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COVID, letalidad y vitamina D

Los médicos descubren que no es el virus el que nos mata sino la respuesta inadecuada de nuestro organismo. Ello abre un rayo de esperanza no a combatir el virus sino a regular nuestro organismo con vitamina D para protegernos de sus efectos.

 

1. A quién mata la enfermedad provocada por el virus

El gobierno de Gran Bretaña inicialmente tomó la decisión de aislar a la población anciana y permitir que los demás adquirieran inmunidad de grupo. Cuando finalmente comprendieron donde se estaban metiendo y dieron un giro de 180° el tiempo perdido se ha cobrado un alto precio y ya es el país europeo con más muertos, por delante de Italia y España. Con tantísimos casos los médicos británicos han elaborado el mayor estudio disponible hasta la fecha sobre los casos de COVID hospitalarios, en el que han colaborado 166 hospitales entre el 6 de febrero y el 18 de abril.

Features of 16,749 hospitalised UK patients with COVID-19 using the ISARIC WHO Clinical Characterisation Protocol

Son nada menos que 16.479 pacientes de los que un increíble 33 % se ha muerto y un 17 % sigue ingresado. Los datos son terribles, uno de cada tres pacientes ingresados ha muerto. Indudablemente debe haber factores como que solo se ingrese a la gente que está muy mal, pero en mi opinión la sanidad británica está perdiendo a demasiados pacientes.

Lo que no dice el informe, que no se mete en ese jardín, es que las muertes son desproporcionadas por raza. Eso es algo de lo que primero alertó Noruega cuando descubrieron que el riesgo de infección entre la pequeña comunidad somalí era 10 veces más alto. En el Reino Unido los negros y minorías étnicas (BAME) son el 13 % de la población pero un tercio de los admitidos en las UCIs. En Chicago los negros son un tercio de la población, pero contribuyen el 72 % de los muertos. En el Bronx, el riesgo de contraer el COVID-19 es similar al de otros barrios de Nueva York, pero el riesgo de morir es el doble. Tres de cada cuatro sanitarios muertos por el coronavirus en el Reino Unido  son BAME.

Fig. 1. La tasa de mortalidad por coronavirus para las minorías étnicas es tres veces las de los blancos. Fuente: The Sun.

Mientras los medios de izquierdas se lanzan a proclamar que ellos saben la razón y que el virus discrimina porque la gente discrimina (peores casas, peor alimentación, peor salud, peores trabajos), los investigadores tratan de averiguar la causa. El director del Instituto Europeo de Bioinformática piensa que tras ajustar los datos por razones obvias de patologías previas (comorbilidad) y estatus socioeconómico la diferencia que queda no se debe a causas genéticas. Y sin embargo el 100 % de los 147 vagabundos de un albergue para sin techo de Boston que dieron positivo eran asintomáticos o casos muy leves. No se me ocurre peor estatus socioeconómico que ese.

Como veremos más abajo, la razón más obvia y que es conocida desde hace décadas se les está escapando.

Volviendo al estudio, la edad media de los 16.479 ingresados es de 72 años, y la edad media de los pacientes que murieron de 80 años. La edad es el mayor factor de riesgo con diferencia. El 60 % son varones. La mitad de los ingresados (47 %) no tenían patologías previas (comorbilidad). Entre los demás la media era de 2,9 patologías por paciente (lo que tiene la edad), siendo las más frecuentes enfermedad cardíaca (29 % del total), diabetes (25 %), enfermedad pulmonar (19 %) del riñón (14 %), asma (14 %), demencia (12 %), enfermedad neurológica (10 %), cáncer (8 %), enfermedad reumatoide (8 %), obesidad (8 %), y ser fumador (5 %).

Comparado con la población de 0-50 años, los que están entre 50-69 años tienen un riesgo 4 veces mayor de morir, los de 70-79 diez veces mayor, y los de más de 80 catorce veces mayor. Las comorbilidades por comparación incrementan el riesgo mucho menos, entre un 10-30 % cada una.

Fig. 2. Tasa de riesgo de muerte (cociente de probabilidades) en función de diversos factores entre 16.749 pacientes ingresados con respecto a los pacientes de todo tipo y condición menores de 50 años. La escala es logarítmica y el mayor factor de riesgo con mucha diferencia es la edad. Ayuda si se ha nacido mujer. Fuente: Docherty et al. 2020.

Vamos que si eres hombre, negro, mayor de 70, obeso, diabético, con el sistema circulatorio mal y además fumas, no te salva nadie, así que mejor que no pilles el virus.

2. Cómo mata la enfermedad

Una de las cuestiones más interesantes es por qué el virus pasa de puntillas por muchas personas, a otras les causa síntomas leves y sin embargo a otros los pone gravísimos y se lleva por delante de forma espantosa a los que encuentra en peores condiciones.

La respuesta es que no es el virus el que mata, que en sí es bastante inofensivo, sino la inadecuada respuesta inmune que presentan los que enferman gravemente, y los que consiguen superarlo es porque están en suficiente buen estado como para sobrevivir al daño que les causa su sistema inmune, y son capaces de recuperarse tras el fin de la infección.

El doctor Paul Marik, jefe de cuidados críticos y medicina pulmonar de la East Virginia Medical School lo pone blanco sobre negro (sin connotaciones raciales) revelando el grave error médico que se ha cometido:

Tres procesos patológicos centrales conducen al fallo multiorgánico y la muerte en el COVID-19:

  1. Hiperinflamación ("tormenta de citoquinas"): un sistema inmunitario desregulado cuyas células se infiltran y dañan múltiples órganos, a saber, los pulmones, los riñones y el corazón. Ahora se acepta ampliamente que el SARS-CoV-2 causa la activación aberrante de linfocitos T y macrófagos, lo que resulta en una "tormenta de citoquinas".
  2. Hipercoagulabilidad (aumento de la coagulación): el sistema inmunitario desregulado daña el endotelio y activa la coagulación sanguínea, causando la formación de coágulos sanguíneos micro y macro. Estos coágulos sanguíneos deterioran el flujo sanguíneo.
  3. Hipoxemia severa (niveles bajos de oxígeno en la sangre): inflamación pulmonar causada por la tormenta de citocinas, junto con microtrombosis en la circulación pulmonar, que afecta severamente la absorción de oxígeno, lo que resulta en un fallo de oxigenación.

