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En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

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En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)
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Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

Ya sé que la realidad, fundida con las apariencias, sus gemelas paridas simultáneamente y difícilmente disolubles, casi nunca gusta. Pero charnego es el nombre que siempre se ha dado a los otros españoles, aquellos refugiados económicos que durante todo el siglo XX, pero especialmente en su segunda mitad y hasta casi el final de la década de los 70, lograron formar la novena provincia andaluza o, según la perspectiva, una quinta provincia catalana, si a los andaluces, sobre todo de Jaén –más de un millón entre nacidos en Andalucía y sus hijos calculaba el Centro de Estudios Andaluces en un extenso trabajo de 2010–, se suman extremeños, manchegos, aragoneses y emigrantes de otras regiones de España.

Del desprecio explícito –mi propia hija, sevillana, coincidió en un viaje a Centroamérica con un grupo de nacionalistas catalanes que no le dirigieron la palabra y hablaban sólo en catalán– se ha pasado ahora a la dependencia electoral. Si se suman todos los emigrantes españoles en Cataluña, estaremos calculando una cifra que supera, como mínimo, el millón y medio de personas. Si a ellos le añadimos el millón de extranjeros (charnegos del exterior) que, según el Instituto de Estadística de Cataluña, había ya en 2008 (sobre todo sudamericanos, de Europa del Este y africanos), la conclusión es clara: los independentistas dependen en una importante medida de los todos los inmigrantes, charnegos o extranjeros, para lograr sus objetivos.

Pujol, que podrá ser un ratero pero que nunca ha sido tonto, mimó el voto, especialmente el de los andaluces, a los que permitió, incluso, hacer una Feria de Abril. No es que los xarnegos le gustaran, no. Ya saben que Pujol se refería, por ejemplo, al andaluz "como un hombre no coherente, incluso anárquico, un hombre destruido, generalmente poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual". A pesar de todo, con su política de subvenciones trató de convertir en cipayos a los dirigentes de las asociaciones de otros catalanes, como trató de renombrarlos Francisco Candel. Y tuvo bastante éxito, si bien no logró que se olvidara del todo que el denominado cinturón rojo fuera motejado inicialmente como cinturón troglodita, origen de la inmoralidad creciente según una pastoral del arzobispo de Barcelona, Gregorio Mondrego, en 1950.

Habrá que esperar al domingo que viene para saber si el síndrome de Catalunya, como lo llamó Antonio Robles, resumiendo uno de sus libros en La Ilustración Liberal, se ha impuesto definitivamente y los castellanohablantes continúan o bien guardando silencio o bien comportándose como conversos que siguen coreando el falso y estúpido alarido de España nos roba. Lo que está cuantitativamente claro es que los independentistas, de alta cama o baja estofa, de derechas o de izquierdas, asalariados o empresarios, necesitan a los españoles que emigraron de otras regiones y a los inmigrantes extranjeros para quebrar España y saltar al vacío. Dada la inacción de los políticos españoles, unos por no incomodar a la derecha catalana, otros por seguir soñando con cinturones rojos y otros porque han sido cómplices de la operación, la suerte ya está echada. Como decía el gran Tip, qué jodío lunes, principio de un futuro temible.

