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Nota previa: En este post trataba de explicar, mediante un simil, el funcionamiento de los modelos económetricos y diversas cuestiones relativas a las predicciones de los economistas.

Este post es una reedición de otro publicado con el mismo nombre el 25 de agosto de 2009. Se han corregido algunos fallos de redacción. Sin embargo, los datos, el análisis y las conclusiones se han de entender referidas a 2009. Hoy sigue plenamente vigente.

 

Predicciones y Econometría:

 

Imaginen una persona que acaba de cambiar de trabajo, tiene que estar a la hora de entrada en una zona alejada de su domicilio y tiene que acudir en coche. Esa persona (abusemos de la imaginación) no conoce la zona. Pues esa persona, que tiene que estar a una hora determinada en otro punto de la ciudad, debe averiguar cuánto tiempo le llevará el trayecto a su nuevo trabajo.

El tiempo necesario depende de multitud de factores; algunos muy visibles y otros no tanto. Si somos capaces de determinar todas las circunstancias del viaje podríamos determinar exactamente cuál es el tiempo necesario. Pero esto no es posible. Por tanto, todos hacemos estimaciones (más o menos fiables). Estimamos el tiempo necesario para el recorrido y salimos a la hora necesaria, en consecuencia.

El primer día tenemos muy pocos datos, sólo sabemos la distancia en kilómetros o como mucho pudimos hacer un recorrido de prueba para ver el estado de la carretera. Lo normal sería que preguntemos a algún conocido. Pero claro, no sabemos el tráfico que habrá a esa hora, el tiempo que tardaremos en aparcar ni tenemos ni idea de los posibles problemas que nos encontraremos. La solución para garantizar que no va haber retraso tiene que pasar por salir con bastante antelación.

Poco a poco, con el paso de los días y la experiencia, iremos aprendiendo. Entonces conoceremos que los lunes hay más tráfico, que en la glorieta de turno perdemos un buen ratito, que los fines de mes hay menos tráfico, que saliendo 15 minutos antes se evitan atascos, que el intervalo de tiempo varía según fecha y hora por la escuela que tenemos en el camino... En general, una multitud de pequeños detalles marcan lo que en definitiva nos interesa: “Saber a qué hora tenemos que salir de nuestro hogar”.

Por supuesto, cada día pasará algo. Un día encontraremos un coche en doble fila, otro un coche maniobrando despacio en la salida del garaje y otro día puede que nos encontraremos la glorieta bloqueada. Incluso algún día puede que no pase nada excepcional (que será lo más raro). En definitiva, nunca podremos saber exactamente cuánto tiempo tardaremos pero, de alguna forma, seremos capaces de estimar con bastante precisión la hora a la que debemos salir.

Un buen día algo cambia. Puede ser que cambien las frecuencias de los semáforos, que cierren una calle en la zona (da igual que pasemos por ella o que, aunque no pasemos, los coches sean desviados a nuestra ruta) o puede ser que por fin desdoblen la glorieta que tanto nos fastidia. ¿Qué es lo que ocurrirá? Nosotros hemos salido a la hora de siempre y, de repente, el cambio ha destrozado nuestros cálculos: llegaremos muy tarde o muy temprano. Nuestras estimaciones previas y la experiencia ya no sirven. Por tanto, volveremos a empezar y tendremos que volver a cambiar las predicciones; ahora los tiempos será completamente distintos.

Considero que con este ejemplo podremos entender algunos aspectos de la estadística o de la econometría (que no deja de ser la estadística aplicada a las ciencias económicas). En definitiva, siempre se trata de construir unos modelos para obtener unas estimaciones de una variable que a priori no podemos conocer, a partir de unos datos que sí podemos conseguir (ya sea tiempo para llegar al trabajo, la probabilidad de que nos salga la carta que necesitamos en un juego o las ventas de nuestra empresa para el año que viene).

Por tanto, a partir de este ejemplo, me gustaría tratar de explicar algunas cuestiones relativas a las predicciones, esperando que se vean de forma sencilla.

¿Por qué todas las predicciones son similares pero no iguales?

Es fácil ver que si preguntas a dos conductores cuánto tardan en cruzar una ciudad, tendremos diferencias, aunque al final el resultado sea parecido. Cada persona tiene su experiencia y, en consecuencia, tiene sus propios datos y resultados. Pero, al final, el tiempo necesario es similar, por lo que aunque cada cual se fije en sus propias experiencias, los resultados a los que llegan tienden a ser similares.

En la economía pasa exactamente lo mismo. Existen multitud de variables económicas que podemos utilizar; es evidente que existen fuertes relaciones entre unas y otras. Por tanto, el analista que se ha fijado en el precio del petróleo puede ser capaz de establecer una relación entre el precio del petróleo y la actividad económica. Aquel que ha ido mirando las ventas minoristas logrará también establecer la relación con la actividad económica. Por tanto, ante la pregunta del sentido de la actividad económica, ambos presentarán respuestas muy similares, pero no idénticas.

¿Por qué todas las predicciones han fallado estrepitosamente?

Es fácil entender que cuando el conductor se encuentra de repente obras en el trayecto, llegará tarde al trabajo. En las predicciones ha pasado lo mismo. Todos sabemos que los consumidores, los empleados, los bancos, y todos los agentes económicos no se comportan igual en épocas de bonanzas que en épocas de crisis. De forma que podemos asumir que el sistema económico no se comporta de igual forma. Dicho de otra manera, alguien nos ha preguntado en cuánto tiempo llegamos al trabajo y no nos hemos dado cuenta de que el puente que teníamos que cruzar se había derrumbado y teníamos que dar un largo rodeo en medio del embotellamiento que han formado todos los que con nosotros se han equivocado.

¿Se pueden usar estos modelos para tomar decisiones por parte de los organismos?

Esta respuesta es un poco más complicada. Para entenderlo mejor podríamos formular  la la pregunta de la siguiente forma: ¿Pueden los encargados de diseñar las vías de una ciudad pensar de la misma forma que nosotros, que sólo intentamos ir a trabajar?

Los modelos econométricos son claramente instrumentos apropiados para su uso por las empresas. A partir de variables conocidas se pueden estimar valores de otras variables desconocidas, pero teniendo en cuenta que el sistema no varía (por ejemplo que no vayan a existir obras o alternativas nuevas en nuestro trayecto). Los modelos se vuelven absolutamente inútiles cuando cambian las circunstancias, la situación o las reglas del juego. Debemos tener en cuenta que los gobiernos, por definición, actúan sobre las circunstancias; en consecuencia, parece que estos modelos pueden tener una utilidad nula para predicciones gubernamentales. Por tanto, los datos, las estimaciones y las predicciones desde cualquier organismo público tienen utilidad sólo para detectar problemas, estudiar el pasado, servir de alertas y comprobar la efectividad de políticas. Todo ello referido al pasado, es decir a los campos de la evaluación y el control.

¿Cuánto se tarda en llegar de un punto a otro? Esta pregunta, en manos de quien diseñe las comunicaciones, solo tiene sentido para detectar problemas (encontrar la glorieta dichosa) para decidir donde actuar o bien para comprobar si la apertura de la nueva calle ha dado alguna ventaja. No se puede utilizar este dato (y, por tanto, el modelo) para diseñar una nueva carretera, porque en el momento en que entre en funcionamiento esa carretera (da igual si se ha conseguido o no el objetivo) la respuesta cambiará.

Claro que hoy estas predicciones se usan también con un marcado carácter comercial (eligiendo aquellas predicciones que más interesen por parte del gobierno u oposición), pero eso sería otro post intentando explicar por qué los gobiernos se comportan como empresas.

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