Me permitís un par de ideas pensadas en voz alta. La primera: la crisis alimentaria en el Tercer Mundo -a diferencia de la que da título a este blog- no es precisamente un estado de ánimo. Se trata de una tragedia 100% real que no se resolverá con maneras occidentales. Con esto no quiero decir que no sea necesaria la rendición de cuentas acerca del destino del dinero -cuestión tremendamente difícil-. Pero es todavía más importante conseguir que las microeconomías del Sur avancen hacia la independencia y la autogestión, desde un principio muy sencillo de entender: si hacen falta sillas en Senegal, facilitemos que sea allí donde se fabriquen con mano de obra local. Si nos empeñamos en enviarlas desde aquí, sólo nos desarrollamos nosotros. Si hace falta el doble de alimentos, estupendo, pero que la producción y el empleo sean locales.
La segunda idea: no nos debe extrañar que haya tanta ineficacia entre la maraña de instituciones, con sus correspondientes funcionarios y sus recargadas agendas de reuniones, que se trae nuestro solidario Norte. Estoy emocionado con el rollito que se traen Obama y Hillary en esta materia -lo digo completamente en serio, os lo prometo- pero mucho tiene que cambiar la cultura solidaria de políticos, de algunas ONGs francotiradoras -en esto creo que ya vamos aprendiendo a trabajar en red pero todavía queda algún que otro resquicio de protagonismo- y de los propios ciudadanos que aportan tiempo y/o dinero.
Por lo demás, veo que las intervenciones de la cumbre de Madrid siguen erre que erre con culpar a un tal "Libre Mercado", que no sé si han conocido alguna vez. Precisamente, iniciativas como el comercio justo, los microcréditos o la banca ética empiezan a permitir que algunas economías de subsistencia entren a competir. Pero no dejan de ser un simulacro de sano mercado, porque no se puede competir con agriculturas subvencionadas ni con economías sobreprotegidas, a no ser que haya alguna organización detrás que asuma las pérdidas.
Al cierre de esta entrada veo que la Cumbre ha puesto un montón de dinero encima de la mesa para seguridad alimentaria y ha vuelto a reiterar el compromiso de llegar al 0,7% del PIB. Yo sigo pensando que el hambre ya no se soluciona con dinero. Pero está bien que los Reyes Magos se reúnan de vez en cuando para revisar la Carta.