El plan del Gobierno central para ahorrar 5.000 millones de euros en energía es muy loable, pero no deja de ser eso: un plan. También es una buena noticia la aparición de ingenios como el avión presentado en la UIMP esta semana, que volará con energía solar. Pero todavía nos queda mucho tiempo para ver plasmado ese ahorro pretendido en nuestras facturas y, sobre todo, para que los especuladores de los mercados de futuros de materias primas empiecen a comerse las uñas de pánico.
De hecho, no sé si los beneficiarios del plan de ahorro energético del Gobierno de Cantabria -ya hace más de un año de aquello- están notando los efectos en su bolsillo. Más bien creo que no, dadas las posteriores subidas tarifarias. Y que conste que me sigue pareciendo bien la inversión pero es desesperante comprobar que no hay forma de regatear unos pocos céntimos de euro al consumo doméstico.
Después de una vuelta por la red buscando soluciones originales al problema -ya nos sabemos lo del aislamiento, las bombillas de bajo consumo, los electrodomésticos de clase A+ y, sobre todo, las luces apagadas- sólo me queda mencionar la de la corbata. Ahí tenemos al ministro Sebastián dando ejemplo y, la verdad, a los detractores de esta prenda nos viene muy bien la excusa para no utilizarla.
Hay otro remedio casero por excelencia -aunque nada original- que Bruselas nos ha vuelto a poner a huevo: me refiero a lo de apagar la tele y dedicarse al mutuo afecto en pareja ahora que proponen reducir el IVA a los preservativos. Muy eficaz. Para el ahorro de energía eléctrica, me refiero. Y no me digan que lo de apagar la tele es difícil.
Por lo demás, nada como salir de casa en este verano tan espectacular que estamos teniendo. Lo digo para mis seguidores de fuera de Cantabria: no se dejen engañar por el hombre o la mujer del tiempo y dénse una vuelta por aquí arriba a ver las diez cuevas rupestres que ya son Patrimonio de la Humanidad. Alguna idea sacaremos del Paleolítico, por si acaso tenemos que regresar.