Bueno, pues no andaba yo muy desencaminado: Trichet mantiene el tipo por prudencia. Era lo previsible por mí y por los mercados. Algunos expertos pretenderán que esto confirme una supuesta tendencia a bajar el precio del dinero de cara a marzo (siguiendo la estela del Banco de Inglaterra y de la Reserva Federal) y terminar con el dilema crecimiento-inflación apostando por el primero. Veremos.
Yo sigo en mi línea. Las economías occidentales siguen empeñadas en crecer a golpe de crédito, en lugar de poner las bases para un nuevo modelo de desarrollo. La inflación ya no parece asustar a nadie, como en los tiempos del IPC de dos cifras. Poco importa perder competitividad frente al exterior o que los ahorradores vean mermada la rentabilidad de su dinero. Habrá quien se empiece a frotar las manos: vuelve la ilusión monetaria para aliviar la cuesta de enero. Y lo que es peor: el consumo presente frente al consumo futuro. No hace falta una carrera de economía para prever el final de la cadena.
Ya nos han dado los toques oportunos acerca de nuestro crecimiento en 2008. Habrá que esperar que nuestra keynesiana política económica mueva la demanda interna y nos permita capear el mal año que nos viene. Así que lo dicho: veremos.