El problema de las contratas que nombras es muy interesante, pero no tan sencillo (en España, en Grecia no tengo ni idea).
Es cierto que no se ahorra nada o incluso a veces son más caras. Pero eso es cierto para un instante dado, no si lo analizas en un plazo más largo. Y esto es así porque olvidas el funcionamiento de la alternativa: que las limpiadoras sean funcionarias o personal laboral (no hablaré de que la administración contrate directamente, porque, además de ser complicado, si adjudicar contratas puede ser sospecho según lo que cuentas, eso ya ni te cuento)
Para empezar, y aunque suene tópico es real: un funcionario rinde mucho menos por término medio que un trabajador de una empresa normal. Y te lo digo yo que soy funcionario y lo veo todos los días. Como arreglarlo no lo tengo claro, porque no es fácil diseñar un sistema de incentivos y castigos que no quede totalmente en manos del poder político, con lo cual vamos al mismo problema de la contratación directa. Tiene que haber funcionarios independientes, pero eso lleva irremediablemente aparejada (de momento) una pérdida de eficiencia, y por tanto deben limitarse a los puestos donde sea realmente necesaria su independencia del poder político, que claramente no es el caso de las limpiadoras (es el ejemplo, habría muchos más).
Y esto me permite llegar a lo siguiente. Aunque en un momento dado no sea más barato, la flexibilidad permite que si luego sobra personal se pueda eliminar más fácilmente que de la otra manera. Porque si mañana se decide cerrar el Ministerio de Sanidad porque ya no hace falta, no hay más remedio que recolocar a las limpiadoras. Y esto, llevado al extremo pero que sucede en la realidad, hace que muchas unidades inutiles no se eliminen porque simplemente sus componentes se resisten a ello.
Esta es la estructura de al administración española, si alguien sabe como solucionarlo que lo diga, porque ningún partido político lo lleva en su programa (decir racionalizar la administración es no decir nada).
Y todo sin olvidar que una gran parte de las contratas de las administraciones (las de tipo técnico sobre todo), se realizan con empresas públicas, en las que de capitalismo de amiguetes no hay nada; ahí solo hacen y deshacen los políticos respectivos (y la UE ha intentado meter mano a la incestuosa relación empresa pública-administración, contra lo que los sucesivos gobiernos se han revelado como gato panza arriba, como en el caso de Tragsa, que tiene 20000 empleados).
Un saludo