Las patologías anteriores no son nuevas, aunque la gravedad combinada en la enfermedad COVID-19 es considerable. Nuestras experiencias de hace mucho y más recientes muestran un éxito consistente en el tratamiento si se logran los principios terapéuticos tradicionales de intervención temprana y agresiva, antes del inicio del fallo orgánico avanzado. Es nuestra opinión colectiva que los niveles históricamente altos de morbilidad y mortalidad por COVID-19 se deben a un solo factor: la renuencia generalizada e inapropiada entre los intensivistas a emplear tratamientos antiinflamatorios y anticoagulantes, incluida la terapia con corticosteroides al inicio de la hospitalización del paciente. Es esencial reconocer que no es el virus lo que está matando al paciente, sino el sistema inmunitario hiperactivo del paciente. Las llamas del "incendio de citoquinas" están fuera de control y deben extinguirse. Brindar cuidados de apoyo (con ventiladores que avivan el incendio) y esperar a que se apague simplemente no funciona… este enfoque ha FALLADO y ha provocado la muerte de decenas de miles de pacientes.

El fracaso sistemático de los sistemas de cuidados críticos para adoptar la terapia con corticosteroides es el resultado de las recomendaciones publicadas contra el uso de corticosteroides por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la American Thoracic Society (ATS), entre otros. Una publicación muy reciente de la Society of Critical Care Medicine de la que es autor uno de los miembros del grupo de Front Line COVID-19 Critical Care, identificó los errores cometidos por estas organizaciones en sus análisis de estudios de corticosteroides basados ​​en el hallazgos de las pandemias de SARS y H1N1. Su recomendación errónea de evitar los corticosteroides en el tratamiento de COVID-19 ha llevado al desarrollo de innumerables fallos multi-orgánicos que han abrumado los sistemas de cuidados intensivos en todo el mundo.

Fig. 3. Las cuatro fases de la enfermedad a lo largo de las cuales el estado del paciente empeora no en función de la cantidad de virus que produce, sino de la respuesta inmunitaria que presenta. La desregulación inmunitaria comienza con la formación de trombos, continúa con el síndrome de activación de macrófagos y termina con la tormenta de citoquinas. A lo largo del proceso se producen la sepsis y el fallo multiorgánico que causan la muerte del paciente. Cada fase requiere un protocolo de medicación específico. Fuente: EVMS Critical Care COVID-19 Protocol.

Según el doctor Marik y otros muchos médicos hay que evitar intubar a los pacientes tanto como sea posible. La intubación es contraproducente y el 50 % de los intubados fallece. La falta de ventiladores que tanto nos agobiaba probablemente haya salvado algunas vidas.

Como dice bien claro el doctor Marik, la información de la importancia del tratamiento con corticosteroides se conoce desde las epidemias de SARS y H1N1 y sin embargo las recomendaciones oficiales eran las contrarias, lo que ha causado la muerte de miles de personas. Me consta que doctores españoles han aprendido a base de perder pacientes de COVID-19 a ignorar dichas recomendaciones y a poner a sus pacientes en tratamiento temprano de anticoagulantes y corticosteroides, tan pronto como aparecen los síntomas de hipoxia. Los protocolos del Dr. Marik y su grupo están en el documento enlazado, y debería ser examinado por cualquiera que trate a pacientes de COVID-19 para su comparación con lo que se hace aquí. No me cabe duda de que muchos de nuestros excelentes médicos ya están al tanto, pero puede que no todos.

3. La Vitamina D y su importancia

La importancia que tiene la vitamina D para los humanos no puede sobreestimarse. La raza blanca es consecuencia de mutaciones para favorecer la producción de vitamina D, porque la vitamina D3 (colecalciferol) se sintetiza en la piel a partir del colesterol, por la acción de los rayos UVB del sol, y la melanina reduce la producción. La vitamina D se consigue por fotosíntesis en la piel o por la ingesta de alimentos, aunque son muy pocos los alimentos que la contienen en cantidades significativas, esencialmente solo los pescados azules (salmón, atún, sardinas) y algunas setas que han crecido expuestas a rayos UV (no en oscuridad). Huevos y mantequilla tienen algo, pero no mucho.

La vitamina D es liposoluble, por lo que no se elimina por la orina y puede dar lugar a toxicidad si se alcanzan niveles demasiado altos, aunque la hipervitaminosis D es extremadamente rara y los casos más graves se dieron entre exploradores polares del siglo XIX que comían hígados de osos polares y focas que la contienen en cantidades altísimas. La cantidad de vitamina D fotosintetizada por la piel está sujeta a regulación, por lo que no da lugar a excesos, aunque hay que ser muy conscientes del riesgo de cáncer de piel por exposición al sol. La vitamina D, tanto sintetizada como ingerida, es transformada en el hígado en 25-Hydroxivitamina D [25(OH)D], que es la que se mide en sangre, pero la forma activa es la 1,25-Dihidroxivitamina D que se produce en los riñones y en menor medida en los tejidos a partir de la 25(OH)D.

Fig. 4. Esquema simplificado del metabolismo de la vitamina D. La vitamina D de la dieta o generada endógenamente se metaboliza en el hígado a 25-hidroxivitamina D y en el riñón y otros tejidos a la hormona activa 1,25-dihidroxivitamina D. Fuente: Zittermann et al. 2016.

La vitamina D tiene múltiples funciones en el cuerpo, la principal es la de regular el metabolismo y los niveles de calcio, y por ello se usaba en forma de aceite de hígado de bacalao para combatir el raquitismo en la primera mitad del siglo XX. Pero la vitamina D actúa a través de su receptor, que es un factor de transcripción que regula la expresión de cientos de genes, por lo que está implicada en multitud de procesos. Es un regulador del sistema inmune que activa la respuesta innata y regula la respuesta adaptativa (mejora la respuesta de ambos). En el artículo pan-europeo de la Sociedad Europea de Menopausa y Andropausa sobre la vitamina D del año 2012 dice lo siguiente:

Una revisión sistemática de estudios prospectivos informó un riesgo de mortalidad de dos a cinco veces mayor entre los sujetos con niveles más bajos de 25(OH)D en suero.

El tratamiento con vitamina D disminuyó la mortalidad, aunque solo la vitamina D3 disminuyó significativamente la mortalidad, mientras que otros compuestos relacionados no lo hicieron.

