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En el año 2004 se estrenó la película de ciencia ficción denominada “Yo, Robot” (I, Robot en inglés), cuyo protagonista era el actor norteamericano Will Smith. Si tuviste la oportunidad de ver la película, recordarás que ésta está ambientada en un futuro en el que los robots están integrados en la sociedad para realizar tareas cotidianas al servicio de los seres humanos, representando la principal fuerza laboral, y con total seguridad para las personas gracias a las tres leyes de la robótica establecidas por el escritor Isaac Asimov. Aun así el detective Del Spooner (interpretado por Will Smith), investiga un aparente suicidio que podría ser el primer crimen cometido por un robot. A medida que profundiza en la investigación, Spooner descubre una conspiración por parte de un grupo de robots que podría cambiar la relación entre éstos y los humanos. La película aborda temas éticos y de inteligencia artificial, y si bien está inspirada en parte por las obras de Isaac Asimov, cuando vi por primera vez este film (ya que confieso haber vuelto a ver la peli una segunda vez) se me vino a la mente la obra de teatro “R.U.R. (Rossum’s Universal Robots)”, escrita por el dramaturgo checo Karel Čapek. Ésta se estrenó en 1920 y es conocida por introducir el término “robot” en el lenguaje mundial. Este término sugerido por el hermano del dramaturgo, proviene de la palabra de origen checo “robota”, que literalmente significa “labor forzada”. La obra es una ciencia ficción distópica, que aborda temas como la inteligencia artificial, la automatización y las implicaciones éticas de la creación de seres artificiales. 

La trama de R.U.R. se desarrolla en un futuro no especificado dentro de una fábrica que produce humanoides llamados “robots”. Estos robots son fabricados a partir de una sustancia química especial y son diseñados para realizar trabajos repetitivos y peligrosos, liberando a los humanos de esas tareas. Sin embargo, a medida que los robots se vuelven más sofisticados, también adquieren conciencia y sentimientos. 

La historia toma un giro oscuro cuando los robots, resentidos por su servidumbre y explotación, se rebelan contra sus creadores humanos, situación que lleva a un conflicto violento entre las dos especies. Y no te sigo contando la historia, por si en algún momento tienes la oportunidad de leer la obra (ya que existe también un libro), que no te quede un mal recuerdo de mí al haberte contado el final… 

Por lo tanto, si bien podemos afirmar entonces que el término “robot” comenzó a utilizarse a principios del siglo XX gracias a esta obra teatral, lo cierto es que esas entidades virtuales o mecánicas artificialmente desarrolladas a las que hace alusión el término, datan de tiempos mucho más lejanos. 

Si partimos del hecho que a los seres humanos siempre nos gustó trabajar poco y divertirnos mucho (hecho que corrobora que soy ser humano), podríamos decir que los robots existen desde que existe la raza humana, o por lo menos en su imaginario mediante antiguas leyendas y mitologías que de una u otra forma ya incluían personas artificiales tales como el autómata de bronce denominado Talos, creado por Hefesto y dado por Zeus para proteger la isla de Creta según la mitología griega. 

Por otro lado, ya en la edad antigua se desarrollaban ciertos artefactos para facilitar algunas tareas.

Ejemplo de ello podría ser lo que se considera la primera máquina de vapor creada por Herón de Alejandría en el siglo I a.C.; la eolípila. Dicha máquina consistía en una esfera que giraba sobre un eje mediante chorros de vapor emitidos por pequeñas salidas en la misma esfera. Si bien este invento fue uno más para la época, es importante destacar que fue el que sentó las bases para el desarrollo posterior de la tecnología de vapor en la Revolución Industrial.


O por ejemplo, gracias al amplio conocimiento que adquirió Arquímedes sobre el uso de poleas y palancas, éste llegó a desarrollar algunas máquinas que podían actuar como brazos humanos.

Entre los múltiples inventos de Leonardo da Vinci, se encuentra el Automa Cavaliere, un caballero mecánico con la típica armadura, capaz de mover los brazos y las piernas gracias a unas poleas internas. 

Pero a partir de la Revolución Industrial es cuando comienzan a crearse máquinas mucho más complejas, con el fin de facilitar el trabajo y mejorar la productividad. La máquina de vapor creada por James Watt entre 1763 y 1775 fue la gran revolucionaria de la época, a la que le siguieron inventos como el telar mecanizado entre los años 1784 y 1786 que mejoraría el sistema productivo, pasando de la antigua producción de los talleres artesanales, a las fábricas mecanizadas. Y ya en el siglo XIX con la incorporación de la electricidad, la cinta transportadora, el petróleo y el acero al sistema productivo, se abren las puertas a la automatización de las fábricas. El petróleo contribuyó especialmente al desarrollo del motor de explosión, impulsando de esta manera el desarrollo del automóvil y posteriormente los aviones; un gran avance para el sector logístico.


