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Renta Variable: Inversión en acciones

 

Las acciones, junto con los depósitos, son uno de los instrumentos financieros más populares entre los ahorradores españoles. La explicación de este fenómeno se basa en la sencillez de su funcionamiento como instrumento de ahorro, la transparencia que transmite la posibilidad de conocer las cotizaciones en tiempo real en mercados organizados, o la agresiva política de privatizaciones de empresas públicas que, durante varias épocas, han realizado gobiernos de distintos colores políticos (sin olvidarnos, en su variante más tenebrosa, de las necesidades de capital que generaron y generan la colocación de acciones por parte de entidades bancarias).
 
Pese a ello, este no es el producto óptimo para desarrollar una correcta planificación financiera. Por un lado, el nivel de diversificación que proporciona una cartera de acciones no suele ser eficiente, ya que tiende a invertirse en mercados locales, lo que puede implicar, a su vez, una excesiva exposición a determinados sectores (financiero, eléctrico..). Por otro lado, la fiscalidad de las operaciones reduce el beneficio neto obtenido en cada operación; a diferencia de los fondos de inversión (de los que ya hemos hablado en este blog), estas han de tributarse sea cual sea el resultado de la operación, lo que incrementa la factura fiscal. Factura que, a partir de 2013, se incrementará aún más si las operaciones se realizan a un plazo a inferior a un año, al tributar estas al tipo marginal del contribuyente. Un último detalle a tener en cuenta (aunque pueda resultar subjetivo) es la necesidad de controlar casi de manera diaria la evolución de nuestra cartera si no queremos encontrarnos con sorpresas negativas. La volatilidad que sufren algunos títulos, especialmente desde 2008, hace conveniente ejercer una vigilancia de la cartera de manera habitual si no queremos encontrarnos con una pérdida lo suficientemente abultada como para tener que revisar nuestro plan de inversiones.
 
Este último punto implica, por otro lado, la principal ventaja de este tipo de productos, y es que el inversor puede controlar de manera totalmente transparente tanto la entrada como la salida de la inversión, lo que, junto con los productos derivados, hace de las acciones uno de los productos preferidos por los inversores más experimentados (no necesariamente profesionales) y con mayores conocimientos.
 
En todo caso, el hecho de que no sean el producto óptimo para invertir en Renta Variable no significa que no puedan, ni mucho menos, tener cabida en una correcta planificación financiera, especialmente si su inclusión se combina y coordina con la utilización de fondos de inversión, teniendo presente ambos tipos de productos, de manera que generen una adecuada diversificación tanto geográfica como sectorial, aunque para ello, centrándonos en las acciones, deben tenerse en cuenta algunos aspectos.
 
En mi opinión, es fundamental que, antes de realizar cualquier tipo de operación, tengamos muy clara nuestra estrategia de inversión, qué factores van a dar lugar a nuestra entrada en un valor, qué niveles son los más correctos, qué motivará nuestra salida del valor, qué objetivo de perdida máxima y/o ganancia tenemos… y cualquier otra eventualidad que pueda afectar a nuestro proceso inversor. Es en la ausencia de esta planificación donde suele encontrarse el origen de una errónea inversión que suele implicar pérdidas más o menos abultadas.
 
Para poder  generar esta estrategia, existen numerosas herramientas, aunque pueden agruparse en tres grandes familias de análisis: Fundamental, Técnico y Cuantitativo. Dado que en esta comunidad existen numerosos recursos donde se explican y definen qué es cada uno de ellos, no entrare a explicarlos; personalmente, y debido a la influencia que en su día ejerció el Gran Francisco Llinares, suelo decantarme por las dos últimas, aunque creo que en las tres existen excelentes herramientas para poder generar, de manera incluso combinada, estrategias altamente eficaces. En cualquier caso, la base de una exitosa cartera de acciones se encuentra en una estrategia que utilice este tipo de herramientas; sin ellas, lo más probable es que acabemos realizando operaciones debido a rumores o, lo que es peor, noticias, lo que, aunque alguna operación aislada podamos obtener beneficios, suele acarrear abultadas pérdidas.
Una vez seleccionada la estrategia, lo ideal es testar la misma a través de la comprobación en series históricas o de las webs que ofrecen la posibilidad de crear carteras virtuales. En este punto, a algunos les puede ser muy útil una máxima que el Sr. Llinares suele trasladar a sus alumnos, si una estrategia me proporciona menos de un 50% de probabilidades de obtener beneficio, prefiero ir al casino y jugármelo al rojo o negro. Es más divertido. Poco a poco, y una vez comprobado el éxito de la misma, podremos estructurar nuestra cartera definitiva de acciones.
 
Para finalizar, y a modo de ejemplo les dejo un par de estrategias descritas a grandes rasgos. La primera, de D. Francisco, el “Fondo de Pensiones en valores ‘basura’”, consistiría en la inversión, de manera periódica, de un pequeño importe (pongamos 500€) en empresas que coticen por debajo de 0,50€ la acción, diversificando tanto sectorial como geográficamente, hasta tener una cartera de 10-20 valores que mantendríamos, a largo plazo, hasta que el precio de las acciones se multiplicase por, al menos, 20 veces. Si no necesitamos el dinero, podríamos dejar crecer el multiplicador aun más; de hecho, existe algún caso en la última década de empresas que han llegado a multiplicar su valor por 200 en poco más de 10 años. En un caso extremo (multiplicación por 200 de un solo valor, quiebra de los 19 restantes), la operación total se saldaría con un beneficio… del 400%.
 
Una segunda estrategia, combina análisis fundamental y técnico. Partiendo de un listado de unos 70-100 valores con un reducido endeudamiento (Deuda/Ebitda inferior a 1; a poder ser, negativo), seleccionaríamos 10 valores por criterios técnicos, y, si es posible, en tendencia primaria alcista, estableciendo niveles tanto de entrada como de salida a largo plazo, lo cual podría reducir la factura fiscal a la espera de las deseadas ganancias…
 
PD: Les dejo un artículo que acabo de leer y que encuentro imprescindible.
 
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