El efecto de la suplementación con vitamina D en adultos, con o sin calcio, sobre la fuerza muscular también se ha estudiado en una revisión sistemática y metaanálisis de 17 ensayos controlados aleatorios. Los datos agrupados mostraron un efecto considerable de la suplementación con vitamina D sobre la fuerza muscular de la cadera solo en sujetos con niveles séricos de 25(OH)D < 25 nmol/L. Por lo tanto, la vitamina D puede estar involucrada en el mantenimiento de la fuerza muscular.

La hipovitaminosis D se ha asociado con una serie de factores de riesgo, como hipertensión, metabolismo de la glucosa y los lípidos, obesidad, enfermedad de las arterias periféricas, enfermedad de las arterias coronarias, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular

La vitamina D induce la diferenciación celular e inhibe la proliferación y el potencial metastásico y, por lo tanto, puede considerarse como un agente antiapoptótico.

La susceptibilidad a la infección se ha relacionado con el estado de la vitamina D, incluidas las infecciones virales del tracto respiratorio superior. Un análisis secundario de la Tercera Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición encontró que los niveles séricos de 25(OH)D estaban inversamente asociados con una infección reciente del tracto respiratorio superior y que la asociación puede ser más fuerte en aquellos con enfermedades del tracto respiratorio como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Un estudio prospectivo reciente en pacientes con neumonía informó que la deficiencia severa de 25(OH)D estaba relacionada con tasas de mortalidad más altas en comparación con aquellos con niveles suficientes. El aumento de la mortalidad no se relacionó con afecciones comórbidas, edad o gravedad de la enfermedad aguda.

La cantidad diaria recomendada es de 600 UI/día, aumentando a 800 UI/día en los mayores de 71 años. Los suplementos de vitamina D deben usarse cuando no se pueden implementar las recomendaciones de dieta y estilo de vida (luz solar). No se recomienda aumentar la ingesta de alimentos fortificados o la exposición a la luz solar. Parece que hasta 4000 UI de vitamina D3/día carecen de efectos adversos significativos, y aumentan efectivamente los niveles séricos de 25(OH)D a concentraciones fisiológicas normales-altas.

Examinemos algunos de estos aspectos con algo más de detalle, por su interés para el caso que nos ocupa.

3.1. Vitamina D y mortalidad

Un estudio austríaco cruzó los datos de todos los pacientes del Hospital General de Viena entre 1991 y 2011 a los que se les midieron los niveles de 25(OH)D, en total 78.581 pacientes, con el registro nacional de muertes austríaco. En esos 20 años se observaron 11.877 muertes y calcularon la tasa de riesgo de muerte. Los valores de 25(OH)D ≤ 10 nmol/L estaban asociados a un riesgo de muerte de dos a tres veces mayor en los menores de 75 años, mientras que unos valores de 25(OH)D ≥ 90 nmol/L estaban asociados a un riesgo de muerte un 40 % inferior en los menores de 75 años, con respecto al valor de referencia de 50 nmol/L. En términos de mortalidad por causas específicas, encontraron que la asociación más fuerte entre los bajos niveles de vitamina D y la causa de la muerte se daba para la diabetes, con un riesgo 4 veces mayor, y para las enfermedades infecciosas y otras enfermedades con un riesgo 2 veces mayor, aunque no para el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.

Fig. 5. Tasa de riesgo para la muerte por cualquier causa en función de los niveles en suero de vitamina D. Por debajo de 75 años unos niveles muy bajos de vitamina D son un indicador de un riesgo muy alto de muerte. Fuente: Waldhoer et al. 2018.

3.2. Vitamina D y las infecciones respiratorias

Quien quiera investigar la medicina adecuadamente debe proceder así: en primer lugar, considerar las estaciones del año… (Hipócrates, c. 400 a.J.).

R. Edgar Hope-Simpson fue un médico británico que se hizo famoso por descubrir la latencia del virus de la varicela. También fue el primero en documentar que el pico de la epidemia estacional de gripe se produce un mes después del solsticio de invierno. Sus observaciones le llevaron a desarrollar la hipótesis de que la causa del factor estacional era la radiación solar, que afectaba al virus, a su huésped humano o a la interacción entre ambos. Él veía la gripe como una cosecha de invierno que unos años se daba mejor y otros peor, pero que en verano, a pesar de que seguía presente en un 2 % de la población y no le faltaban víctimas potenciales sin anticuerpos no daba lugar a brotes epidémicos.

Cannell y colaboradores publicaron un artículo en 2006, del que procede la información anterior, en el que revisaron las investigaciones que relacionaban las epidemias de gripe con los niveles de vitamina D y en el que dicen lo siguiente:

La radiación solar desencadena una fuerte producción estacional de vitamina D en la piel; La deficiencia de vitamina D es común en el invierno, y la vitamina D activada, 1,25(OH)2D, una hormona esteroide, tiene profundos efectos sobre la inmunidad humana. 1,25(OH)2D actúa como un modulador del sistema inmune, evitando la expresión excesiva de citocinas inflamatorias y aumentando el potencial de "explosión oxidativa" de los macrófagos. Quizás lo más importante es que estimula drásticamente la expresión de péptidos antimicrobianos potentes, que existen en los neutrófilos, monocitos, células asesinas naturales y en las células epiteliales que recubren el tracto respiratorio, donde juegan un papel importante en la protección del pulmón contra la infección. Los voluntarios inoculados con el virus de influenza vivo atenuado tienen más probabilidades de desarrollar fiebre y evidencia serológica de una respuesta inmune en el invierno. La deficiencia de vitamina D predispone a los niños a infecciones respiratorias. La radiación ultravioleta (ya sea de fuentes artificiales o de la luz solar) reduce la incidencia de infecciones respiratorias virales, al igual que el aceite de hígado de bacalao (que contiene vitamina D). Un estudio intervencionista mostró que la vitamina D reduce la incidencia de infecciones respiratorias en los niños.

Por todo ello propusieron que la falta de vitamina D podía ser el "estímulo estacional" de Hope-Simpson.

Fig. 6. En negro variación estacional en los niveles de 25(OH)D en los habitantes entre 50 y 80 años en una ciudad del sur de Alemania. En rojo porcentaje de meses en los que hubo brotes epidémicos de gripe A entre 1964 y 1975 en latitudes al norte de 30 °N. En naranja (sin escala) el recorrido de la verticalidad del sol entre 23,5 °S y 23,5 °N a lo largo del año. Las epidemias de gripe son inversamente proporcionales a la radiación solar con un mes de retraso, y tienen su pico cuando los niveles de vitamina D son más bajos en la población. Fuente: Cannell et al. 2006.

