cimiento de la economía, que no es el beneficio máximo sino el trabajo, que es el factor que genera riqueza y crecimiento real, adecuadamente combinado con otros factores, también con el capital. Si bien el empresario español desconoce totalmente el valor del trabajador, a juzgar por lo que está ocurriendo con el empleo en España, que ya no se explica por causas coyunturales y las causas estructurales que se están esgrimiendo en el diálogo social están siendo muy pobres.

    El cooperativismo está bien como fórmula jurídica, pero también existe la sociedad anónima laboral, en la que conviven socios trabajadores y capitalistas, además de permitir un porcentaje de contratados-no propietarios. Al final, de lo que se trata es de que alguien arriesgue los recursos de que dispone para la actividad económica. Ojalá hubiera más inversores que apostaran por la actividad real -la que genera crecimiento, riqueza y empleo- y no tanto por la especulativa -que sólo genera ilusión monetaria y, a la larga, desequilibrios-.

    Un saludo

  4. #5
    Anonimo
    08/07/09 18:01

    Viejo amigo, mi primer comentario en tu bitácora, aprovechando que por fin pones el dedo en una de las llagas olvidadas de nuestro sistema económico.

    Efectivamente el cooperativismo es la única salida jurídica hacia la sociedad del futuro que algunos ya andan pregonando (y que yo no veo aún, no se dan pasos auténticos en una dirección positiva). De hecho yo eliminaría absolutamente el ánimo de lucro, que debería estar tan penado como la usura, así como las sociedades de acciones y en general cualquier tipo de propiedad sobre una empresa. ¿No es una empresa una persona? ¡Pues acabemos con la esclavitud de las personas jurídicas!

    Ojo, que no estoy en contra del beneficio económico (toda la ciencia económica debería consistir en alcanzar el máximo beneficio global e individual posible), pero este no este no puede ser el motor principal de las iniciativas individuales. Moviéndonos por avaricia ya vemos donde acabamos.

    Evidentemente, las leyes deben modificarse mucho para no quitar las ganas de "cooperativizarse". El concepto actual necesita una revisión a fondo.

    Y el que quiera ser empresario, que se haga autónomo, como caso particular de cooperativa de a uno.

  5. #4
    30/06/09 17:40

    Gracias por vuestros comentarios.

    Fito, ya veo que crees en el cooperativismo, es una lástima que no tengamos la iniciativa suficiente para organizarnos y sacarnos las castañas del fuego a nosotros mismos.En el sector ya están pidiendo mejoras a la ley de cooperativas, habrá que estar pendiente. Sin embargo mi idea no excluye ni al empresario ni al denostado "ánimo de lucro". Quizá sea una utopía. O peor, una estupidez.

    Pedro, gracias por los datos. Totalmente de acuerdo en que la referencia del IPC es falsa y absurda. No entiendo qué hacen los agentes discutiendo sobre esa base. De todos modos, yo no creo que vayamos hacia deflación, pienso que después de tanta inyección monetaria los precios no se van a ir de rositas.

    Bernardo, has resumido perfectamente el problema. Habrá que seguir aguantando collejas.

    Saludos

  6. #3
    Anonimo
    25/06/09 18:43

    Hubo un señor en EEUU que dijo una vez "no te preguntes lo que tu país puede hacer por tí; pregúntate qué puedes hacer tú por tu país". A este señor por lo visto lo eligieron como presidente de ese mismo país. (Luego lo mataron, pero no creo que fuese por lo que dijo).

    El caso es que si alguien dijese esto mismo en España, se llevaría una colleja generalizada, y en vez de presidente lo pondrían a pegar sellos en el sótano.

    Por eso España es y seguirá siendo un país pobre.

  7. #2
    Anonimo
    25/06/09 02:42

    Sacado del INE:
    Variación del Indice General Nacional según el sistema IPC base 2006 desde Mayo de 1999 hasta Mayo de 2009 :34,5%

    Y esto con la credibilidad que tiene esta cifra (recordemos el 66,386% debido al cambio del euro).

    Pues este incremento de pecios se lo comio enterito el empresariado, y los trabajadores en esta década apenas tuvieron unas décimas de crecimiento de salarios, con subidas de salarios subindexadas a una inflación falseada, y con entrada en el mercado de trabajo de una legión de submileuristas con contratos precarios.

    Ahora necesitamos la deflación como el comer: bajada de precios con congelación de salarios. Y aumento de la productividad por medio de la introducción, en las cadenas de producción, de mas inteligencia y menos esfuerzo y energía.

    Tenemos una oportunidad: tenemos el sistema productivo energéticamente menos eficiente de la OCDE. Es urgente, inevitable, y paso ineludible hacia la salida del tunel el incremento de la eficiencia energética de los procesos.

    Es la ventaja de ser los peores en algo: es mas fácil tener incrementos importantes con pequeñas mejoras, no digamos ya con grandes (es el efecto de los pequeños números).

  8. #1
    Anonimo
    24/06/09 21:59

    Lo que está claro es que no se pueden compartir (por no decir delegar) riesgos y acaparar beneficios. Y eso es precisamente lo que quiere el "empresaurio" español.

    ¿Que quieren cargar en el trabajador los problemas en las vacas flacas? Estupendo, pero que carguen en él los beneficios en las vacas gordas. Ese es el cambio de modelo que hace falta.

    La cooperativa es la solución (y muchas empresas se han salvado del cierre al ser "tomadas" por los trabajadores en cooperativa) Pero claro, en ese caso, el empresario sobra (y tiene que convertirse en trabajador)

    Lo que no se ha inventado aun es un sistema en el que el trabajador sea prescindible.

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