El próximo 17 de Octubre aparece destacado en el calendario como Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. En torno a esta fecha, varias ciudades españolas organizan una semana cargada de actos de sensibilización que, cuando menos, sirven para recordarnos que tenemos 8 Objetivos sin cumplir y sin expectativas de avances significativos (si exceptuamos algún brote verde en materia de educación primaria y en países muy concretos). Casi a la vez que el FMI anunciaba el fin de la crisis económica global para-todos-menos-para-España (chincha, chincha) volvía a saltar el titular de que 1.000 millones de personas se mueren de hambre y la crisis global recorta sus posibilidades. Se trata de una gran marea humana pero, por desgracia, pertenece a ese 80% de planeta no mediático, como si no tuviera una crisis local y crónica de la que preocuparse.
Sabéis que no soy partidario de buscar soluciones fuera del mercado -con todas sus limitaciones pero, sobre todo, con todas las oportunidades que hemos aprovechado en el primer mundo- ni de las políticas de cooperación que se limitan a soltar dinero desde el helicóptero, sin la participación de una contraparte local e independiente. Pero me apunto a apoyar sin condiciones cualquier iniciativa de difusión y de puesta al día sobre la cosa.
Obama acaba de recibir todo un Premio Nobel de la Paz por el simple mérito de prometer un cambio global. Mañana saldrá el Nobel de Economía -seguro que con un montón de soluciones para la crisis-. Pero no está de más recordar que todo esto no da de comer a ninguno de esos 1000 millones. En el mejor de los casos, da para un post lleno de buenas intenciones.
Os invito a uniros, en la medida de lo posible, a lo que se organice en vuestras ciudades. A ver si con un poco de ruido los geveintes se animan a cambiar el titular del plato por algo sólido y nutritivo.
Saludos.