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Fe y Finanzas: Todos somos creyentes en mayor o menor medida

Decía G.K. Chesterton aquello de:

Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo

La realidad del escritor británico, excelsamente plasmada en sus obras del Padre Brown, estaba innegablemente imbuida de una constante batalla contra la postmodernidad, el relativismo y el materialismo, relación que no es de extrañar dada su profunda convicción religiosa. La situación que Chesterton denunciaba a comienzos del s.XX se ha ido agudizando, por cuanto la política y un elevado número de corrientes de pensamiento y/o grupos de opinión han exprimido al máximo las posibilidades de dicho criterio ambivalente, un plano en donde si no hay ética no tiene cabida la estética.

La economía es una cuestión de fe. Fe en que el plan de negocio que acaba de presentar la compañía realmente haga que crezcan las ventas y baje su deuda, fe en que el emisor del bono cumpla sus compromisos de pago, fe en que el billete que tengo en la mano mantenga su valor en función del banco central que lo respalda y pese al abandono del patrón oro. La ciencia y la matemática siempre podrán darnos argumentos para una apuesta u otra, pero siempre existirá un factor de incertidumbre que se deje a merced de la convicción y del instinto, de otra forma no existiría la especulación y por tanto tampoco el universo financiero tal y como lo conocemos.

Este blog no se llama “In Funds We Trust” por casualidad. El simple hecho de optar por un gestor u otro, por una firma u otra, por un nicho y otro, constituye un acto de fe, en gran medida avalada por un track-record y un expertise, pero en parte también por nuestra previsión de futuro. Si tenemos una visión positiva de la economía estadounidense para los próximos años rebuscamos en la categoría y escogemos el Fidelity America; si creemos en el crecimiento industrial global invertimos en el BGF World Mining A2; o si pensamos que España va a ir como un rayo nos ponemos largos en el Santander Iberia Small Caps.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando la fe, bajo su concepción puramente teológica y mística, se filtra en nuestras carteras?¿cuándo se convierte la creencia íntima en un filtro discriminatorio para cerrar o abrir puertas?. Bastante es sabida la limitación que por ejemplo La Iglesia Católica pone a sus inversiones, evitando por ejemplo tomar acciones o deuda de empresas armamentísticas, e incluso los llamados “fondos éticos” se autoimponen sus propios criterios morales para prescindir de ciertas oportunidades. Vamos un paso más allá y nos adentramos en el desconocido mundo de las finanzas islámicas.

Como no podría ser de otra forma las finanzas islámicas están directamente ligadas a los preceptos de la Shariah o Ley Islámica, no sólo en lo que pudiere ser mas superficial como industrias relacionadas a la pornografía, el alcohol o el cerdo (todo aquello que se considere haram), sino también en lo tocante a la propia configuración del negocio. Por ejemplo, los tres preceptos básicos son la prohibición del cobro de intereses, la prohibición apuestas y la prohibición de asumir riesgos excesivos, los beneficios/pérdidas se compartirán de mutuo acuerdo según relación contractual y de ahí surgirán los rendimientos financieros.

Quizás la costumbre de guardar los billetes y las estampitas en la misma cartera tenga un cierto componente irónico ¿no?.

 

 

UN FONDO PARA CREER: FRANKLIN GLOBAL SUKUK FUND

La gestora norteamericana Franklin Templeton siempre se ha caracterizado por una predisposición natural a los mercados exóticos y emergentes, por ello no es de extrañar que cuando se busca opinión al respecto uno de los expertos más reseñados sea Mark Mobius, gestor insignia de la firma.

Llegados a cierto grado de especialización, la compañía decidió sacar una línea llamada Franklin Templeton Shariah Funds, compuesta por tres vehículos cuyo eje principal es el cumplimiento de las finanzas islámicas a la hora de invertir. De ellos uno es el que nos atañe.

Su nombre, Sukuk, responde a uno de los instrumentos principales de la cartera y que vendría a ser una suerte de bono cupón cero mezclado con letras del tesoro, que siempre se compra a descuento y a término devuelve el principal. También emplea los Mudabarah, que serían una especie de deudas a corto plazo que se calculan como una “ayuda a las transacciones comerciales” incluyendo los costos, o los Wakala, que actúan como contratos bilaterales de apoyo a la actividad empresarial a cambio de unas tarifas.

Como imaginan, los emisores de este tipo de productos son gobiernos y empresas de países Asiáticos de mayoría musulmana, aunque de forma marginal también encontramos emisiones ad hoc desde EEUU, Hong Kong o Reino Unido. Con todo, el grueso de la cartera lo forman Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Malasia e Indonesia. Eso sí, se buscan emisiones en USD para evitar al máximo fluctuaciones por divisa.

Al frente del equipo gestor encontramos un tándem formado por Stephen Dover y Dino Kronfol, que desde EEUU y Emiratos Árabes, de manera simultánea controlan el comportamiento del fondo.

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