En 2016 Zittermann y colaboradores realizaron un meta-estudio de 16 estudios sobre el efecto de administrar vitamina D sobre las infecciones agudas del tracto respiratorio alto (catarros y gripes). El resultado es que la administración de vitamina D reduce significativamente el riesgo de contraer una infección respiratoria. La tasa de asociación (odds ratio) era de 0,65 (0,5-0,85 al 95%), una tasa de 1 indica que la exposición no afecta al resultado mientras que una tasa menor de 1 indica que la exposición reduce el riesgo de resultado, en este caso de infección.

Fig. 7. Meta-análisis (análisis de un grupo de análisis) de la eficacia de la terapia con vitamina D para prevenir las infecciones agudas de las vías respiratorias. El resultado se presenta como tasa de asociación, y es significativo. Fuente: Zittermann et al. 2016.

A pesar de que la vitamina D ingerida se acumula en el tejido adiposo, los estudios muestran que es más eficaz para prevenir las infecciones agudas del tracto respiratorio tomarla en dosis diarias, que en dosis semanales o mensuales, y que el nivel en sangre debe ser para este fin de al menos 50 nmol/L. Por ello Zittermann et al., 2016 recomiendan que las personas con riesgo de deficiencia de vitamina D tomen todo el año una dosis diaria de 1000 UI, y que el resto de la población lo haga desde principios del otoño hasta mediados de primavera.

4. En Europa y otras partes del mundo hay una pandemia de hipovitaminosis D

A latitudes de 40° N (Boston, Madrid) no hay producción de vitamina D por la piel desde octubre hasta marzo y a latitudes de 50° N entre septiembre y abril. Salvo que se tome en la dieta, buena parte de la población adquiere niveles de deficiencia subclínica. Desde hace décadas se sabe que esto es un problema en Europa, donde a diferencia de en Estados Unidos no es común tomar leche y cereales fortificados con vitamina D. En Europa el 13 % de la población tiene niveles medios anuales por debajo de 30 nmol/L y el 40 % tiene deficiencia subclínica de vitamina D durante el invierno, porcentaje que sube al 80 % de los ancianos ingresados en residencias.

En los años 90 una serie de estudios en Europa mostraron el curioso resultado de que aunque los niveles de vitamina D en cada país solían ser mayores cuanto menor la latitud, las diferencias entre países mostraban el efecto inverso y los países del sur de Europa tienen mayor deficiencia en vitamina D que los países del norte.

Fig. 8. En Europa los niveles de vitamina D muestran un gradiente inverso al que cabría esperar con la latitud y los países del sur de Europa tienen unos niveles más bajos que los del norte. Fuente: van Schoor & Lips, 2011.

Esto se puede explicar por diferencias dietéticas, de color de piel y de costumbres. En los países escandinavos se toma más pescado azul, y se suplementan algunos alimentos con vitamina D, y en los países del sur la gente tiene la piel más oscura y a menudo evita el sol debido al calor. En España además no solo tenemos la hora más desplazada con respecto al horario solar, sino que nuestras costumbres la desplazan aún más con un horario de comidas y actividades que sorprende a toda Europa.

Con una prevalencia de niveles de vitamina D en suero inferiores a 50 nmol/L del 40 % de la población europea en invierno, la situación ha sido descrita como pandémica. El problema es aún mayor para la población anciana (la capacidad de producir vitamina D por la piel disminuye con la edad), y para la población inmigrante de piel oscura. Ambos grupos tienen unos niveles de vitamina D bajos durante todo el año y bajísimos durante el invierno. Para colmo de males muchos medicamentos que toman las personas mayores con regularidad para otras patologías afectan adversamente a los niveles de vitamina D.

"La deficiencia de vitamina D es evidente en toda la población europea con tasas de prevalencia preocupantes y que requieren acciones desde una perspectiva de salud pública." Cashman et al., 2016.

La situación de la vitamina D en el resto del mundo ha sido estudiada por Mithal et al., 2009 y por van Schoor & Lips, 2011. Además del sur de Europa, los niveles de vitamina D son preocupantemente bajos en Oriente Medio y Asia.

5. Vitamina D y coronavirus

Como hemos visto se sabe desde hace tiempo que la vitamina D protege de las infecciones respiratorias y activa la respuesta inmune innata mientras que regula la respuesta adaptativa. La respuesta innata es la que protege en la infancia y frente a nuevas amenazas, mientras que la adaptativa, también importante para la defensa frente a amenazas conocidas por su memoria, es responsable de los problemas inflamatorios y de coagulación asociados a un exceso de respuesta.

También hemos visto que los bajos niveles de vitamina D están asociados a muchas de las patologías previas que predisponen a un peor curso de la enfermedad COVID-19, como hipertensión, obesidad, enfermedades circulatorias y accidentes cerebrovasculares. Más aún están directamente asociados a un mayor riesgo de muerte por múltiples causas, incluidas las causadas por infecciones respiratorias.

Por ello no es sorprendente que los investigadores estén encontrando una asociación entre la mortalidad del COVID-19 y la vitamina D, lo sorprendente es que la asociación sea tan fuerte.

El informe de Mark Alipio sobre 212 casos del sur de Asia encontró una asociación entre los niveles de suero de 25(OH)D y el resultado de la infección. Los niveles eran más bajos entre los casos críticos, y más altos entre los casos suaves. Tener unos niveles de una desviación estándar por encima de la media hacían que las posibilidades de tener una forma suave de la enfermedad fueran 8 veces más altas que una severa y 20 veces más altas que una crítica.

Fig. 9. Los resultados del informe de Alipio 2020 en forma gráfica. Los niveles altos de vitamina D (verde) están asociados a formas suaves de la enfermedad, mientras que los niveles bajos (rojo) y medios (amarillo) están asociados a formas más graves.

El estudio en Indonesia de Raharusuna et al., 2020 de 780 casos el 98,8 % de los pacientes con niveles deficientes de vitamina D (< 20 ng/mL) murieron, el 87,8 % de los que tenían niveles insuficientes (20-30 ng/mL), y tan solo el 4,1 % de los que tenían niveles normales (>30 ng/mL). Corrigiendo por edad, sexo y comorbilidad encontraron que las posibilidades de morir eran 10 veces más altas en los pacientes con niveles deficientes que en los pacientes con niveles normales.

