¿Vuelve el franquismo?
Leyendo a los fachas de este foro es como si Franco todavia estuviera vivo. Parece un fenómeno ectoplasmàtic. Dicen que Franco murió, pero su rastro todavía es perceptible, su legado perdura. Como en las películas de miedo más tormentas, Franco y Carmen Polo se pasean aparentemente invisibles por nuestras calles, los podemos entrever sonrientes en las ventanas de los palacios, de los ministerios, de las grandes avenidas, pero también están presentes en las casas más humildes . Como los espectros de ficción, los llegamos a intuir, fugazmente; cuando nos fijamos, sus imágenes desaparecen. Y, sin embargo, han estado allí, son con nosotros. En el último plano de la película siempre los vemos, con una mirada burlona, intimidatoria, y él dice: 'Lo deje atado y bien atado.' Y entonces estalla la pantalla una carcajada ensordecedora de los fachas de este foro.
Es como lo de la niña de Poltergeist: 'They're here'; el Dictador nunca ha ido. Hace más de cuarenta años, desde que el Generalísimo murió, que se hacen exorcismos, se provocan vomitadas, algunos proclaman el fin de la fantasmada ... Pero nada es verdad, él está aquí, sus hijos y sus nietos lo adoran ; subvencionan una fundación a mayor gloria de su estado represor; ellos nunca han condenado la dictadura franquista, no porque tengan miedo de que el fantasma se les aparezca, esto ya les gusta, sino por estricta convicción; algunos periodistas (sí, los Inda y los Marhuenda dan la cara, pero la hilera es mucho más larga) hacen ver que España ha cambiado mucho, pero de noche se encuentran en aquelarres espiritistas para mirar que Franco resucite: con el ectoplasma no tienen suficiente.
Los resultados de las pasadas elecciones les han dejado contentos. Por un momento habían pensado que Jorge Fernández Díaz, el ministro de derechas,que llego a Barcelona desde Fachadolid con las tropas franquistas, el gran sacerdote del neofranquismo, sería crucificado por las hordas rojas y separatistas, pero han visto que el nudo que dejó Franco es muy sólido. Un ministro que medalla vírgenes, que admite en público que tiene un ángel de la guarda (Marcelo, dice), que conspira desde su despacho para alterar la voluntad democrática popular ... Todo esto ha servido para que comprobamos que, efectivamente, hay un franquismo sociológico. La España casposa, cretina y repugnante aflora cuando los fantasmas que la propiciaron se sienten amenazados.
Todo ello nos debería atemorizar. A todos, sin excepción. No porque no ganen 'los nuestros', si es que los tenemos, sino porque el simulacro democrático haya cogido este calibre tan perverso. Somos una democracia enferma. Así la calificaba ya en 1983 el cineasta y pensador José María Nunes. Él lo justificaba con las renuncias que se habían hecho, aceptando que Franco nos transfiere la monarquía por decreto, pero sobre todo se refería a la degradación, la humillación colectiva que había significado la tan larga dictadura y las mentiras supuestamente reconciliadoras sobre las que se construyó la transición. Una democracia enferma es aquella que, con la presencia de los fantasmas y de sus adláteres, permite y fomenta el voto futbolero, crispado y antinatural. Porque es antinatural que se premien los partidos corruptos, es antinatural que la catalanofobia dé réditos electorales por sí misma, es antinatural que la gente humilde vote los partidos políticos que no han defendido nunca sus intereses. Definitivamente, la mancha azul casi uniforme que las elecciones del 26-J ha dejado sobre la piel de toro demuestra que el fantasma de Franco pulula por las casas de muchos españoles, que los aquelarres de los neofranquistas siguen ensuciando la legitimidad de la democracia.