Como os comentaba la semana pasada, me propongo alternar mi nueva serie sobre Economía en modo apuntes con los habituales temas de política económica. A menos de un mes para las elecciones generales, toca valorar las propuestas económicas de unos y de otros. Y, mientras las distintas formaciones políticas van subiendo a la red sus programas completos, voy a entrar en el documento que acaba de presentar la patronal madrileña y que ha generado cierta polémica en los medios.
Ni que decir tiene que nadie quiere hacer suyas las ideas de la patronal, pero antes de opinar sobre determinadas cuestiones, hay que leerse los documentos completos, por si tuvieran algo interesante que decir. Se puede estar de acuerdo o no con las ideas incluidas en él pero, al menos, hay una declaración de intenciones clara y transparente. Ya me gustaría saber qué piensan de la vida las organizaciones sindicales, más allá del habitual no a todo que, en la práctica, acaba dividiendo a los trabajadores en blindados y parias. Lo digo sin acritud con toda la acritud que haga falta.
Bien. Dicho lo cual, hay que señalar que la propuesta de la patronal contiene aportaciones, a mi juicio, muy aprovechables –muchas de ellas, eso sí, a falta de mayor concreción- y dos grandes patinazos: su contrato “único” y la restricción del derecho de huelga. Respecto al contrato único, simplemente porque, en realidad, se habla de un contrato indefinido básico y una multitud de excepciones causales: por obra y servicio sin restricciones, a tiempo parcial con autorización de horas extraordinarias, en formación, en prácticas, por fomento del empleo, por lanzamiento o cambio de actividad... Con esta propuesta de modalidades a la carta, no entiendo para qué quieren el contrato indefinido con indemnización de 20 días y máximo de 12 mensualidades. Habla la patronal de flexibilidad organizativa pero con este sistema lo único que queda garantizado es el fraude de ley, la rotación infinita de los trabajadores y, por tanto, el hundimiento de la productividad. Esto puede ser bueno para mantener negocietes resultones pero no para crear empresas competitivas. Para eso, que pidan el despido libre y gratis total.
El tema de los costes es vital en cualquier empresa y entiendo perfectamente que los empresarios pidan rebajas en cotizaciones –un impuesto a la contratación que, además, no tiene en cuenta el tamaño ni los beneficios de la empresa- y en indemnizaciones. Pero no entiendo por qué una reforma laboral debe ser, por sistema, tan chapucera. Los trabajadores deberíamos competir en capacidad, no en condiciones laborales. Cambiar a un trabajador formado por otro novato sólo porque es más barato o porque se le puede despedir más fácil es indefendible por la derecha y por la izquierda. Por otro lado, las cotizaciones sociales son una barrera de entrada que dificulta la creación de empresas nuevas y deja a la economía en manos de unos pocos empleadores para los que pagar indemnizaciones es el menor de sus problemas. Y a las pymes, que son las que peor lo tienen para competir por el talento, les vendría bien contar con un margen de maniobra a la hora de retribuir a sus trabajadores. Por tanto, me parece bien tocar costes en función del tamaño de la empresa, pero no en función de la modalidad contractual o del número que calza el currito.
En cuanto al tema del derecho a la huelga, me imagino que no será por el enorme poder de presión que tienen los trabajadores de las pymes de España. La Ley de Huelga ya establece los resortes adecuados para que no se produzcan abusos, no se me ocurre qué otras restricciones hacen falta, siempre que se cumplan las reglas del juego. Precisamente, las huelgas hacen más pupita en las empresas grandes y estratégicas, y es lógico que sus trabajadores puedan ejercer su derecho constitucional con fuerza proporcionada al tamaño de la contraparte. En todo caso, son los trabajadores de las pymes los que podrían exigir un reequilibrio de fuerzas en su favor. De verdad, no sé en qué estaban pensando los empresarios madrileños al incluir esto en su documento.
Por lo demás, el documento incluye decenas de buenas ideas, muchas de ellas de sentido común, como las que se refieren a facilitar la liquidez de las empresas, buscar alternativas a la financiación bancaria, medidas para mejorar el sistema educativo, redimensionar el tamaño y las funciones del sector público… Me alegro de que la patronal sea sensata y apoye el espíritu emprendedor –será que no esperan una avalancha de nuevos competidores- y de que apueste por la bajada de impuestos en lugar de por la cultura de la subvención –al contrario de lo que exigen otras patronales, estos no hablan de subvencionar a sus propios clientes-.
En fin, antes de criticar en función de los titulares recomiendo leer el documento completo. Estoy seguro de que la mayor parte de las ideas pueden ser tenidas en cuenta en cualquier programa político.
La próxima semana habrá sesión doble, ya que me meteré con los programas del PP y del PSOE, dedicaré un post a cada uno.
Que paséis una buena semana.
S2.