El problema es que mucha gente considera innecesarios proyectos que no lo son en absoluto, como por ejemplo la investigación en ciencia básica (mi comentario a Antoine era precisamente porque habíamos participado en otro post donde un tercero criticaba la inversión en investigación espacial). Y eso a pesar de datos contundentes como que, en el siglo XX la esperanza de vida (las condiciones de vida, en general) ha mejorado espectacularmente precisamente debido al desarrollo de la medicina moderna (por cierto, los países pobres han sido los más beneficiados):
http://www.lapizarradeyuri.com/2010/12/19/antibioticos/
Hasta principios del XX la esperanza de vida incluso en los países ricos se mantuviera sólidamente por debajo de los 50 años, y la media mundial fuera de 31 años, peor que en el Paleolítico (cuando se estima que fue de 33 años). Hoy en día los países que peor están rondan los 40 años (Swazilandia), aunque cifras en torno a los 50 son más comunes en el África pobre; la media mundial en 2005 fue de 67,2 años, algo nunca visto, y los países desarrollados nos mantenemos sólidamente en torno a los 75 – 80. La diferencia entre países ricos y pobres se ha reducido de 25 años en 1950 a 11,5 en la actualidad. En apenas un siglo, hemos logrado entre un 29% (caso peor) y un 162% (caso mejor) de vida extra para el conjunto de la humanidad.
Las cifras de mortalidad infantil han mejorado aún mucho más. Durante la mayor parte de la historia se encontraba en el 30% y a veces ascendía hasta el 50%. Es decir, entre uno de cada tres y uno de cada dos nacidos desaparecía antes de alcanzar la edad adulta. Hoy, el peor país para venir al mundo es Angola (18,2%, una barbaridad) y el mejor, Singapur (0,2%); la media mundial está en el 4 a 5%. Tan solo en 1950, la media mundial rondaba aún el 15% (tan mala como si todo el mundo fuera el Afganistán de hoy). Eso es una reducción global del 70% en apenas sesenta años. De nuevo, la diferencia entre ricos y pobres ha caído de 115 puntos a principios de los ’50 a 46 hoy en día. Y en su gran mayoría, es la obra de la ciencia moderna (y también de la mentalidad moderna).
Por otra parte, establecer la dicotomía de que si el gasto va para una cosa no va para paliar el hambre, por ejemplo, es una falacia (que se emplea mucho para criticar la investigación básica), puesto que implicaría que todo el gasto debería ir siempre a una sola partida (la más importante, paliar el hambre en este caso) y nada para las demás (hasta que la más importante se hubiera resuelto). Por otra parte, si efectivamente no se dedicara dinero a la investigación, me apuesto el bocadillo del recreo a que no iría a los más necesitados... :P
¡Bah! carnero, oveja. A tu raza, a tu vellón y a tu clan sé leal.