En efecto, la Contabilidad Nacional nos da una caída interanual del PIB del 4,2%. Aunque el descenso se haya ralentizado en el último trimestre, lo grave es que el consumo ya no es el motor que peor va: la inversión en bienes de equipo, que es la que nos prepara para el medio y el largo plazo, ha caído un 28,9%. Y la mejora de nuestro abultado déficit comercial -la diferencia entre lo que exportamos e importamos- se debe principalmente a que compramos menos al exterior.
Ante este panorama, me gustaría dar la razón a los teóricos del decrecimiento sostenible pero ocurre que en esta caja negra que es el crecimiento económico sólo hay una certeza: si cae la producción, cae el empleo. Cosa que no podemos decir al contrario, porque ya sabemos que hay procesos de crecimiento destructores de empleo. El INE ya contabiliza una pérdida interanual neta de 1.369.000 puestos de trabajo.
Por lo que respecta a la inflación, el IPC armonizado adelantado se coloca en el -0,8% interanual y parece que los precios al consumo se van animando, después de haber tocado fondo en julio. Los precios industriales ya acumulan una caída del 6,7%, con los datos de julio en la mano. Sin embargo, recordemos que estos indicadores de precios no son más que señales de alarma y que el origen de la inflación está en la cantidad de dinero, medida por los Bancos Centrales a través de agregados como el M3. Si en todos los ríos monetarios (BCE, Banco de Inglaterra, Reserva Federal) empiezan a sonar subidas de tipos, es que van cargados de agua, y hay que prevenir próximas inundaciones. Por ello me alineo con los escépticos y no me creo que vayamos a tener deflación. Las autoridades monetarias mundiales no lo permitirán.
Quiero terminar con un par de relativos-buenos datos. Lo primero, y lo siento por los amigos de la economía-ficción, lo de salirnos del euro va a ser que no. En esta vida, me refiero. Nuestro déficit público “todavía” no llega al 4% del PIB. Peores datos se han visto en las Galias y ahí están, liderando la recuperación con los alemanes. Con esto no quiero decir que me haga gracia el próximo ajuste presupuestario, y ya habrá tiempo de comentar algo al respecto. El segundo buen dato es que el euribor (en torno al 1,3%) tiende a alinearse con el tipo de intervención del euro, debido a la mejora de la confianza entre las entidades que se prestan dinero mutuamente. Que el euribor y el tipo oficial vayan paralelos será bueno para que las próximas intervenciones de Trichet tengan un mínimo de eficacia y sirvan para el control de la economía.
No me resisto a decir la frase: nos espera un otoño caliente. Más nos vale tomarlo con calma y no dar demasiada importancia a lo que nuestros representantes nos cuenten en público, sea bueno o malo. Lo único que nos va a sacar de la crisis es lo que hagamos desde lo cotidiano. No en vano, la rutina es la mejor tierra para los brotes verdes.
Saludos y feliz regreso.