Pedro de Tena

#377

Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

El Ministerio de Hacienda ha lanzado este miércoles un duro comunicado en el que arremete contra Artur Mas por decir que no pagará la deuda, y aprovecha para advertirle de que no hacerlo sólo le traerá problemas, ya que si se ha podido financiar hasta ahora ha sido gracias a su pertenencia a España. "Cataluña tiene una calificación crediticia de 'bono basura'. Si anuncia que no va a pagar la deuda, ¿quién la va a financiar?, ¿a qué precio?", se pregunta el departamento que dirige Cristóbal Montoro.
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Ante las declaraciones realizadas por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, sobre la posibilidad de que no pague la deuda que tiene contraída, Hacienda la decidido lanzar un comunicado en el que recuerda al dirigente catalán que este tipo de mensajes "no hacen más que volverse contra los intereses de Cataluña".
"No le perjudica financieramente al Estado, que tiene su acceso garantizado a los mercados", asegura el ministerio de Montoro, que indica a Mas que si no paga la deuda estará incumpliendo la legalidad vigente, algo "que no le conviene a los catalanes", ya que si se independizan "estarían viviendo en un país financieramente inviable y políticamente inestable, con graves consecuencias para su economía, para sus empresas y para el sostenimiento de sus políticas sociales, desde el pago de las pensiones al mantenimiento de los servicios públicos fundamentales".
Y en este punto el ministerio se muestra tajante: "Nadie que funda un Estado puede iniciar su proceso soberanista repudiando la deuda".
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CATALUÑA SE FINANCIA GRACIAS AL ESTADO
Cataluña ha conseguido financiarse, según dice Hacienda en la nota, "con bajos tipos de interés" y "pese a tener cerradas las puertas de los mercados". "El Estado sostiene financieramente a Cataluña desde el año 2012, de la misma manera que lo ha hecho con otras administraciones con problemas de liquidez a las que los mercados cerraron sus puertas o pretendían cobrar unos tipos de interés muy elevados, incluso inasumibles, por concederles préstamos", recuerda el ministerio.
Asimismo, el departamento que dirige Cristóbal Montoro recuerda que todo ello ha permitido a Cataluña tener "importantes ahorros en la factura de los intereses". En concreto, dice, "este año será de 1.597,91 millones de euros y la previsión para el año que viene es que ahorre otros 1.368,71 millones más".
"Entre 2012 y 2015 se ha facilitado liquidez a Cataluña por importe de casi 50.000 millones de euros (49.927,9 millones). En la actualidad, la deuda que Cataluña tiene contraída con el Estado es de 37.487 millones de euros, que es un 18,4% de su PIB regional y supone el 56,1% del total de su deuda, que asciende a 66.813 millones, el 32,8% de su PIB regional", ha dicho Hacienda.
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¿QUÉ PASARÁ SI CATALUÑA SE INDEPENDIZA?
Hacienda asegura que "es evidente que Cataluña se está financiando ahora en buenas condiciones porque forma parte de España, porque la mutualización que ha llevado a cabo el Tesoro español de la deuda de las Administraciones territoriales es su puente con los mercados, y el Estado español es su puente con la moneda única". Es por ello que "si Cataluña saliera de España, todos esos puentes se vendrían abajo y se le acabaría esa financiación que necesita".
Tal y como dice el ministerio, Cataluña y el resto de las comunidades autónomas se han beneficiado de la pertenencia a la zona euro, a través del Tesoro del Estado, que ha ofrecido carencias de principal y tipos de interés cero en todos los préstamos con el Estado. "¿Alguien está echando las cuentas?, ¿quiere ahora alguna comunidad renunciar al trato de preferencia que les ofrece el Tesoro del Estado?", se ha preguntado Hacienda.
"Cataluña tiene una calificación crediticia de 'bono basura'. Si anuncia que no va a pagar la deuda, ¿quién la va a financiar?, ¿a qué precio?", insiste el departamento de Montoro, que afirma que "si no hubiera sido por los préstamos concedidos por el Estado a través de los distintos Fondos puestos en marcha, la Generalitat no habría podido atender a los vencimientos de deuda que tiene contraídos de ejercicios anteriores".
Tampoco "habría podido financiar su déficit público, ni habría podido sostener la financiación de los servicios públicos en Cataluña, ni se habría podido garantizar el pago de las facturas a muchas pequeñas y medianas empresas, proveedoras de la administración catalana", concluye la nota.

Leer más: Hacienda y su dura advertencia a Artur Mas: 'Nadie financiará a Cataluña y su bono basura' - Bolsamanía.com http://www.bolsamania.com/noticias/economia/hacienda-y-su-dura-advertencia-a-artur-mas-nadie-financiara-a-cataluna-y-su-bono-basura--872277.html#QlS0WGJrS3nx4wcv

#378

Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

Moody's no ve la secesión, aunque el 27-S arroje mayoría independentista

La agencia de calificación aprecia "pocas probabilidades" de una secesión de Cataluña.

