A mí me parece graciosísimo. Viene un presidente de izquierdas. Maneja la economía con el culo. Despilfarra a manos llenas en las cosas más absurdas. Contribuye a que el país se hunda en una crisis muchísimo más fuerte que los países de su entorno. Ante su inoperancia le imponen sus vecinos unas medidas draconianas que perjudican a pensionistas, funcionarios y trabajadores. Alumbra una reforma laboral que jamás podría haber hecho un presidente de derechas. Y todavía tiene seguidores fieles que le aclaman y le aplauden, a pesar de estar haciendo lo contrario de lo que dijo que haría, lo que siempre acusó de querer hacer a sus enemigos políticos.
El seguidismo de algunos (no miro a nadie) es a toda prueba. Cualquiera diría que no tienen ni criterio ni principios. Me asombra que defiendan alegremente lo que si se lo hiciera un presidente de otro partido les llevaría a echarse a la calle a protestar. Supongo que no han sido educados para pensar, sino para seguir consignas.
Y volviendo a lo que me parece graciosísimo, es que no se paran a pensar que lo que hacen es lo que a la derecha le conviene. Que se estén calladitos y tranquilitos defendiendo a su lider, mientras éste impone todas las medidas de recorte del estado del bienestar a las que le obliga el capital para seguir obteniendo sus rentabilidades.
En fin, allá cada cual con las ruedas de molino con las que esté dispuesto a comulgar.