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Solamente el necio confunde valor con precio (I): noción intuitiva de valor

Uno de los refranes más conocidos y repetidos en el mundo financiero de habla hispana, en cuanto a valoración se refiere, procede de las palabras de Antonio Machado: “solamente el necio confunde valor con precio”. Si bien para un trader o un analista  técnico esto no tiene mayor trascendencia, la verdad que encierran estas palabras refleja una de las mayores dificultades a las que se enfrenta un inversor value: qué valor asignar a un determinado activo.

De forma intuitiva, todos estamos de acuerdo que valorar podría ser asignar una determinada cantidad de dinero a un activo como representativa de su utilidad para nosotros. En efecto, históricamente, los términos dinero y valor han estado ligados en las disertaciones de los grandes pensadores. Primero fue Aristóteles, quien en su obra Política, planteaba la concepción del valor fundamentada en la satisfacción de necesidades (“si los hombres no necesitaran nada o no lo necesitaran por igual, no habría cambio”) y a identificar por primera vez el dinero con la medida del valor (“la moneda, como un medida, iguala las cosas haciéndolas conmensurables”). Estableció asimismo las otras dos funciones atribuidas al dinero: la de medio de cambio, lo que implica la noción de precio (“todas las cosas deben tener un precio porque así siempre habrá cambio”), y la de depósito de valor (“si ahora no necesitamos nada, pero podemos necesitar luego, la moneda sirve como garante”).

Otro de los grandes pensadores, Adam Smith, también teorizaba sobre ello en su obra cumbre "La Riqueza de las Naciones" (aquí podemos encontrar un buen resumen del libro, en pocas líneas, para todo aquél que quiera saber de qué va y no tenga la fuerza de voluntad suficiente de leerse todo el tocho -yo, por ejemplo-): “Que la riqueza consiste en dinero, o en oro y plata, es una idea popular, derivada de las distintas funciones del dinero, como instrumento de comercio y como medida del valor […]. Como consecuencia de la segunda de esas funciones, estimamos todas las demás cosas por la cantidad de dinero que podemos conseguir a cambio de ellas”.


Por tanto, la asignación a un bien de una cierta cantidad de dinero, es decir, la valoración de cualquier activo, no es un proceso plenamente definido, que dé lugar a un resultado cierto y único. Por el contrario, es un proceso subjetivo casi en su totalidad, pudiendo existir infinitos valores para un mismo activo, tantos como personas lleven a cabo un proceso de tasación del mismo.

La economía, y por tanto las finanzas como subdisciplina suya, tiene(n) unas características especiales y diferenciadoras del resto de ciencias: poseen instrumentos, metodologías y teorías procedentes tanto de las ciencias naturales como de las sociales. Como no podía ser menos, lo mismo ocurre con la valoración de cualquier tipo de activos, y en el caso que nos ocupa, los activos financieros. De hecho, valorarlos implica la inclusión de métodos y términos de corte cuantitativo, que nos proporcionen una base numérica sólida sobre la cual, o más bien a través de la cual, incluyamos consideraciones de tipo cualitativo y sobre el resto de factores que puedan influir en el valor calculado (idoneidad de la estrategia empresarial, marcas, perspectivas de futuro…).

Todos los analistas fundamentales, por tanto, deben considerarse en parte científicos y en parte artistas. Su cientificidad nace de la parte más numérica del análisis: obtención de datos, ordenación de los mismos, cálculos realizados, metodología de valoración..., mientras que sus dotes como artistas provienen de todo lo demás involucrado en el análisis, y que es en realidad el elemento que diferencia unas valoraciones de otras: qué datos son más relevantes para cada empresa y sector, qué ratios son más explicativos, previsiones de futuro...


Por tanto, si alguien comienza a invertir usando el lado menos oscuro de la Fuerza, el Análisis Fundamental, que no se asuste si sus predicciones de valor no coinciden con el de otros analistas, ya sean amateurs recién llegados o expertos en la materia, pues puede que su valoración sea más acertada que la de sus homólogos. O puede que no. En cualquier caso, como ya dije, el valor consiste en medir la utilidad que un activo puede proporcionarnos. ¿Quién mejor que nosotros para decidir qué utilidad nos proporciona... y a qué precio?

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  1. #1
    13/11/15 23:09

    Todo necio confunde valor y precio.

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