Una de las inequívocas señales de que el final de año se acerca son las campañas que comienzan a verse en las entidades financieras, invitándonos, con toda clase de regalos, a invertir parte de nuestros ahorros en algún plan de pensiones, generalmente el plan “estrella”(do) del año; desde cualquier clase de equipamiento para el hogar (TV, tablets, consolas de videojuegos, sartenes, edredones…) hasta alimentos gourmet, pasando por invitaciones a grandes eventos deportivos desde lujosos palcos, depósitos extratipados o bonificaciones (bien sea en dinero contante y sonante o en forma de participaciones a coste cero…) puras y duras, cualquier regalo es interesante para poder atraer clientes hacia la gama de productos que más necesite la entidad en cada momento. Pero, ¿nos interesa obtener estos regalos a cualquier precio?
Obviamente, la respuesta es no.
Por lo general, este tipo de regalos no es gratuito; para poder acceder a ellos debemos de consentir que la entidad disponga de nuestro dinero o inversiones durante un periodo estipulado de tiempo (generalmente años), o contratar un tipo de producto que puede encajar en nuestra filosofía de inversión o (si disponemos de ella) en nuestra planificación financiera… o no. Y es en este punto donde debemos ser especialmente cuidadosos.
Porque, ¿es conveniente sacrificar parte de nuestras inversiones o de nuestro plan financiero en aras de obtener determinado beneficio?
En este sentido, me ha llamado la atención este
post de hace unas semanas en GurusBlog; en él, podemos leer cómo la directora de una oficina de
CaixaBank trata de retener a un cliente que quiere traspasar sus planes de pensiones (uno de ellos garantizado, qué raro!!!) a un plan de
Bestinver. Para ello, aparte de realizar unas afirmaciones cuando menos discutibles respecto a
Bestinver, tildándola casi de chiringuito financiero (lo que denota una profunda incultura financiera o la presuposición de que el cliente es tonto… extraño, ¿verdad?), le ofrece como regalo o “premio” un
2-3% del total que mantuviese en estos planes, abonando estos porcentajes directamente en cuenta corriente.
¿Le compensa a esta persona mantenerse en CaixaBank?
Bestinver
En este caso, tenemos la suerte de conocer las tres alternativas que maneja el cliente, por lo que podemos ver qué habría pasado en los tres casos si hubiese depositado el dinero de sus planes de pensiones en cada uno de ellos, teniendo presente que uno de los planes de Vida Caixa es de Renta Variable española y no europea, como los otros dos (y que, por descontado, rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras). Como una imagen vale más que mil palabras, les dejo el gráfico de lo que hubiera pasado con 10.000,00€ invertidos a finales de 2005:
Evidentemente, cabe pensar que, pese a que el PlanCaixa Bolsa III lo hace mejor durante los 4 primeros años, en el largo plazo la mejor elección es, sin duda, el plan de Bestinver; pero, incluso suponiendo que ese 3% de regalo fuese invertido íntegramente en alguno de los planes de Vida Caixa, y variando las fechas en las que fuese realizada la inversión (tomando como referencia estática la fecha final), solo en un caso de 21 posibles uno de los planes de la Caixa (el Selección) es capaz de batir al Bestinver.
Por tanto, y ciñéndonos al plano estrictamente financiero, en este caso el regalo ofertado por la entidad no compensa en absoluto la falta de calidad de los productos ofertados.
Y es que este es el gran problema de los regalos/premios/promociones/obsequios que ofrecen las entidades: en su mayor parte suelen utilizarse para ocultar las carencias que los productos incluidos mantienen frente a la competencia, no compensando en la gran mayoría de los casos el menor rendimiento obtenido con los productos promocionados frente a sus comparables.
Evitar los regalos
En todo caso, y dado que no siempre estas promociones responden a esta estrategia de “disimular carencias propias”, conviene tener presente algunos detalles para evitar que estas promociones perjudiquen nuestra situación patrimonial:
tener muy clara la mecánica de la promoción (leer detenidamente las bases de la misma o exigir los detalles por escrito en caso de que sean promociones “personalizadas”), en caso de que el obsequio sea en especie, como televisores, tabletas… conocer el valor del mismo (que debería de estar especificado en las bases), recabar información sobre la fiscalidad aplicada (en muchos casos, supone un rendimiento de capital mobiliario, a tener en cuenta en la próxima declaración del I.R.P.F.), analizar nuestras necesidades y nuestro horizonte de inversión en caso de que se exija la inmovilización de las inversiones durante un periodo de tiempo determinado (
que puede llegar a varios años) y, sobre todo, y especialmente en caso de que la promoción se ciña a un determinado producto, analizar las
alternativas existentes en el mercado, con el fin de determinar el beneficio, tanto presente como futuro, que podríamos obtener en cada caso.
Siguiendo estos pasos, podremos estar tranquilos: ningún regalo vendrá “envenenado”…