El estudio de Lau et al., 2020 es con una muestra más pequeña (20 pacientes), pero es más detallado. De los 20 pacientes 15 tenían niveles bajos de vitamina D (< 30 ng/mL), pero de los 13 que ingresaron en la UCI, 11 los tenían bajos por 4 de los 7 que no ingresaron en UCI. Además todos los pacientes menores de 75 años que ingresaron en la UCI tenían los niveles bajos. Como vimos en el estudio de mortalidad austríaco la relación entre niveles de vitamina D y mortalidad se desvanece en gran medida entre los mayores de 75, probablemente por el fuerte incremento de las otras causas de fallecimiento.

Investigadores de East Anglia han puesto en la red una correlación entre los niveles medios de vitamina D en los distintos países europeos y la incidencia de casos y muertes por coronavirus que muestra una relación positiva.

Fig. 10. Correlación entre los niveles de vitamina D (nm/L) y el número de casos de COVID-19 por millón de habitantes en 20 países europeos. Fuente: Ilie et al 2020.

Lejos de ser concluyente y sin corregir para factores como diferente progresión de la enfermedad, es sin embargo un dato más de que no solo la severidad de la enfermedad en los pacientes sino también en los países muestra correlación con los niveles de vitamina D.

La prensa se hizo eco de esta relación hace una semana. "Un estudio sugiere que las personas con bajos niveles de vitamina D es más probable que se contagien de coronavirus y mueran de COVID-19".

6. Conclusiones y recomendaciones

La hipótesis de que la vitamina D es fundamental para luchar contra el coronavirus, o más bien para evitar que nuestro cuerpo nos mate en la lucha, cuenta con un montón de soporte anecdótico a falta de estudios más conclusivos, está además apoyada por estudios de las últimas décadas sobre su función en la respuesta inmunológica y su papel en prevenir las infecciones de las vías respiratorias, y explica muy bien por qué la gente de color oscuro muere desproporcionadamente en los países del norte, pero parece llevarlo bien en los trópicos y por qué los sin techo de cualquier raza, que se pasan todo el día en la calle, pasan la enfermedad como campeones a pesar de tener una salud bastante precaria y una alimentación deficiente.

La vitamina D no es cara, la dosis mensual cuesta entre 6 y 10 €, aunque es posible que desaparezca de las farmacias y tiendas on-line en un santiamén como hicieron las mascarillas y el gel hidroalcohólico. El coste de la estancia de una persona una noche en una UCI puede pagar las dosis para un mes de vitamina D de 3.000 personas. De hecho los gobiernos europeos, particularmente los del sur, deberían haber tomado medidas para paliar la epidemia de hipovitaminosis D que nos aflige hace tiempo. Si por una vez hacen bien las cosas deberían hacer acopio de vitamina D para tratar a toda la población con 1000 UI cada día desde el 15 de septiembre hasta el 15 de marzo y todo el año a la población mayor. Quizá sea nuestra mejor opción frente a la segunda oleada. Unos niveles altos de vitamina D durante el invierno podrían resultar más útiles que una vacuna. La de la gripe hay años que falla más que una escopeta de feria. La ventaja de los suplementos de vitamina D es que no tienen prácticamente efectos negativos.

De momento nuestra mejor opción es tomar el sol, que finalmente ya lo tenemos aquí. 15 minutos de exposición solar en bañador sin protección tres veces a la semana proporcionan toda la vitamina D que necesitamos a 40° N en esta época del año para la gente que no tiene la piel muy oscura. Hay que corregir para el tipo de piel, la inclinación del sol (dependiente de la hora y mes), y la superficie expuesta (15 % vestido en manga corta). Serrano et al. 2017 hicieron un estudio en Valencia para la cantidad de sol que hay que tomar para el tipo de piel III (se pone moreno con facilidad y raramente se quema), el más común en España. Yo soy tipo II, me cuesta ponerme moreno y me quemo con facilidad, así que me basta con menos sol. En el artículo (disponible entero aquí) tienen una tabla de tiempos para cada estación, de la que os pongo una figura.

Fig. 11. Tiempo (mediana (percentiles 25-75)) para inducir eritema (tE, rojo, malo) y para producir 1000 UI (tUVD, azul, bueno) alrededor del mediodía solar (11:30-12:30 UTC), para pieles de tipo III a 39,5 °N a nivel del mar en España. Para calcular tUVD se considera una exposición corporal del 10 % (cara, cuello y manos) en invierno (enero). En primavera (abril) y verano (julio) se considera un 25 % (cuello, manos y brazos), y en otoño (octubre) un 15 % (cara, cuello, manos y mitad de brazos). Fuente: Serrano et al. 2017.

De cara al otoño haced acopio de vitamina D, preferiblemente D3 en pastillas de 1000 UI (0,025 mg, o 25 µg) para tomar una al día hasta la siguiente primavera. Una alternativa aún mejor (en mi opinión) si podéis conseguirlo es el aceite de hígado de bacalao, que además es rico en vitamina A. Cuidado de no exceder la dosis recomendada. Hasta 4.000 UI diarias es seguro según los expertos.

7. Actualización 14 de mayo 2020

Dada la polémica generada por el tema de la disparidad racial en la letalidad por coronavirus y mi opinión de que aunque el nivel socioeconómico pueda influir en la enfermedad, al igual que en cualquier otra patología no puede explicar un diferencia tan grande, actualizo con un estudio al respecto que he encontrado (el único hasta la fecha) que trata el tema de la influencia de la raza en la enfermedad COVID-19.

El estudio está realizado por especialistas en medicina estadística catalanes que trabajan en Oxford y en Cataluña. Trabajan con datos estadísticos de 415.582 personas, de las cuales 1.416 han sido testadas por PCR y 651 han dado positivo para COVID-19. El estudio no analiza la letalidad, que sería lo deseable, sino la probabilidad de infectarse, aunque casi seguro que ambas están relacioadas porque en el Reino Unido, al igual que en España se testa por PCR a la gente que desarrolla la enfermedad y en alta proporción va a un hospital.

