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Formación en Bolsa conocimiento, actitud y aptitud. I

Formación

En todas las facetas profesionales de la vida hay unas características que se dan siempre y son: conocimiento de la materia para lo que se necesita una formación previa, determinadas aptitudes personales y la actitud que es la que marca la diferencia, si falla esta última el camino hacia el éxito es muy complicado.

El gran motivo de la formación es que las circunstancias no te hayan inducido a creer que sabes lo que no sabes. En bolsa muchos inversores no buscan el conocimiento, buscan ganar dinero. Sin formación se puede ganar en bolsa algunas veces, pero no puede hacerse de forma sostenida. Para ello se necesita formación con conocimiento ayudado por la actitud y la aptitud. Formación y conocimiento son dos conceptos distintos, la formación es como es los caballos de potencia de un coche, el conocimiento es la habilidad del conductor para gestionar la potencia del coche.

El mayor inconveniente para aprender algo nuevo es la creencia de que ya se sabe. El conocimiento se refiere a lo que son las cosas, no a lo que parecen. La formación no son sólo conocimientos y datos. Es una parte esencial de lo que solía llamarse "formación" o sea, la transformación de los individuos en seres pensantes, no en individuos incapaces de asociar dos hechos, ni distinguir entre causa y efecto. No necesitamos animales tecnológicos que conocen muy bien los cálculos pero sin tener ni idea de lo que hacen y sin saber darles un valor añadido. Es preferible un nivel de conocimientos más bajo y una buena capacidad de pensar cómo manejar los datos. La formación cuesta dinero o bien pagándole al formador o en forma de minusvalías que suele ser más cara. Actualmente tenemos mucha información, pero demasiada y confusa para ser reconocida como conocimiento. A veces se ven infinidad de cálculos de ratios en balances y cuentas de resultados para utilizarlos como un fin y solo son uno de los muchos medios para llegar a una conclusión. No hay que olvidar que con ello muchas veces puede verse la calidad de una empresa pero no necesariamente sea la mejor inversión. No vemos solo cosas, también vemos sucesos y percibimos conductas pero los mercados tienen sus propios sucesos y conductas; necesitamos tener esquemas de reconocimiento de los sucesos para comprender su evolución. Cuando tenemos un problema teórico lo resolvemos con una solución teórica, pero cuando hay que llevarlo a la práctica, que es cuando verdaderamente se resuelve el problema es probable que la solución teórica no nos sirva porque hemos visto cosas, pero no hemos visto sucesos ni pautas de conductas; esto ocurre en algunas ratios como el PER, hemos encontrado una solución teórica aplicando la fórmula y buscando un PER bajo, pero durante los últimos años han sido las empresas de un PER alto las que han sorteado mejor la crisis (Inditex, Grifols, DIA) en cambio los valores con PER bajos como los bancos no han levantado cabeza. En estos casos el PER ha sido el medio teórico del análisis pero el conocimiento ha sido decisivo en la decisión del problema práctico.

En esto se basaba la razón cartesiana y Descartes lo definía en su Discurso del método. “Desde la infancia he sido criado en el estudio de las letras y, como quiera que me aseguraban que por medio de estas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo aquello que es útil para la vida, yo tenía un vivísimo deseo de aprenderlas. Pero cuando acabé el curso de los estudios, al final de los cuales es costumbre ser admitido en la jerarquía de los doctos, cambié enteramente de opinión. Porque me encontraba turbado y confuso ante tantas dudas y errores que me parecía no haber obtenido otro provecho, al procurar instruirme, que el descubrir cada vez mejor mi ignorancia”. Sin lugar a dudas, Descartes compartía con Confucio que la verdadera sabiduría consiste en reconocer la magnitud de nuestra ignorancia, en saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe. Desafortunadamente lo deseable no es alcanzable, la verdad absoluta está más allá del intelecto humano porque además de que nuestro conocimiento es incompleto nuestra comprensión es imperfecta.

