Una de las ramas más desconocidas del Derecho es el laboral.
El social, a pesar de su aparente sencillez, tiene un gran número de especialidades que llega a complicar de sobremanera la materia, hasta convertirse en una rama especializada, muy técnica, con bastantes escollos.
En primer lugar, porque el legislador, partiendo de la aparente desigualdad entre el trabajador y “el empresario”, ha conferido un gran número de requisitos formales a las decisiones del último, que hace muy difícil que un lego pueda bregar en la materia.
En segundo lugar, porque en los procedimientos judiciales, a pesar que la dirección por letrado o graduado social es potestativa, existen un gran número de especialidades procesales (juicios de despido, modificaciones sustanciales, extinciones...) que hacen inviable una correcta defensa de los intereses en juego sin su intervención.
Y en tercer lugar, porque la materia es muy amplia, al abarcar desde cuestiones tales como impugnaciones de actos administrativos de Seguridad Social, pasando por prestaciones del Servicio Público de empleo, para terminar en sanciones impuestas por la autoridad laboral.
Respecto del ejercicio de la abogacía, independiente, en este sector, la cosa tampoco es fácil, dado que se compite tanto con sindicatos, caso de los trabajadores, grandes despachos, caso de empresas, amén de los graduados sociales, extremo que hace que el pastel se encuentre muy atomizado, con muchos comensales, y poca comida.
Por último, a pesar que en ciudades grandes (Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia), existen un gran número de juzgados, pudiendo haber grandes especialistas en la materia, en provincias, la cosa se complica, pues suelen haber dos o tres juzgados a lo sumo, extremo que complica la especialización, imprescindible en una materia tan compleja, pues apenas existen asuntos.
En mis siguientes post, voy a intentar acercar un poco más esta materia, que a pesar de ser de imprescindible gestión en cualquier empresa, es una completa desconocida.