Continúa la gente de C’s desgranando su programa económico y político. La semana pasada presentaron su quinto bloque de propuestas, en torno a la corrupción y el capitalismo de amiguetes. Se trata de dos asuntos complementarios, dos caras de la moneda hispánica: de un lado, un sistema económico que no se sustenta sobre el mérito, la competencia sana y la iniciativa privada, sino en el juego de unas instituciones omnipresentes y mal diseñadas; de otro lado, la utilización fraudulenta del sistema en beneficio de unos pocos. En efecto, Gurtel, Púnica, ERE’s, los escándalos en el sector de la formación y otros muchos no son más que el fruto que recolectamos de un Estado sobredimensionado y enraizado en lo peor de nuestra cultura: el compadreo, la picaresca y el fin del máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo.
No confío demasiado en que podamos transformar todo un sistema cultural tocando unas cuantas piezas de las instituciones que nos hemos dotado. Creo que nuestros problemas necesitan una buena cura basada en el liberalismo político, económico y social. Empezando por reducir el tamaño del Estado y de sus componentes (me parece admisible pensar en una red federal de estados mínimos). No creo que podamos imitar lo mejor de las instituciones occidentales si los españoles no transformamos nuestro modo de hacer las cosas en la vida real: si podemos enchufar a un conocido lo enchufamos, si podemos saltarnos un procedimiento nos lo saltamos, si nos piden un favor lo concedemos en nombre del colegueo y del hoy por ti. Y todo el que tiene acceso a la caja acaba encontrando la manera de beneficiarse de su contenido, unos choriceándolo a la brava y otros por medio de métodos legales y justificables. En cualquier caso, nadie defiende el interés general porque sí. Es bueno aceptar esto a la hora de diseñar instituciones, mecanismos e incentivos.
Dicho esto, voy a mencionar algunas ideas que me han parecido debatibles entre las propuestas que nos trae Ciudadanos.
Protejamos a los chivatos
Seguramente esta medida se ha introducido más por llamar la atención que por otra cosa (lo de chivatos viene tal cual en el documento). Parece mentira que el blindaje laboral que disfrutan los funcionarios no sea suficiente para que los políticos pisen con más cuidado. Y es que no abundan los héroes en la función pública. Bien por evitarse dolores de cabeza (uno denuncia si se siente afectado directamente) o por ese colegueo extra-político que existe en algunos niveles de la administración (por amistad, vecindad o lo que sea) me resulta difícil pensar que los chivatos vayan a ser muy relevantes en la lucha contra la corrupción. No sé qué os parece a vosotros.
Atascados en las puertas giratorias
Pues sí, llevamos mucho tiempo atascados en temas donde no hay tanto que rascar. Desde mi punto de vista, nuestros dirigentes deberían tener experiencia laboral previa y un puesto de trabajo al que regresar cuando dejen la política. La clave del problema está en aquellos que no tienen colocación posible fuera de la gestión de compadreos. Igual hay que hablar menos de primarias para los partidos políticos y más de currículos y vidas laborales. Y no estoy hablando de titulitis, que quede claro.
La participación de la sociedad civil
Me parece fundamental abrir las puertas de las instituciones a todo el que tenga algo que aportar. Aunque sea en beneficio propio. Repito que nadie busca el interés general porque sí, así que yo también apuesto por la regulación de los lobbies. Y bien por esas iniciativas populares apoyadas por 100.000 firmas, aunque seamos realistas: ¿veremos debates de altura impulsados por la sociedad civil o sólo discutiremos sobre el Toro de la Vega?
El acceso a la función pública
No creo que tengamos un problema real aquí, salvo en lo que se refiere a la promoción del empleado público neutro, el que nunca va a llegar a nada por falta de padrinos –aunque esto sucede también en el mercado laboral-. Sí me parece que la administración tiene que ser ejemplar en cuanto a condiciones de trabajo y en los últimos años se está abusando demasiado del personal laboral. No siempre es para colar a familiares y amigos, a veces es necesario contratar a gente preparada y con experiencia laboral previa que no podría acceder a un empleo en la Administración porque sus competencias no aparecen nunca en los baremos. Por otro lado, no creo que sea necesario que todos los puestos de trabajo deban ser ocupados por funcionarios de carrera. Una cosa es dar estabilidad a la gente y otra muy distinta es colapsar la administración con jarroncitos chinos que no sabemos ubicar.
Regular a los reguladores
Los que sigan a Luis Garicano sabrán que el tema de los organismos reguladores es recurrente en sus artículos y trabajos académicos. No es para menos. El capitalismo de amiguetes –si no me equivoco él mismo acuñó el término- consiste en un doble sistema: uno abierto, fácil, flexible para las empresas que pueden acceder al palco, y otro lleno de normas y trampas para el resto de los mortales. Desde luego ese no es el liberalismo económico que vamos predicando algunos. Ahora bien, ¿es posible dotarse de personal independiente para dirigir organismos como la Comisión Nacional de la Competencia? ¿Quién controla al controlador? Sé que muchos defendéis las soluciones regulatorias para todo, pero yo no veo más que un bucle infinito de dificultades. En el documento de propuestas se detalla un procedimiento de selección para presidentes y consejeros, a ver qué os parece.
La responsabilidad social de las empresas
Por último, el documento menciona la necesidad de que empresas y directivos asuman la responsabilidad social corporativa. Se trata de ir más allá del respeto al medio ambiente y abordar cuestiones de ética fiscal y laboral, si me compráis el término, y de juego limpio a la hora de competir. De nuevo tengo que decir que nadie actúa por amor al arte, ni siquiera los ultras de lo público. La semana pasada han pillado a una organización sindical aprovechándose de la figura del falso autónomo y despidiendo sin piedad. Por otro lado, existen empresas que llevan la responsabilidad social de origen –me refiero sobre todo a las cooperativas- y no veo intención de restablecer las ventajas fiscales que tuvieron en su día (hoy cualquier empresa de reducida dimensión puede disfrutar de las mismas bonificaciones). Si las buenas prácticas no compensan será difícil que las empresas las adopten.
En fin, el documento que nos presenta C’s es bastante denso y daría para hablar de mucho más. En los comentarios podemos desarrollar el tema, si os parece. En cualquier caso, me parece loable la intención de acabar con la corrupción y con ese falso capitalismo, pero no basta con decirlo. Nuestra cultura y el tamaño de nuestras administraciones no ayudan nada.
S2.