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Hace 25 años que era medianoche en Bhopal





Dominique Lapierre y Javier Moro relataron en un libro titulado "Era Medianoche en Bhopal" la mayor tragedia conocida de la industria química. De hecho, se la conoce también como la Hiroshima de la industria química.

Esta planta había sufrido numerosos accidentes en los que había muerto un trabajador y 25 más habían resultado incapacitados a consecuencia de escapes derivados de instalaciones sin mantenimiento. En 1993 la empresa elaboró un plan de control de accidentes que representaba, de hecho, un mayor recorte de gastos en mantenimiento.

En la noche del 2 al 3 de Diciembre de 1984 la fábrica de pesticidas que la multinacional Union Carbide poseía en Bhopal, situada en el centro de la India, sufrió un escape de unas 42 toneladas de gases tóxicos, principalmente isocianato de metilo. Desde la fábrica se apagó la sirena de alarma para evitar causar el pánico entre la población. La catástrofe subsecuente fue de proporciones aterradoras, descargando una enorme nube tóxica sobre Bhopal que en esos días estaba abarrotada de personas debido a una peregrinación religiosa. Se calcula que ocasionó la muerte directa de más de 20.000 personas en pocas semanas.

Una vez en contacto con el aire, el isocianato reaccionó con otros productos en aerosol formando una mezcla de gases letales, entre los que abundaba el ácido cianhídrico. Estos gases, muy calientes al haberse formado en una reacción fuertemente exotérmica, originaron una nube ardiente que, a ras de suelo, recorrió toda la ciudad y sus alrededores. Mucha gente murió en su cama, otros al salir a la calle para huir, tratando de escapar de una muerte horrible. Se calcula que unas 8.000 personas fallecieron en las primeras 48 horas, 12.000 en 72 horas y casi 20.000 lo hicieron en las siguientes semanas. 

Más de 150.000 personas han sufrido secuelas importantes e irreversibles hasta hoy, mientras los niños siguen naciendo con terribles malformaciones congénitas, las niñas de 14 años sufren una histerectomía a causa de cáncer y los suelos, las aguas, los animales y plantas acumulan ingentes cantidades de productos tóxicos.

Se cumplen de todo ello 25 años y, ¿saben ustedes? los sacos de pesticidas, los vertidos de mercurio y otros productos terribles de esa indústria aún se apilan en la fábrica y sus alrededores. Tal vez no importe a nadie, porque desde luego los vecinos de Bhopal ni son católicos, ni son blancos, ni son aliados estratégicos de nadie.  No importan a nadie. Se montó la fábrica ahí, con un programa de mantenimiento inexistente, porque a nadie le importaban esas gentes. Nada se perdía si ocurria el anunciado desastre, tal como había advertido a la matriz norteamericana el ingeniero jefe indio que estaba al cargo.

Las causas del escape radican en un incumplimiento flagrante de las medidas de seguridad que establecía entonces la normativa hindú y los procedimientos de seguridad de la propia Union Carbide. Esta empresa abandonó la fábrica tras el accidente y dejó en el lugar los restos de sus instalaciones y toneladas de compuestos tóxicos, algunos esparcidos y otros apilados, que aún  hoy siguen emponzoñando aguas y suelos. Los responsables de esta multinacional admitieron que la fábrica de Bhopal no contaba con las mismas estrictas medidas de seguridad y control que aplicaban a su fábrica del pesticida Sevin en Virginia (Estados Unidos); resulta evidente que en suelo norteamericano el accidente habría resultado prácticamente imposible o que las consecuencias para Union Carbide habrían sido muy distintas.

La Union Carbide, posteriormente absorbida por el holding Dow Chemical, acordó con el gobierno indio una compensación de 470  millones de dólares, exactamente la sexta parte de lo reclamado por las asociaciones de afectados. A cambio, el gobierno de  la India renunciaba a cualquier otra reclamación por cualquier vía judicial.

Casi veinticinco años después de esa catástrofe, las indemnizaciones sólo han llegado a los familiares de 11.267 fallecidos,  a razón de unos 1.500 € por persona fallecida. No se ha indemnizado a quienes sufrieron daños irreversibles en su salud mental, ni a los hijos de mujeres expuestas al escape, que han sufrido horrorosas deformaciones físicas y graves problemas mentales.

El 3 de Noviembre de 2008 un tribunal norteamericano aceptó la demanda del colectivo de afectados e instó a Dow Chemical a financiar las obras de limpieza y descontaminación. Esta demanda fue apoyada por el gobierno de la India tras una intensa campaña de movilizaciones emprendida por el pueblo de Bhopal, que culminó en el pasado mes de abril con una marcha de afectados por la tragedia, que recorrió a pie los 800 km que separan Bhopal de Nueva Delhi. Pero aún no se ha hecho nada.

Según un informe de 1984, quedaban sobre el suelo de Bhopal las siguientes cantidades de sustancias tóxicas:
-De residuos de pesticida Sevin 44,558 Toneladas
-De residuos de pesticidas Napthol 2,54 Toneladas
-Materiales residuales obtenidos durante el proceso 18,386 Toneladas
-Materiales procedentes del desmantelamiento de la planta de formulación
-El material del vertedero

Los índices de mercurio presentes en el medio son entre 20.000 y 6.000.000 de veces los niveles máximos tolerables.

De todas formas, en el comportamiento de la Union Carbide el accidente debía ser lo de menos: en 1977 construyeron una balsa para desecar los vertidos químicos de la planta. Dicha balsa se ubicaba a 400 metros de la planta sobre una extensión de 14 Hectáreas. Los cinco granjeros cuyas tierras se expropiaron jamás fueron indemnizados por dicha expropiación pero cada vez que llovía las balsas se desbordaban ocasionando vertidos en las tierras vecinas que primero se llevaron unas vacas por delante, muertas por envenenamiento y luego las tierras vecinas pasaron a ser estériles. Con el tiempo eso solo sería unanticipo de lo que estaba por llegar.

Bhopal y la Union Carbide son la prueba de dos desagradables certezas: la industria sin control puede causar daños terribles en cuanto se relajan las medidas de prevención y el alcance de la responsabilidad de quien causa un daño depende de lo indefensa que seasu víctima: cuanto más desprotegida, más puede el poder económico abusar de ella.

Tal vez nuestro Gobierno considere la posibilidad de que las garantías financieras que deben aportar las empresas en materiade responsabilidad medioambiental no lleguen a ser exigibles en abril próximo, porque el patio empresarial está tocado por lacrísis. Pero es imprescindible que no olvidemos que una cosa es que no nos exijan garantías y otra muy distinta que no estemos obligados a reparar el daño al medioambiente así como las responsabilidades civiles derivadas de daños personales ymateriales. No confundamos y pensemos en Bhopal y su gente pero con mayor perspectiva que la Union Carbide.  Por suerte para nosotros esto no es la India.  ¿O sí?


Este es el informe de Greenpeace :   bhopal-greenpeace.pdf


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