Uff. que día más ocupado.
Estamos entre el trabajo, mis hermanos y mis padres con el dichoso tema del banco agobiados. Mis padres tienen el dinero en Bankia, y la verdad creo que ni ellos mismos saben lo que tienen y estamos todos un poco inquietos.
Esta mañana, me he quedado contándote cosas de los niños. Son como tu bien dices, inquietos, no paran. La nena que siempre fue muy prudente, ahora ve al hermano y se ha vuelto imprudente. Cuando no es lo de la cara es un raspón en la pierna. Al menos esta tarde, la maestra nos ha confirmado que ahora su comportamiento vuelve a ser ejemplar como había sido hasta ahora y se modera en el hablar sin permiso.
Hoy aquí está haciendo un calor horrible y el nene en la guarde lo ha pasado un poco mal pues lleva aun ropa de abrigo.
En cuanto a los miedos de mi mujer es un poco difícil. Mi suegra, su madre, fue mordida de niña y les tenía pánico y a ella por simpatía siempre le han asustado. A veces paseando ve a un perro marilin de esos pequeños y salta literalmente dándome un susto a mi y a cualquiera. Es una fobia,irracional a los perros. Yo he intentado siempre que la niña no la adquiriese, animándola a tocar perritos y gatitos. Pero ve a su madre y claro, lo que a mi me ha costado horrores enseñarle, el amor a los animales, se me va al traste.
Sin embargo a los insectos, los escarabajitos, los hemipteros de las plantas, las mariposas,las lombrices de tierra, no les tiene miedo y juega con ellos. Espero y ruego que el niño que es mucho más atrevido que ella, ayudará a su hermana a no temer ni a los perros ni a nada. Hay que respetar y querer, pero temer, yo creo que no.
Hoy por hoy aun no añoro su infancia por lo que te comentaba, se hace duro. Pero con la guardería, nos llegó un soplo de aire fresco que agradecemos. Nos podemos tumbar en el sofá. Podemos mirarnos a los ojos. Y aunque solo sean unas horas te vuelves a sentir joven.
Lo de la bici, de tu marido, -que no se entere de la sorpresa-, me ha hecho mucha gracia jajaja. Tienes razón hay ocasiones en las que nos gusta sentirnos un poco niños grandes. De cuando en cuando un caprichote o una bolsa de gominolas nos retrae a ese tiempo de la infancia en el que las preocupaciones eran más sencillas. Una esponja o como los americanos dicen un Marshmallow es un billete a la infancia.
Un atento y cordial saludo. Eres excepcional karlicones, no me extraña que los niños te quieran.
Marshmallow, aquí les llamamos esponjas. ¿A que nos devuelven a la infancia?