La indiferencia según G.O.
“La indiferencia frente a la realidad”. “Todos los nacionalistas tienen la capacidad de ignorar las semejanzas entre conjuntos de hechos similares”. Es decir: el dretadecidir es bueno para Cataluña, malo para Barcelona, Tarragona o El Prat. El espanyansroba no sirve para la relación entre Barcelona y el resto de Cataluña, Sarriá y Barcelona, o los ricos y los pobres de La Bisbal. La diversidad lingüística y cultural es exigible en España, pero no en Cataluña.
“Las acciones se consideran buenas o malas no por sus méritos, sino según quién las lleve a cabo“. O sea, escuchar la Marcha Rea es malo, Els Segadors es bueno. Enseñar sólo en castellano es malo, pero hacerlo sólo en catalán es fabuloso. El nacionalismo espanyol es malo, el catalán es bueno Y así con todo.
“Todo nacionalista acaricia la idea de que el pasado puede ser alterado. Pasa la mayor parte del tiempo en un mundo fantástico en el que las cosas suceden como deberían suceder (…) y, cuando
es posible, no duda en transferir fragmentos de su mundo a los libros de historia. (…) El nacionalista (…) a menudo permanece ajeno a lo que sucede en el mundo real. Lo que quiere es sentir que su entidad ha conseguido superar a otra”. Es la manipulación constante de la historia y la ficción en que vive el pobre nacionalista.