No nos despistemos: No permitamos que nos lleven a su terreno - planes de pensiones
JOAQUÍN RÁBAGO Se habla mucho últimamente de una nueva congelación de pensiones en nuestro país. Congelación que, conviene no olvidarlo, equivale a una rebaja, otra más, del poder adquisitivo de los jubilados.
Lo exige al parecer Europa. A ello instan también los banqueros centrales, entre ellos el nuestro, esos mismos que se defienden de cualquier intromisión de la política frente a su supuesta independencia, pero que no dudan en opinar políticamente cuando les conviene.
Y algunos medios, a base de hablar día sí y otro también de lo mismo, le van preparando el terreno, para que al final terminemos todos aceptándolo como un hecho de la naturaleza, como inevitable.
Se ha hablado mucho, por otro lado, de los jubilados, de quienes, gracias a su pensión, mayor o menor, según los casos, ayudan a los hijos que se han quedado sin trabajo, dándoles cobijo y alimento, de abuelos que cuidan diariamente de sus nietos.
Son en muchos casos gente que ha trabajado toda su vida, que ha sufrido en muchos casos las penurias económicas y la represión política de la posguerra y que sólo al final de su vida laboral pudieron por fin respirar tranquilos. Gente que ha contribuido a hacer esta España social de la que tanto hasta ahora nos enorgullecíamos.
Uno piensa en el respeto que en Alemania, ese espejo en el que siempre nos gusta mirarnos, se tuvo siempre por las Trümmerfrauen, las mujeres, en su mayoría viudas, que limpiaron de escombros un país arruinado por su propia culpa en la Segunda Guerra Mundial.
Muchos que hoy son abuelos en España tuvieron también -¿qué duda cabe?- una vida difícil, tanto los que emigraron a otros países en busca de trabajo como quienes se quedaron aquí. Son merecedores de nuestro agradecimiento y respeto.
Se habla mucho, tal vez demasiado, de las pensiones. Y muy poco, cada vez menos, de gravar con mayores impuestos las grandes fortunas, de perseguir a quienes evaden al fisco, de luchar contra los paraísos fiscales, que no están sólo en lugares exóticos como el Caribe sino en el mismo corazón de Europa.