La Mariposa y el capullo. La formación requiere su tiempo y no hay forma de acortarla porque los esfuerzos y obstáculos que se encuentran refuerzan los conocimientos; la ayuda puede debilitar y la dificultad puede fortalecer. Para explicarlo mejor cuento una antigua historia sobre la transformación de la mariposa. Cuando la oruga se convierte en crisálida, prácticamente acaba la metamorfosis en lepidóptero, le falta una prueba que superar para llegar a ser realmente una mariposa, debe de romper el capullo dentro del cual se ha realizado la transformación a fin y efecto de labrarse de él y emprender el vuelo, la oruga teje su capullo poco a poco, de manera progresiva; pero la futura mariposa no puede librarse de ese modo gradual; es necesario que haya acumulación de fuerza suficiente en las las para romper su cárcel de seda con la mayor rapidez posible. Esta última prueba con la potencia exigida a la mariposa y que esta habrá acumulado previamente, garantiza que se haya desarrollado la musculatura que enseguida va a necesitar para volar. Si alguien creyendo ayudar a la mariposa que está a punto de nacer, se adelantase a romper el capullo, habría dado a luz a un lepidóptero totalmente incapaz de volar; porque este no habría tenido ocasión de utilizar la resistencia de su sedosa prisión para desarrollar la fuerza imprescindible a fin de librarse de ese impedimento y echar a volar seguidamente. Una ayuda mal concebida puede así resultar perjudicial e incluso mortal. Las creencias no pertenecen al orden intelectual sino que tienen mucho de emocional e irracional. Con esta metáfora vemos que en la vida determinadas pruebas son indispensables para el crecimiento. Cuando le hacemos el trabajo a otro es posible que solo perpetuemos el problema en vez de resolverlo. La sociedad tiene una visión negativa de los procesos de transformación que son indispensables para una nueva creación, por ello existen los ciclos económicos y es tan necesario el análisis macroeconómico. Nos encontramos siempre en un estado evolutivo y no ganamos nada alterando las fases del necesario proceso.

Llegar a la experiencia se puede dividir en tres fases: Inicio, fase de almacenar conocimiento y gestión del conocimiento. La primera es como la niñez, todo es nuevo y nos sorprendemos de todo. Nos lo creemos todo y no tenemos ninguna referencia con la que comparar o cuestionar la información que nos llega del entorno. Somos esponjas que lo absorbemos todo, sin preguntarnos si eso que absorbemos es realmente lo que nos conviene absorber. Algunas cosas que nos llegan son falsas creencias que limitan y obstaculizan nuestro conocimiento. En esta etapa se aprenden los conceptos principales y las fórmulas. La segunda etapa es cuando se ha conformado nuestro sistema de creencias y conocimientos adquiridos. Es una fase peligrosa porque es cuando el alumno cree saber más de lo que sabe. Ocurre como en el esquí, es la fase donde se rompen más piernas; en la bolsa también es una mala fase ya que las circunstancias nos coloca a todos en nuestro sitio y no son con roturas de piernas pero si de bolsillos. En esta fase caemos en la ilusión del conocimiento que consiste en sobrestimar lo que sabemos y pensamos que lo tendríamos que saber y que los sucesos ocurridos eran predecibles; la mejor manera de no caer en ello en centrarse más en la calidad del proceso de la toma de decisiones que empleamos en el análisis porque el resultado final puede ser por unas buenas reflexiones o por hechos fortuitos que han coincidido; el proceso de selección sirve para siempre, las coincidencias pueden provocar errores y los mejores resultados en el mercado se consiguen más por la disminución de errores que por los éxitos.

Lo importante es que no haya eventos que nos hagan creer que sabemos lo que no sabemos ya que lo que nos mete en problema no es tanto lo que no sabemos cómo lo que creemos que sabemos y no es así; aceptar los errores y reconocer las propias limitaciones ayuda a cometer menos errores. La tercera fase comienza el día en que nos comprometemos a mirar la realidad para cuestionar las creencias con las que al principio fuimos condicionados por el entorno, removiendo las bases del conocimiento y adaptándolos a nuestra personalidad. Es entonces cuando adquiere una enorme importancia confirmar la veracidad o falsedad de los dogmas que nos ha sido impuesto. Cuando se realiza un curso de bolsa, al igual que cuando una empresa organiza cursos de formación, se espera que el alumno cuando regresa al puesto de trabajo empiece enseguida a aplicar todo lo aprendido. Es un error ya que las personas necesitan cierto tiempo para dar sentido a lo que le han enseñado por lo que la aplicación de los conocimientos se ha de retrasar algún tiempo. La formación generada por cursos de bolsa enseña muchos ratios y su forma de calcularlos que son necesarios para conocer la empresa pero que pasan a ser datos irrelevantes cuando se toman de forma individual y solo como un dato fuera de un gran contexto que es el verdadero análisis. No se pueden hacer cursos de bolsa sin hacer y practicar ratios pero no pueden quedar solo en eso, han de estar basados en un pensamiento dinámico y reflexivo.