"Etnia, comorbilidad, estado socioeconómico y sus asociaciones con la infección por COVID-19 en Inglaterra: un análisis de cohorte de datos del Biobanco del Reino Unido"

Los resultados son muy claros:

Las diferencias observadas no se atenuaron después del ajuste multivariable por edad, sexo, IMC, tabaquismo, consumo de alcohol, estado socioeconómico y comorbilidad (Figura 1). En comparación con los participantes blancos, los participantes negros tenían un riesgo relativo ajustado (IC 95%) para la infección por COVID-19 de 3.30 (2.39-4.55), otros grupos étnicos un riesgo de 1.93 (1.08-3.45), los participantes asiáticos un riesgo de 2.04 (1.36-3.07), y los participantes chinos un riesgo de 3.00 (1.11-8.06). Los participantes con etnia mixta (1.07 (0.40-2.86)) no difirieron de los participantes blancos.

Y apoyan la hipótesis que adelantaba a partir de los datos de letalidad. Después de ajustar por nivel socioeconómico y comorbilidades la raza tiene un papel fundamental triplicando el riesgo de desarrollar la enfermedad en el caso de los negros. La raza en el Reino Unido es un factor mucho más importante que el nivel socioeconómico o que las comorbilidades.

Por supuesto la explicación de que pueda deberse a los niveles de Vitamina D sigue siendo una hipótesis no demostrada, pero es la más razonable de las expuestas y es congruente con nuestro conocimiento de su papel en el sistema inmune y en otras infecciones respiratorias.

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  • Coronavirus (COVID-19)
  1. #20
    08/05/20 10:16
    No suelo participar en Rankia, pero este artículo es para quitarse el sombrero. Muchas gracias. Me suscribo al blog.
  2. #19
    08/05/20 09:05
    Excelente artículo, que abre una puerta de esperanza a nivel individual, además de buscar la vacuna anti Covid. Muchas gracias, me has alegrado el día.
  3. en respuesta a Knownuthing
    -
    #18
    Martinz
    08/05/20 08:48
    Bien.
    K- Los medios de izquierdas dicen que los negros están más afectados es por causas socioeconómicas.
    K- Un estudio dice que no es por genética.
    M- ¿? Lo del estudio nada tiene que ver con lo que dicen los medios de izquierdas.
    K- En un grupo de 147 sin techo de Boston, todos infectados con sintomatología leve, no hubo muertos.
    M- Es que los sin techo de Boston apenas llegan a la edad de riesgo, según las estadísticas. Además, en EE.UU. la proporción entre los sin techo es de más blancos (49%) que negros (40%)... (esto incluso rompería la teoría de los "medios de izquierdas", al menos en Boston).
    K- La incidencia en Reino Unido y Chicago entre la población negra triplica a lo que teóricamente se esperaría por proporción de población blanca/negra en esas zonas.
    M- Si sabemos que no es por razón de raza, habrá que buscar otras razones. Esto no descarta que sea por motivos económicos. Según he leído, la población en Londres de estas minorías es del 14% y el número de enfermos del 33% (más que duplica la incidencia, sin llegar a triplicarla).
    K- Los sanitarios de estas minorías también se ven afectados por esta anomalía estadística, y no creo que estos sean pobres.
    M- mmm y no es por genética. Lo de si el personal sanitario de estas etnias es pobre o no, ya sería un caso aparte... Los artículos de The Guardian no me ha parecido que sean incompatibles. En uno habla de un estudio y en otro habla de una decisión política de quitar de primera línea de atención a personal de esas etnias. (Lógicamente, esta última decisión, no ha tenido en cuenta el estudio anterior).
    Pues de momento, me posiciono con "los medios de izquierdas". Al menos ya hay un estudio del profesor Chaturvedi que justifica por motivos socioeconómicos el porqué de la incidencia en esas etnias.
    Reafirma que no se han encontrado evidencias genéticas.
    Que parece que las patologías previas pudieran ser una causa, ya que si bien parece ser que tienen más incidencia en diabetes (3 veces más) e hipertensión, Por contra, fuman menos, por lo que tienen menos cánceres y enfermedades respiratorias y coronarias.
    También indica que estas minorías étnicas están sobrerrepresentadas en ocupaciones de alto riesgo, incluidos los trabajadores de la salud, en el sector del transporte y en el trabajo de atención al cliente en las tiendas de cercanía. Dice textualmente... 
    Claramente, hay una gran cantidad de heterogeneidad, pero las minorías étnicas en general tienen más probabilidades de vivir en áreas urbanas desfavorecidas, densas y sobrepobladas y tienen más probabilidades de estar en desventaja. En algunos casos, la composición del hogar podría desempeñar un papel, particularmente en los hogares asiáticos donde hay hogares multigeneracionales que viven juntos. Tanto por razones de ocupación como residenciales, son menos capaces de aislarse socialmente de manera efectiva y es mucho más probable que estén expuestos a altas dosis del virus. Se sugiere que cuanto mayor sea la dosis a la que está expuesto, más probabilidades hay de que la enfermedad resulte fatal. Esa es quizás una de las razones por las que incluso los trabajadores sanitarios bastante jóvenes están sucumbiendo a la enfermedad." 

    Bien, ya tenemos un profesor que dice lo mismo que "los medios de izquierdas"... o más bien los "medios de izquierdas" dijeron lo mismo que este profesor.

    El estudio de este profesor, tira también un poco por tierra lo que yo te decía de la edad del grupo de Boston (ojo, que igual en Boston no es como en Londres). Ya que nos cuenta que al tener más proporción de diabéticos e hipertensos "en sus filas", la incidencia de la enfermedad empieza en edades algo más jóvenes entre estas minorías étnicas.

    El alcalde de Londres, nacido en Londres, pero de origen paquistaní, dice exactamente lo mismo que este señor del estudio. Aunque esto no debería sorprendernos... es de izquierdas... ;)
     https://www.theguardian.com/commentisfree/2020/apr/19/bame-dying-coronavirus-sadiq-khan 


    A ver si conseguimos encontrar algo serio que demuestre que no es por esto... ¿un estudio quizá de renta per cápita en función de la etnia a la que se pertenece en esas zonas donde la incidencia real de la enfermedad en estas minorías es más del doble a la teórica?


