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La digitalización es una de las grandes revoluciones imparables en marcha, pero la transformación digital de la sociedad va a un ritmo más despacio por la necesidad de una mayor cultura  digital así como páginas web en general manifiestamente mejorables, más “amistosas” y con mayor sencillez. Con la digitalización transformamos por ejemplo la tradicional factura en papel que entrega el proveedor al cliente normalmente en papel o envía a su buzón físico en un documento que puede consultar y descargar en una página web, pero los procesos son los mismos básicamente que los tradicionales. Con la transformación digital los procesos cambian y también la cultura empresarial, social y personal, ya que hay una reinvención de procesos y una adaptación al universo digital, sobre todo al usuario, consumidor o cliente. El euro digital en este contexto es otra de las grandes apuestas de la sociedad, en este caso promovida por Banco Central Europeo, en contexto de la creciente digitalización y transformación digital.

El euro digital avanza con pies de plomo y por algo será, cuando el río suena agua lleva. Después de un par de años de “fase de investigación”, finalmente termina un largo proceso preliminar al que sigue otro similar de “fase de preparación” y que comienza el 1 de noviembre de 2023 con duración aproximada de otros dos años. El euro digital será una moneda digital, no física, con garantía de seguridad y privacidad, se constituirá en medio de pago electrónico gratuito en zona euro para sus ciudadanos. Previsiblemente habrá que esperar como mínimo hasta 2025.

Tarde o temprano, creo que más bien tarde, tendremos euro digital, pero no cabe duda de que hay aspectos relacionados con la moneda digital del Banco Central Europeo que deben ser bien analizados y resueltos: a) La brecha digital y las protestas de falta de facilidad en el uso de la digitalización son muy importantes para algunos colectivos. b) El fraude digital es creciente e imparable, generándose falta de confianza e inseguridad c) Los límites a la tenencia de euros digitales, algo condicionado entre otros aspectos por la posible fuga de depósitos y riesgos para el sistema financiero d) Amplias capas de la población /empresas son reacias al pago/cobro digitalizado y que según el propio Banco de España podría ser del orden del 65% los que no estarían dispuestos a utilizar el euro digital.

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