Los maestros de bolsa además de enseñar, han de enseñar a dudar de lo que se enseña ya que solo se progresa cuando nos liberamos de la sensación de seguridad y pasamos a cuestionarlo todo para hacer un análisis más profundo. El análisis demuestra humildad y su ausencia solo produce “opinionitis”, terrible estado en el que ego vence al conocimiento. La actividad de invertir en bolsa es difícil y el que se inicia no lo tiene nada fácil; aquí encontrará dos tipos de personas: los que no saben y los que no saben que no saben. Los primeros son conscientes de sus carencias y constantemente buscan formación, los segundos, no solamente no la buscan sino que la rechazan y prefieren seguir manteniendo creencias, por eso es difícil tener amplios conocimientos de bolsa, recordando a Bertrand Russell decía que los hombres no buscan el conocimiento sino la certeza por lo que suele ser más cómodo mantener una creencia que analizar una situación. Uno de los errores más habituales es acudir al mercado sin formación. Muchos errores se producen por no entender su riesgo, su fiscalidad, o la legislación propia del mercado, sobre todo cuando la confianza supera al conocimiento y a la capacidad, esto es fácil que pase porque la ignorancia da más confianza que el conocimiento.

La formación es fundamental para afrontar con éxito los mercados financieros. Formarse no es leer el libro “El inversor inteligente” de Benjamín Graham, formarse exige una evaluación continua. Exige reconocer que nunca se sabe lo suficiente, que siempre hay algo nuevo, una nueva visión, una nueva idea y sobre todo exige humildad. El aprendizaje se adquiere estudiando, leyendo libros y asistiendo a conferencias, un elevado grado de conocimientos se adquiere leyendo el libro de la vida que cada uno vive y no es tarea fácil porque cada minuto del día supone una nueva edición del libro. A veces hay un gran escepticismo sobre la formación al ver los errores que cometen los que teóricamente conocen el mercado, pero en este caso el refugio también ha de ser la formación y no seguir las creencias ya que no se puede acusar a unas buenas teorías de unas malas prácticas.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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  1. en respuesta a Pelos sr
    -
    #2
    07/01/14 23:12

    Hola Pelos sr

    Un placer volver a saludarte. Efectivamente, el entrecomillado de Descartes es muy bueno y eso sí que lo él tenía muy claro, por eso también añadió: “Daria todo lo que se a cambio de la mitad de lo que ignoro”.

    Creo que la duda no solo no solo es lógica, sino que hay que alimentarla, cuestionándolo todo hay más posibilidades de ir en dirección de la verdad y digo ir en esa dirección, sin pretender llegar a ella.
    En las ciencias sociales aún hay que mantener más la duda que en las ciencias naturales; los pensadores sociales parecen tener cierta envidia de los de las ciencias naturales y quieren hablar con la misma seguridad y no es lo mismo ya que en temas sociales el hombre con su actitud cambia los hechos y esto impide que los hechos previstos mucha veces no se produzcan, en cambio, los hechos naturales son exactos. Por esto se dan tanto valor en Bolsa a las ratios, es una forma de querer ver algo real; Las ratios las hago siempre pero para saber dónde estamos y que evolución han tenido y pueden tener.
    Creer haber encontrado la seguridad es el fin de una travesía mental. ¿Para qué seguir pensando cuando se tienen todas las respuestas?

  2. #1
    07/01/14 13:50

    ""Porque me encontraba turbado y confuso ante tantas dudas y errores que me parecía no haber obtenido otro provecho, al procurar instruirme, que el descubrir cada vez mejor mi ignorancia"".
    ""Los maestros (de bolsa)(no, TODOS) además de enseñar, han de enseñar a dudar de lo que se enseña ya que solo se progresa cuando nos liberamos de la sensación de seguridad y pasamos a cuestionarlo todo para hacer un análisis más profundo.

    PARA MÍ, esto son grandes verdades, máximas a seguir , no sólo en bolsa, sino el la vida.
    Para otros , y hablando esclusivamente de bolsa, las dudas son "un negativo", pues son de la opinión de no diversificar, de apostar al 100% por la mejor opción y desechar el resto... Yo esto lo dejo para los profesionales... un inversor medio es imposible (a mi entender) que no tenga dudas, pues no puede controlar el mercado. (quizá estoy revolviendo churras con merinas). Hasta de los profesionelas desconfía cuando alguien demuestra excesiva seguridad.

    Un placer recordar, rememorar, lo que en el post se comenta. Hay que tener los pies en el suelo y nunca olvidar los principios básicos.
    Sólo me queda desarle lo mejor para este nuevo año.

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