    Saludos cordiales.
  4. en respuesta a Knownuthing
    -
    #17
    08/05/20 04:55
    Por lo que estoy leyendo tiene bastante sentido, ademas una dosis de 1000 no puede ser perjudicial y mas aqui en el norte encerrado en casa, eso si son mas baratas de lo que dices he encontrado dosis para todo un año por 15€ fabricados en uk ¿me pierdo algo y he hecho mal el pedido? lo pregunto por si acaso, aqui dejo el  link  https://www.amazon.es/dp/B01NC3DJK7/ref=pe_3310721_185740151_TE_item
  5. en respuesta a Knownuthing
    -
    #16
    08/05/20 02:29
    Está todo muy pillado por los pelos. Me suelen gustar tus entradas pero en esta tú mismo te contradices. Por tocar algunos puntos, y sin profundizar:
    *Efectivamente grupos socioeconómicos bajos tienen una mayor tendencia la hipertensión y diabetes, así como mayor esperanza de vida que los homeless. Esto es por la alimentación básicamente (factor cultural) y el abuso de comida basura, que no se da en comedores sociales.
    *Un muy alto porcentaje de cardiópatas está anticoagulado. Un alto porcentaje de inpatients está con heparina de bajo peso molecular profiláctica para la prevención de trombosis venosas profundas secundarias al la limitación de movimientos/pacientes encamados.
    *Conoces muy poco la realidad del staff del NHS, sin acritud, la mayoría de personal africano/indio-pakistaní/caribeño son personal de baja cualificación o staff nurse band 5. El salario es muy bajo/bajo y otra vez, los factores culturales en la dieta.

    A tu favor he de decir que la hipótesis de una base genética que influya a la respuesta a la enfermedad sí se baraja, y me consta que por lo menos en el SERGAS se ha hecho un estudio al respecto. Hasta el momento desconozco la existencia de ningún paper con suficiente evidencia para validar esta hipótesis.

    Un saludo.
  6. en respuesta a Martinz
    -
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    #15
    07/05/20 23:56
    No Martinz, me baso en que la estadística es tremenda. Los negros en el Reino Unido están sobre-representados TRES VECES en las muertes, igual que los negros de Chicago. Esto es una barbaridad que no se explica por factores sociales. Parece mentira, pero los periodistas escriben artículos sin pararse a hacer cuatro números para ver si es sostenible. Y además la anomalía estadística afecta a los sanitarios de minorías en el sistema de salud del Reino Unido, que aunque no muy bien pagados, de pobres no tienen nada. ¿Tú te has parado a pensarlo? El NHS (sistema de salud británico) está considerando quitar a los sanitarios de minorías de primera línea. No creo que sea por que los tiene mucho peor pagados.
    NHS busca sacar al personal de BAME de la primera línea por su seguridad
    Esto es de The Guardian. Seguro que no se han detenido ni un segundo a pensar que esto echa por tierra toda su argumentación de su otro artículo al respecto:
    ¿Por qué la gente de los grupos BAME muere desproporcionadamente por Covid-19?

    Las estadísticas dicen que de 100 personas al azar infectadas una muere, 10-15 tienen que ser ingresadas en el hospital, y 2-4 en cuidados intensivos. Ese grupo de 147 no son al azar, son los más pobres entre los pobres, mal alimentados, y con una salud tan perjudicada que pocos llegan a viejos, y sin embargo ninguno tuvo que ser ingresado. Son una anomalía estadística que le quita fuerza a la hipótesis de los factores sociales. El virus no mata, mata la reacción del cuerpo. La reacción (o falta de ella) de los homeless les protegió de tener una enfermedad severa. Es obvio que el problema no es la pobreza ni la alimentación.

    Por supuesto, las vitaminas son todas importantes y la carencia de cualquiera de ellas tiene efectos negativos. La vitamina C está en el centro de una polémica muy fuerte entre los que creen que en dosis masivas tiene un efecto curativo muy importante sobre numerosas patologías y los que no. Y hay polémica porque los datos no están claros. No obstante como es inofensiva y barata a mí me parece muy bien que se aplique. Todo este tipo de cosas juntas al final tienen un efecto positivo sobre el tratamiento reduciendo la mortalidad, aunque sea a base de prueba y error.
  7. en respuesta a Alfon1971
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    Top 100
    #14
    07/05/20 23:29
    El estudio austríaco del que hablo sugiere que la importancia de la vitamina D en reducir la mortalidad por cualquier causa disminuye a partir de los 75 años. No es fácil saber por qué, pero explicaría por qué en ausencia de coronavirus no es un factor muy importante para la esperanza de vida.
  8. #13
    Martinz
    07/05/20 22:36
    Te basas en cosas que no tienen nada que ver para descargar la teoría de "los medios de izquierdas". Das como argumento que el director del instituto Europeo de Bioinformática dice que no se debe a causas genéticas... Vale, pero los medios de izquierdas no dicen que sea por causas genéticas, dicen que es por causas económicas: menos dinero = peores casas, peor alimentación, peor salud, peores trabajos...
    ¿Te basas para tirar la teoría de los medios de izquierdas en que un grupo de 147 sin techo en Boston tuvieron sintomatología leve?  ¿En serio, Know?
    ¿Eran blancos o negros? Según un estudio nacional, el 49% son blancos... igual va a ser por eso que no se murieron y el 40% negros. https://endhomelessness.org/wp-content/uploads/2019/07/3rd-Demo-Brief-Race.pdf  ¡Ah! no, que esto no tiene nada que ver, vale. Que no son causas genéticas... (nótese la ironía).
    ¿Crees que hay muchos sin techo que llegan a los 70 años? Un estudio más antiguo habla de que solo un 2% de la población de los "sin techo" pasa de los 65 años en Boston; y solo un 17% con 56 o más años... No sé si habrán cambiado mucho los datos en los últimos 20 años, pero igual van por ahí los tiros, ¿no? ¿No te parece más acertada esta teoría de la baja mortalidad entre ellos? https://scholarworks.umb.edu/cgi/viewcontent.cgi?filename=5&article=1028&context=csp_pubs&type=additional
     
    No te lo tomes a mal... pero nuevamente... telita.

