Una explicación que se hace necesaria
La literatura es el arte de la paradoja, la hipérbole y las evocaciones. La literatura se entiende practicada con un mínimo de inteligencia y de cultura. La evocación, el símil, el contrasentido, son figuras habituales en la lengua Castellana, que, es rica en matices como pocas. La literalidad muchas veces está adobada de exageraciones, evocaciones imposibles y fórmulas retóricas.
El uso popular de sentencias, dichos y refranes, se asienta muchas veces en la paradoja de expresar lo imposible con símiles expresivos. En el evangelio también existen. Considerar la posibilidad de que “un camello pase por el ojo de una aguja”, como una dificultad “para que el rico entre en el Reino de los Cielos”, es una exageración. Lo primero, lo del camello y la aguja, es imposible; que el rico entre, esperemos, será muy difícil, pero, no imposible, porque si lo fuera, los ricos, al morirse, sabrían que no tienen ninguna posibilidad. Los poderosos, tienen lucidez suficiente como para pensar que lo del camello y la aguja, es una hipérbole. Tal vez por eso no regalan todo lo que tienen. Otro ejemplo, como el poner a la zorra al cuidado del gallinero, también es una paradoja y un símil. Por cierto, muy gastado.
Escribir preguntando, que, por qué no se va el forero Lucanor al país donde tiene su sede Stanley Gibbons, a dar allí por el “c**o”, o decir, que, a un célebre bucanero que antes intervenía aquí, se le había atravesado Afinsa de manera semejante, a como sucede al recibir una estaca, introducida por el “c**o”, NO SIGNIFICA y a pesar de usar un lenguaje que puede ser considerado por muchos, extremadamente fuerte o grosero, QUE SE HAYA MANDADO A NADIE A IR A “TOMAR POR EL C**O”.
Es, también, una forma literaria de explicar una paradoja insoportable mediante un símil, que, debería ser entendido por la mayoría de los foreros, aunque, no puedan ser todos. Así, en los moralistas que suelen ser los más vulnerables emocionalmente, es comprensible, que, escandalizados y perturbados, ante tanto desvirtuamiento, equiparen su interpretación sesgada, con el peor de los sentidos e incluso con insultos. Quizás se deba a que estamos en España y a lo mejor, todo esto, es demasiado sutil para muchos, pero, ni Jesucristo llamó “camellos” a los ricos ni yo he mandado a nadie a tomar (algo) por el “c**o”. Ni siquiera a dar, tampoco.