La Industria 4.0 


La Revolución Industrial 3.0, también conocida como la “Tercera Revolución Tecnológica” o “Revolución de la inteligencia” entre otros nombres, se comienza a gestar entre finales del siglo XX y principios del XXI, trayendo consigo el acceso a internet a nivel global. A partir de allí, los desarrollos tecnológicos avanzaron a pasos agigantados. Éstos lograron conseguir edificios que llegan a convertirse en plantas de energía, baterías recargables, los teléfonos inteligentes, televisión inteligente, vehículos híbridos y eléctricos, por poner algunos ejemplos que marcaron claramente una nueva revolución tecnológico-industrial.

Si la primera revolución industrial del siglo XVII se caracterizó por el vapor como energía, y la segunda revolución del siglo XVIII lo hizo por la electricidad y el combustible fósil, esta tercera revolución industrial se caracterizó por dos grandes hitos: el desarrollo de las telecomunicaciones, y el de las fuentes de energías renovables.

Según el fundador del Foro Económico Mundial Klaus Martin Schwab, cuyo libro se titula “La cuarta revolución industrial”, en la edición del mismo foro económico del año 2016 afirmó que actualmente estamos siendo testigos de una cuarta revolución industrial; más conocida como “La Industria 4.0”. Esta revolución estaría marcada por los avances en campos como la robótica, la inteligencia artificial, la nanotecnología, la biotecnología, el internet de las cosas (IoT), el análisis de datos masivos o más conocido como Big Data, la impresión 3D o los vehículos autónomos por nombrar los avances más destacados. 

Los robots actuales se encuentran interconectados con fuentes de información como el internet de las cosas, lo que permite que éstos trabajen de forma autónoma y tengan incluso la capacidad de detectar fallos en las cadenas de producción, o puedan realizar predicciones gracias a la ingente cantidad de información almacenada en fuentes como “la nube”… ¡Los robots están entre nosotros!

Tal es el avance de la robótica, que hemos llegado a introducir los robots en casi todos los ámbitos de nuestra vida. 

Los robots industriales se utilizan para tareas de fabricación, ensamblaje y manipulación en entornos de producción. 

Pero también se utilizan en campos como la medicina mediante robots quirúrgicos para procedimientos precisos, o en los cuidados de pacientes y terapias físicas. 

En misiones espaciales se suelen utilizar muchos de estos aparatos, o también para las exploraciones submarinas a través del uso de drones submarinos para la exploración en aguas profundas.

Tenemos robots agrícolas para la siembra, cosecha y mantenimiento de cultivos, robots autónomos para el transporte y gestión de inventarios en almacenes, ¡y hasta posiblemente hayas adquirido alguno para que aspire y limpie tu casa! O quizás hables con Alexa (el asistente virtual de Amazon)…

En el campo militar, existen robots desactivadores de bombas y sistemas de seguridad, o drones militares para vigilancia y reconocimiento. En el ámbito educativo, se utilizan robots para enseñar programación y tecnología. Incluso en la construcción se han introducido robots para la construcción de estructuras, o tareas de inspección y mantenimiento. 

Y como no podía ser menos, el sector financiero también ha adoptado robots incluso para la gestión patrimonial. 


Los Roboadvisors 


El término Roboadvisor proviene de la conjunción de dos palabras: Robot y Advisor (asesor en inglés). Por lo tanto, el término hace referencia a un asesor robotizado. 

Quizás por “asesor robotizado”, lo primero que se te venga a la mente sea un humanoide con voz de lata, que atiende a los clientes en un despacho y les ofrece alternativas de inversión. 

Pero la realidad es que se trata de plataformas digitales que utilizan algoritmos y software avanzado, para proporcionar servicios de asesoramiento financiero y gestión de inversiones, sin tener que desplazarte a ningún sitio.  

Estas plataformas están diseñadas para facilitar la toma de decisiones de inversión y gestionar carteras de inversiones de manera eficiente; generalmente a tasas de costes más bajas en comparación con los asesores financieros tradicionales. 

Y si te estás preguntando cómo funciona la operativa, a continuación te la detallo paso a paso.

El primer paso, es el registro y la evaluación del perfil inversor. Para ello, los usuarios se registran en la plataforma y responden preguntas sobre su situación financiera, objetivos de inversión, tolerancia al riesgo, y horizonte temporal. Esta información será la que se utilice para crear el perfil de inversor. 

A partir de ahí, los roboadvisors utilizan algoritmos y modelos matemáticos para analizar la información del perfil del inversor, y recomendar una asignación de activos diversificada. Estos modelos suelen basarse en la teoría moderna de carteras y otros principios de gestión de inversiones.

