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20N: PP o la apuesta a caballo ganador

Como tenía previsto, me propongo dedicar una serie de entradas a valorar los programas económicos de diversas formaciones políticas. Pero, antes de empezar, quiero dejar claro que no pretendo aquí orientar ningún voto, simplemente voy a utilizar las promesas electorales como excusa para escribir sobre política económica. Como siempre, hablaré libremente: nadie me paga por hablar bien o mal de unos y otros. Todavía no he decidido mi propio voto y, aquí donde me veis, es probable que la economía no tenga ningún peso en mi decisión, precisamente porque creo que la solución a la crisis está en cada uno de nosotros y no debemos esperar que nadie nos saque las castañas del fuego. Los agentes económicos somos muy buenos anticipando y boicoteando todo tipo de medidas, así que no espero gran cosa de unas instituciones que cada vez dependen más de cuartos y quintos poderes. Pero, por respeto y por conciencia democrática, voy a dedicar algo de tiempo a leerme los programas y a currarme este trabajo de divulgación. Espero que os resulte interesante.

Pues bien, voy a comenzar hablando del virtual ganador de las próximas elecciones. Si me permitís la consideración, el PP ya ha ganado la contienda: hay 12 comunidades autónomas en sus manos y no puedo imaginar un escenario con un Gobierno Central de signo diferente. Lo emocionante de la próxima convocatoria está en la configuración del Parlamento, en el que se prevé la entrada de nuevos protagonistas y nuevas voces, para bien –por  representatividad- y para mal –fragmentación de la oposición-. Ante esta perspectiva, debo decir que entiendo perfectamente la estrategia de Mariano Rajoy: no hace promesas que caducarían el 21N y evita anticipar medidas que podrían ser descontadas por sus futuros destinatarios. Claro que, por el mismo razonamiento, habrá una multitud de personas aplazando decisiones a la espera de que el próximo Ministro de Economía esté operativo.

Por ejemplo, si en el programa de Rajoy nos encontramos con la promesa –muy creíble- de recuperar la desgravación por compra de vivienda habitual, a ver quién es el guapo que cierra una operación antes de las próximas uvas. También es lógico que muchos empleadores esperen a la nueva legislación laboral para hacer nuevos contratos y que nadie dé de alta un nuevo negocio para no perderse la nueva hornada de incentivos fiscales. Así que el programa del PP es mejor por lo que calla que por lo que compromete. Al menos si lo analizamos desde las expectativas que genera. Por eso sería bueno que el PP supere el discurso de la herencia porque ellos ya están influyendo en su propio futuro y ya son responsables, en parte, de la próxima tasa de desempleo.

Dicho esto, sobra reconocer que comparto muchos planteamientos del programa popular, que podéis leer en su web.  Estoy de acuerdo en que la mejor política social es la creación de empleo, siempre que no se olviden de que el empleo lo genera la actividad económica privada. También me parece bien que planteen las reformas de manera integral y no en parches. Espero que apuesten en serio por el I+D y por la internacionalización, porque el ladrillo no da más de sí, aunque algunos crean que no hay otra salida. Muy interesantes las propuestas sobre inmigración, basadas en la movilidad y no en los prejuicios. Y también espero que tengan claro que el problema de nuestro déficit es de largo plazo y no de recortes coyunturales. Aquí es donde vamos a medir la capacidad de decisión del Gobierno: si, en efecto, no se tocan Sanidad ni Educación ni Pensiones, habrá que tocar otras grandes partidas y la candidata principal es la prestación por desempleo (esta idea sí debería venir en el programa y no las desgravaciones fiscales que se proponen recuperar).

Al leer el programa del PP, alguien puede pensar que sus propuestas son demasiado vagas y generalistas: nuevas leyes, planes, acuerdos… Un partido de gobierno debería contar ya con una planificación más operativa, incluso con una concreción de tiempos. Pero, por otro lado, entiendo que hacer demasiadas promesas es contraproducente, incluso en el contexto de una campaña electoral. Los empresarios, los consumidores, los inversores, en definitiva, los protagonistas reales de la economía estamos en pausa, a la espera de las primeras medidas del nuevo Ejecutivo. Y el tiempo que estamos perdiendo también forma parte de su responsabilidad.

Por la cuenta que nos trae, mucha suerte al PP.

Actualización (31/10/2011): esta mañana se ha presentado el programa electoral y he cambiado el enlace a la sección "Nuestras Ideas" por el documento "100 propuestas para el cambio", que es un poco más concreto, sobre todo en materia fiscal, como habréis podido leer en los titulares de prensa. Mis disculpas por haberme adelantado. En el programa se detallan medidas interesantes ya adelantadas como el plan "marca España" para apoyar la internacionalización, la simplificación de los contratos laborales y la reforma del IVA para que prime el criterio de caja en lugar del de devengo. Pero también aparece entre líneas la recuperación de la desgravación fiscal por adquisición de vivienda, como parte de una apuesta por el "ahorro a largo plazo". Ya he comentado en otras ocasiones lo que opino sobre la maldita desgravación. Si quieren bajar impuestos, que sea para todos los trabajadores, con independencia de si deciden inmovilizar su ahorro en ladrillo o llevarlo a productos más líquidos. Por otro lado, me temo que lo que necesita nuestra economía y, en particular, nuestro sistema financiero, es que el ahorro nacional se aproveche para la inversión productiva y para prestar sin tener que recurrir a los mercados internacionales. Y eso se consigue bajando el tipo a los rendimientos de capital mobiliario y, desde luego, a los rendimientos procedentes del alquiler.

Actualización (01/11/2011): os adjunto el programa completo, que han colgado hoy. 2 apuntes más. Me ha parecido buena idea apostar por el fondo de capitalización individual para el desempleo (la famosa "mochila" austriaca) y el ajuste de la cotización a los trabajadores que estén en el Régimen General y en el RETA, por mantener una actividad económica por cuenta propia. Sin embargo, me he dado cuenta de que se repite demasiado el tema de la "unidad de mercado" como factor de competitividad. Vamos a ver: una cosa es eliminar duplicidades e incoherencias entre Administraciones y otra muy distinta es defender la existencia de dos o tres focos de poder económico para que las regiones no puedan competir entre sí. ¿Qué entiende el PP por "unidad de mercado"? ¿Rompe la "unidad de mercado" que la sede de un gran banco no esté en Madrid? ¿Debe decidir el Gobierno Central dónde llevar una gran inversión extranjera? No sé, igual estoy siendo un tanto mal pensado, pero me sorprende que el documento insista tanto en un concepto que no explica.

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