Re: Me voy a Lisboa
Hola ¿qué tal otra vez?
Estaba yo tan contenta contestando mensajes y de pronto me entran en casa los dos perros calados hasta los huesos. Inmediatamente miro a la ventana y está entrando un sol de castigo, ni media nube, no llueve.
Se ve que se han encendido los aspersores, que estaban mal programados, logicamente y los bichillos se lo han pasado de miedo. De miedo me lo he pasado yo secándoles y fregando patas en el suelo, grrrr...
Un día me los como, y no va a ser por hambre, noooo, jjaaaa
Bueno, a ver qué me dices en este post...
Chico como experiencias laborales chiquitas, medias y gordas también he tenido, decirte que mi experiencia ha sido similar, con algún detallito diferente. Mis chiquiexperiencias podrían ser en oficina de farmacia, las medias en farmacia de hospital y las gordas en Bayer, entre otras o en un par de Unis (Berlín y Viena).
Supongo que cada uno cuenta la feria como le va en ella. Hay jefes que valoran y otros que no, me refiero a las peques de farmacia particular propia. Recuerdo a una jefa de Las Arenas, que era un primor de jefa y no contenta con pagarme el sueldo de adjunta, me pagaba por fórmula terminada un plus y si me ofrecía (para ganar experiencia y no parné) a hacerle guardias, por supuesto me pagaba las horas extras a elegir, en "money" o en "vacances". Jo, qué internacional que soy, jajaaaa. Por aquellos entonces andaba yo canina (bastante más que ahora con dos perros) y siempre pedía plata, ya que oro no me iba a dar, jejeje.
Luego estuve con otro jefe, este del botxo, de cuyo nombre no quiero ni acordarme. ¡Más agarrao que...! No lo escribo, porque solo me salen palabrotas. Era incapaz de valorar mi trabajo, hiciera lo que hiciera. Me empecé a convertir en una máquina de hacer cápsulas, comprimidos, inyectables y supositorios (entre otras cosas) y esos supos, buf, no te voy a decir las ganas que tenía de hacer algo malo, malo con ellos, jajaaaa. Ahí tuve mis primeros despertares a instintos socialistones ya que había sido educada en el capitalismo, o teoría de "el jefe es un amor", aplacados por otras buenas experiencias posteriores con cojojefes (sin bastón), que también los he tenido.
El siguiente párrafo que redactas "40 minutos de nada hablando entre ellos mientras tu sigues a velocidad de vértigo y echando horas para que el curro salga... ...Luego, cuando por una casualidad "acabas lo tuyo", tienes que echar una mano", describe a las mil maravillas lo que yo tuve que padecer en aquella puñetera oficina de farmacia con las "compañeras" y sin embargo, enemigas.
En otro post, otro día que esté menos cansada, relataré las faenitas de la auxiliar y la limpiadora, grrr... que si una era un bicho, la otra ni para... servía. Otra vez me tengo que callar, mecachisenlaeducaciónsalada, jajaaa.
Hasta que tomé la decisión de largarme, saltar y -en bendita hora- irme allende los Pirineos, dónde descubrí las gordaexperiencias de empresa gorda. La verdad es que allí muy poco tiempo, tres meses, tuve que aguantar a un intermediario. Las ratas de laboratorio tenemos esa ventaja, en cuanto notan que no mordemos nada, ni anzuelos, ni drogas, ni nada, subimos como la espuma. Tuve la gran suerte de conocer a un jefe más alto en el escalafón y allí podría haberme quedado de por vida... si el amor no se hubiera topado conmigo por el camino, desde luego, por mí, allí me habría jubilado. Pero me enamoré y fui en pos del amor, ¡siempre he sido una romántica empedernida! Cambié de trabajo y de ciudad.
En la siguiente megaexperiencia, buen sueldo, cobraba en DM, unos compañeros con menor rango, así que calladitos, por la espalda que rabien si quieren, mientras no lo oiga ni vea yo, (ojos que no ven) La verdad es que eran extraresponsables y nunca tuve que poner orden, muy teutones ellos, aunque no todos eran alemanes, en el trabajo se trabaja y punto. Es una mentalidad que se aprendía pronto en aquella época de Alemania. Las rencillas saldrían en cafeterías de finde, pero de lunes a sábado mutis. Y yo feliz, mientras en mi departamento la cosa funcione, se rinda y cobre a fin de mes, el resto, aire.
El superjefe ni verlo, así que rozarlo menos. Sin duda, uno de mis mejores trabajos.
Con Berlín vino mi desmadre a todos los niveles, pero esa ya es otra historia, que queda para mí y los muy mios, jajaaa
Desde luego en mi caso, si ceso en mi fiebre por currar en aquel entonces, me habrían dado con la puerta en las posaderas. Cuando eres la única boticaria, se nota si no das un palo al agua. Cuando tienes a varios boticas en prácticas de fin de carrera a tu cargo, si no les animas y terminan su trabajo, también se nota, porque el mío se desaceleraría y no lo pensaba permitir. Quedar mal yo por la culpa de otros es algo que nunca he llevado bien... y sigo sin llevarlo. Si me llamas "mala", que sea porque me conoces a fondo, hehehe, no porque te lo cuenten los otros, ay, siempre los dichosos "the others", jajaaa
Hoy en día, tampoco podría hacer huelga de brazos caídos, ya que los pelos de perro invadirían mi habitáculo hogareño. Cuando eres tu propia jefa es peor, trabajas más, estoy convencida de ello.
Lo que yo me pregunto con más detención si cabe es, ¿qué pasaría si en España toda la gente trabajase y las huelgas fueran a la japonesa?
Un saludo cordial de los abrazosos
¡Sed felices!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.