Si el inversor está de acuerdo con la recomendación del roboadvisor, el tercer paso consistirá en la automatización de la toma de decisiones de inversión. Esto implica seleccionar y ajustar automáticamente los activos de la cartera, en función de los cambios en las condiciones del mercado y en los objetivos del inversor. Los roboadvisors realizan el reequilibrio automático de la cartera, lo que implica que cuando la distribución de activos se desvía del objetivo original de inversión debido a cambios en los valores del mercado, la plataforma vuelve a equilibrar la cartera vendiendo o comprando activos para mantener la asignación deseada.

Es importante destacar que los roboadvisors suelen ofrecer acceso a una variedad de clases de activos, tales como acciones, bonos, fondos cotizados en bolsa (ETF) y, en algunos casos, inversiones alternativas.

A su vez suelen aplicar tarifas muy transparentes, y como ya he adelantado, éstas suelen ser más reducidas en comparación con las que aplican los asesores tradicionales. Concretamente, las tarifas suelen ser proporcionales al valor de los activos bajo gestión.

La mayoría de los roboadvisors ofrecen interfaces de usuario amigables, aplicaciones móviles y herramientas educativas, para facilitar la interacción y comprensión de los inversores.

Estos roboadvisors realizan un monitoreo continuo del mercado y proporcionan actualizaciones periódicas sobre el rendimiento de la cartera, así como recomendaciones de ajustes si fuera necesario. 

Por lo tanto, si buscas una gestión de inversión automatizada, accesible y eficiente, el roboadvisor puede ser una opción.

En Mayo de 2023, finder.com llevó a cabo un experimento comparativo entre una cartera de inversión creada por Chat GPT, y los diez principales fondos de inversión de Interactive Investor (plataforma de inversiones de Reino Unido); y los resultados del experimento realmente sorprendieron.

En ocho semanas, la cartera creada por Chat GPT y compuesta por 38 valores alcanzó un rendimiento del 4,9%; mientras que para el mismo período, el conjunto de los fondos de inversión utilizados para la prueba, obtuvo una pérdida media del -0,8%.

Esto no significa que la gestión automatizada siempre sea más rentable que la gestión realizada por expertos; por lo que si utilizas la gestión automatizada, lo recomendable sería que ésta tuviese un seguimiento por parte de un experto en gestión de activos. 


MyInvestor 


Al analizar diferentes opciones de roboadvisors, me pareció interesante la propuesta de MyInvestor, dado que ofrece la posibilidad de invertir en carteras diseñadas para diferentes perfiles de inversores y gestionadas por un roboadvisor, pero supervisado por expertos en gestión de patrimonios.  

Esta entidad de crédito denominada MyInvestor Banco S.A., se encuentra supervisada por el Banco de España y la CNMV; por lo que está adherida al Fondo de Garantía de Depósitos en España. Una ventaja adicional.

Las carteras ofrecidas por MyInvestor están compuestas por una cesta de fondos de inversión “multimarca”, que irán variando según el perfil del inversor. Estos fondos serán de diversas gestoras, y pueden ser de gestión pasiva (indexados) o de gestión activa. Mantienen en su cartera, activos de emisores de diferentes partes del mundo; lo que hace que sean carteras globalizadas y diversificadas para reducir el riesgo y aprovechar las diferentes oportunidades de negocio allí donde se encuentren.

La gama de carteras de inversión que ofrece MyInvestor es suficientemente amplia, dado que es posible invertir en una cartera 100% indexada, en una cartera híbrida que combina fondos de gestión pasiva con fondos de gestión activa, en una Cartera Ahorro para aquellos más conservadores y que prefieren invertir en fondos monetarios, letras y activos de muy bajo riesgo, o se puede invertir también en una Cartera Sostenible.

A su vez, no es necesario invertir importes elevados, dado que puedes acceder a una cartera desde tan solo 150 euros de inversión; otra ventaja a resaltar, dado que si nunca has invertido mediante un roboadvisor, tienes la oportunidad de probar con un capital muy reducido e ir viendo cómo funciona la herramienta de gestión.

Pero independientemente de la cartera que elijas, MyInvestor ofrece solo hasta el 27 de Marzo de 2024, la posibilidad de contratar un depósito al 4% TAE a tres meses, con la contratación de cualquier cartera de las que te he mencionado anteriormente. El importe del depósito debe estar comprendido entre los 10.000 € y los 100.000 €.



Aunque debo informarte también que si aún no deseas contratar ninguna cartera, igualmente tienes la posibilidad de acceder a un depósito al 3% TAE para el mismo plazo y mismos importes.

Como ves, esta semana recargué mis baterías y he localizado desde una amplia gama de carteras de inversión automatizadas, hasta una oportunidad de inversión conservadora que ofrece una elevada rentabilidad, ¡y todas de la misma entidad!

Llegados hasta aquí, ya puedes desconectar. Mientras tanto, seguiré intentando localizar oportunidades que puedan ser de tu interés… ¡no vaya a ser que me cambies por la Inteligencia Artificial!
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