    Con respecto a lo que nos cuentas de la vitamina D... pues bueno, sí y no. Sí, porque claro que puede ser un causante de un mayor efecto de la enfermedad, pero como muchos otros. Por ejemplo, la falta de vitamina C. De hecho la vitamina C también se ha demostrado efectiva en altas dosis suministrada de forma intravenosa.
    https://www.seme.org/site/docs/covid-19/Erol_2020_High_dose_Intravenous_vitaminC_Covid19.pdf

    Saludos cordiales.
  9. en respuesta a Knownuthing
    -
    #12
    07/05/20 22:22
    Si no digo que no esté bien aumentar los niveles de vitamina D,  especialmente ahora con este virus, pero no creo que haya que poner tantas expectativas en ella. Porque esto de los estudios científicos ya sabes cómo va, aparece un estudio que indica algo y luego otros dos que indican lo contrario, más veces de las deseadas. 
    Sólo un comentario: España tiene menores niveles medios de vitamina D que muchos países del centro y norte de Europa, lo cual redundaría en un aumento de la mortalidad por todas las causas, pero España tiene mayor esperanza de vida que todos esos países. Eso indica que quizá no sea un factor tan importante como dices. 
  10. en respuesta a Alfon1971
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    #11
    07/05/20 21:36
    Hay que tener cuidado con establecer relaciones de causalidad tan alegremente.
    Excepto que yo no establezco relaciones de causalidad. Me limito a informar de lo que hay a nivel de investigaciones en apoyo de una hipótesis que es coherente y explica mejor que otras las observaciones. Hace siglos que se conoce la importancia de las vitaminas. No estamos descubriendo la pólvora. Decirles a los españoles que mejoren sus niveles de vitamina D es un servicio público. Tú por si acaso ya lo haces, pues los demás también deben. En el caso del coronavirus no tenemos el lujo de esperar 10 años a que haya estudios más concluyentes.
    si te pasas de dosis, en pastillas, sí que puedes tener problemas
    Si te pasas de dosis hasta el agua te mata. La hipervitaminosis D es extremadamente rara y los médicos han ido subiendo la recomendación de dosis de vitamina D con el tiempo.
  11. en respuesta a carlosmazolopez
    -
    Top 100
    #10
    07/05/20 21:24
    A las dosis recomendadas no hay contraindicaciones, salvo enfermedad hepática, pancreática o renal, que habría que consultar al médico. El zumo de naranja vale para la vitamina C, pero no para la D. No conozco las marcas como para recomendar. Tomar el sol cuando es posible siempre es mejor que tomar pastillas.
  12. en respuesta a Knownuthing
    -
    #9
    07/05/20 21:06
    De   acuerdo gracias
    Alguna recomendación de marca en concreto? 
    No hay contraindicaciones de ningún tipo? 
     También vale el zumo de naranja? 
  13. #8
    07/05/20 21:04
    Gracias de nuevo por otro artículo esclarecedor. De las tormentas de citoquinas ya hablabas a finales de febrero cuando comentabas los distintos escenarios, y parece que últimamente lo de los antiinflamatorios y anticoagulantes lo van implementando por lo que se lee. Lo de la vitamina D tiene todo el sentido y suena muy bien, alguno dirá que demasiado bien, pero como comentas no cuesta nada complementar la dieta, es barato y nos viene bien. Al final resulta que esto del aislamiento ha contribuido a agravar el tema coronaviral al no dejar estar al aire libre y tomar el sol y es que un distanciamiento social dejando que la gente pasee o haga deporte sola, como se ha permitido en otros países, hubiese ayudado a mantener la salud mental y los niveles de vitamina D huyendo de totalitarismos de toque de queda a los que intentan acostumbrarnos.
  14. en respuesta a Knownuthing
    -
    #7
    07/05/20 20:21
    Hay otros científicos que piensan que la peor salud de la población deficiente en vitamina D se debe a que son ya de por sí personas de mala salud, que por sus En problemas de salud salen poco de casa, y por eso tienen falta de vitamina D. Hay que tener cuidado con establecer relaciones de causalidad tan alegremente. Es muy difícil probar estas hipótesis. La única manera de probarlas sería mediante ensayos clínicos, pero no los hay. 
    Yo tomo suplementos de vitamina D unos tres o cuatro meses al año, en invierno. Durante seis meses al año tomo el sol al menos un rato un par de días a la semana, en una terraza, con un bañador. No estoy seguro que eso me vaya a dar una mejor salud en general, pero sólo por mejorar la salud ósea merece la pena. 
    Con respecto a los riesgos, si te pasas de dosis, en pastillas, sí que puedes tener problemas de calcificaciones o hipercalcemia. En cambio tomando el sol no es posible excederse de síntesis de vitamina D. No está de más hacerse una analítica al año con los niveles de vitamina D, si la tomas como suplemento. 
  15. en respuesta a Alfon1971
    -
    Top 100
    #6
    07/05/20 20:04
    No todo. Con lo que hay probado a mí me basta. Que la vitamina D es un importante regulador inmunológico, que correlaciona con la prevención de infecciones respiratorias, y que presenta niveles de deficiencia subclínica en buena parte de la población española. Si tuviera efectos negativos me lo pensaría antes de recomendarla, pero como no los tiene.

    Como dice la investigadora Rachel Neale, que publicó el artículo:
    Vitamin D supplementation to prevent acute respiratory tract infections: systematic review and meta-analysis of individual participant data
    "Ahora, más que nunca, no es el momento de ser deficiente en vitamina D" en el artículo del Daily Mail.
  16. en respuesta a sartans
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    Top 100
    #5
    07/05/20 19:52
    No hasta donde yo sé. La producción natural de vitamina D es durante el día y de melatonina durante la noche y ambas parecen tener un papel en la regulación del sueño, pero a dosis normales no parece que haya ninguna interacción, y de hecho ambas se han recetado conjuntamente para trastornos del sueño sin tener efectos adversos.
  17. #4
    07/05/20 19:51
    Yo resumiría todo el artículo en tres palabras: hipótesis no probadas. 
  18. en respuesta a sartans
    -
    #3
    07/05/20 19:27
    Hasta donde sé la melanina es independiente de la vid D y no afecta a nivel metabólico. 
  19. #2
    07/05/20 19:24
    Dicen que no hay dos sin tres, así que añado a tu ecuación el nivel del colesterol. Su relación con la vitamina D es estrecha, y en este artículo desarrollan unas ideas bastante interesantes. 

    http://lameteoqueviene.blogspot.com/2020/04/el-colesterol-nos-protege-de-las.html?m=1

    Aunque no imagino a los médicos deshaciendose del mantra oficial con el que nos han estado machacando las últimas décadas en contra del colesterol.


  20. #1
    07/05/20 19:07
    La melatonina afecta a la vitamina D?