Re: Posibles respuestas al comercial de La Caixa....
Es comprensible la indignación de la gente que, después de tener varios años sus ahorros en cualquier entidad, de la noche a la mañana descubren que en lugar de una imposición a plazo lo que realmente le habían colado eran unas preferentes y que si querían disponer de su dinero de manera inmediata, tendrían que hacerlo cursando una orden de venta en un mercado de renta fija del que ni siquiera habían oído hablar y en el que únicamente tenían garantizada de inicio una pérdida considerable respecto al valor nominal. De los posteriores canjes, no es necesario decir nada más de lo que ya se ha dicho, porque van dirigidos hacia el mismo lugar y tienen el mismo objetivo que la venta inicial de productos financieros que formaban parte del capital de primera calidad y que al computar como tal, cubrían "ciertas necesidades" de los bancos.
No obstante, esa indignación, ese sentimiento de rabia e impotencia que es fácil de comprender, por evidentes razones y que sólo es admisible en aquellos clientes cuyo perfil no es el de inversor, cliente profesional o cualificado, es necesario reconducirlo hacia la búsqueda de soluciones que han de ser adecuadas a las peculiaridades de cada situación y a las necesidades concretas.
El tema recurrente en los últimos días en este foro, relativo a la culpa o no culpa del comercial de turno que colocó o vendió el producto, es una cuestión sobre la que puede discutirse enternamente sin llegar a un punto de encuentro, sobre todo cuando las posiciones son tan divergentes y a cada una de ellas le asiste parte de razón en sus argumentos.
Desde mi punto de vista, cuando la crisis se inicia y no antes porque todo iba "viento en popa" y las ppfs. y otros productos similares se vendían como rosquillas, a las cúpulas de cada uno de las entidades se le presenta una disyuntiva, ante la cual, y teniendo en cuenta las necesidades perentorias de capitalización, deciden una estrategia en la que prima aumentar sus recursos propios de primera calidad, aunque para ello necesiten "tirar" de sus clientes minoristas con el objetivo imperioso de sobrevivir a una situación provocada por el status económico dominante en las últimas décadas, en el que prima la inversión especulativa cortoplacista sobre la productiva. Vivimos tiempos de dominio absoluto del capital especulativo, en los que los mercados mandan y dirigen las decisiones económicas a nivel global, maniatando a los Estados y a los que supuestamente nos "representan" y a los que deberían ejercer funciones eficientes de control, que no son más que marionetas que se mueven en función del hilo del que tiren quienes, verdaderamente, toman decisiones o dirigen el cotarro.
En esta situación la persona (cliente) está cosificada y, si además, su posición inicial es débil, porque cree que el comercial bancario de turno es "su amigo" o se puede fiar de él, porque en lugar de dar por supuesto que sólo es un tipo que se ve obligado a vender lo que le dicen (sepa lo que es con exactitud o no, le guste o no le guste, porque si no le gusta ya habrá otro que lo haga por él) es una especie de asesor que va a hacer todo lo que esté en su mano para "cuidar" sus ahorros, porque su cultura o conocimientos financieros son mínimos o nulos para poder decidir con conocimiento de causa...., pues, las posibilidades de éxito de esa estrategia preconcebida de supervivencia planteada y dirigida desde las altas cúpulas bancarias son altas y el punto de mira, teniendo en cuenta esas expectativas, forzosamente tiene que dirigirse hacia aquellos que pueden asegurar ese éxito, es decir, si hay que vender la moto, hay que hacerlo a quién, probablemente, no se va a negar a "comprarla".
Esto no es en absoluto contradictorio con la conducta de aquellos que invierten o especulan con un conocimiento exacto sobre los productos que les interesan y con una total asunción de los riesgos que deciden correr y que, nunca, los van a comprar por el 100 % de su valor nominal por razones obvias. Conducta, en mi opinión, que no es censurable, porque no son ellos los que han comercializado preferentes o cualquier otro producto financiero complejo a minoristas con una mala praxis, con engaños o como quiera llamársele.
Que para comercializar a minoristas de perfil inadecuado esos productos se necesitan comerciales que los vendan es un hecho evidente, si hay que vender algo se necesita un vendedor. Lo que ya no es tan evidente es que esos comerciales conozcan en profundidad lo que venden, porque, sinceramente, creo que se limitan a seguir las pautas de venta que reciben de su correspondiente departamento, que a la vez son las que ordenan los que han urdido el plan. Que es comprensible una reacción de rabia e indignación hacia ellos, sí, sobre todo en caliente y por una razón evidente, están al "alcance de la mano", al contrario que el Sr. Fainé, el Sr. Botín o similares. Que en todo caso merezcan ser el objetivo de esa rabia e indignación a diario, es más discutible, aunque habrá excepciones...., como en otros ámbitos de la vida.
Que no es admisible la violencia, no, pero en ningún caso y aquel que busque una solución a su situación por esta vía no hará más que aumentar sus problemas. Pero, que puede llegar a ser comprensible en situaciones de desesperación y estres, en las que ves que no puedes disponer de tu dinero, de ese que creías a buen recaudo, pese a que lo necesites por cualquier causa. ¿No es violencia también la utilización y cosificación premeditada del cliente para que triunfe una estrategia preconcebida y, precisamente, no creada por ese cliente?, ¿no lo es tampoco utilizar dinero público para prestarlo a entidades bancarias a un bajo interés para que éstas luego lo inviertan en la compra de deuda soberana o lo presten a un interés mucho mayor?, etc., etc.
Después de este largo rollo, que cada cual opine lo que quiera, que se respete al que no coincida contigo en su visión de las cosas y que se tenga en cuenta que todo es relativo y que la razón absoluta no existe.
Saludos.