Los mercados muestran hoy en día una sensibilidad exacerbada a cualquier signo de debilidad de los datos de actividad a nivel global. Así, el dato del índice de gestores de compras del sector servicios de enero publicado hoy en Estados Unidos, peor de lo esperado, vino a intensificar las caídas que ya registraban las bolsas europeas desde la apertura, y ello a pesar de que el dato de empleo en el sector privado resultó en el mismo mes mejor de lo previsto.
En paralelo, la volatilidad en el mercado de petróleo sigue siendo extrema. De llegar a caer su cotización un -0.5% tras conocerse un nuevo aumento de los inventarios de crudo en Estados Unidos durante la pasada semana (de +7.8 millones de barriles cuando se esperaba una subida de +4.8 millones), en cuestión de minutos se dio la vuelta sin que mediaran más noticias para ponerse a subir casi un +6%. Sencillamente, un mercado de locos, ajenos a toda lógica fundamental.
Es evidente, por tanto, que nos encontramos por el momento en un mercado más especulativo que fundamental, sin dirección, y atrapado en la zona baja del rango de cotización de estos últimos meses.
A juzgar por lo visto ahora, los resultados empresariales del cuarto trimestre que siguen publicándose en estos días no van a ser el catalizador que nos permita salir de esta dinámica. Hasta el momento han dado a conocer sus cuentas el 43% de las compañías que componen el S&P500, con una caída media del beneficio por acción del -4.7%, ligeramente peor que el -3.7% esperado por el consenso. Las primeras cifras que se van conociendo en Europa tampoco están siendo particularmente buenas. Los beneficios empresariales no volverán a registrar crecimientos “decentes” hasta la segunda mitad de este año por lo que, como decíamos, por este lado, de momento, ayuda ninguna.