#379

Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

El nacionalismo catalán, fiel a su propia filosofía, estableció siempre un foso de separación: el hecho diferencial entre Cataluña y España. Desde ópticas esencialistas o lisa y llanamente racistas se llegó a establecer factores de diferenciación étnica entre catalanes y castellanos. Valentí Almirall, en su libro España tal como es (1896), consideraba que la Historia de España estaba marcada por el enfrentamiento de dos etnias diametralmente opuestas: "El grupo centro-meridional por la influencia de la sangre semita que debe a la invasión árabe, soñadora, generalizadora, aficionada al lujo, ampulosa, autoritaria, centralizadora, absorbente", y el grupo pirenaico, "procedente de razas primitivas, positivista, analítica y recia, nada formalista, basada en la libertad y en la confederación". Este último tiende a la descentralización, la variedad, la federación, la libertad individual y regional, y el otro a la concentración, la unificación, la preponderancia de su raza, el autoritarismo. Etnicismo e ideologíaLos semitas del centro y del sur frente a los no semitas del este. Al etnicismo se incorporaron ensayistas e ideólogos de pelaje diverso. Pompeu Gener, en su libro Herejías (1888), contraponía las provincias del norte y nordeste a las del centro y sur: "En estas últimas predomina demasiado el elemento semítico y, más aún, el presemítico o beréber con todas sus cualidades: la morosidad, mala administración, el desprecio del tiempo y de la vida, el caciquismo, la hipérbole en todo, la dureza y la falta de medios en la expresión, la adoración del verbo". En 1917, el veterinario y político Rossell i Vilar publicaba un folleto titulado Diferències entre catalans i castellans. Les mentalitats específiques, en el que, además de considerar el mestizaje como el gran peligro para el mantenimiento de las esencias catalanas, proclamaba la radical incompatibilidad de las razas catalana y castellana: "La discordia entre ambas razas es un fruto natural".

Corpus de Sangre, inicio de la Guerra dels Segadors. Antoni Estruch, 1907.
El etnicismo era insostenible entre los historiadores. Por eso, desde los años treinta del siglo XX se buscaron factores de diferenciación que no fueran tan flagrantemente racistas. El más clásico es el político: pactismo catalán versus absolutismo castellano. El pactismo es el eje del discurso constitucionalista catalán que parte del supuesto de que la monarquía en Cataluña no ejerció el absolutismo sino que pactó con Cataluña un régimen constitucional en el que las Cortes -expresión suprema del pacto- establecían las reglas del juego político en el que el poder era compartido por el rey y los súbditos representados en las propias Cortes. Desde luego, hay que recordar al respecto que nunca hubo un solo discurso pactista o constitucionalista.
En 1640, durante la revolución catalana, la confrontación no solo se dio entre absolutismo castellano y pactismo catalán, sino entre los diversos modelos de pactismo catalán
En 1640, durante la revolución catalana, la confrontación no solo se dio entre absolutismo castellano y pactismo catalán, sino entre los diversos modelos de pactismo catalán. Durante la Guerra de Sucesión, Francesc Grases representó una tercera vía entre absolutismo y constitucionalismo. La trastienda del pactismoEl régimen de las Cortes estaba en crisis flagrante. A lo largo del siglo XVII no llegó a culminar felizmente ninguna de las Cortes catalanas. Curiosamente, Carlos II, el neoforalista, no convocó Cortes en Cataluña; en cambio, el absolutista Felipe V sí que las reunió en 1701-1702. En realidad, detrás del pactismo lo que hay es un acuerdo social entre la nobleza y la burguesía catalana con el arbitraje de la monarquía y el pueblo como gran convidado de piedra. La valoración de la monarquía, desde Cataluña, ha estado más condicionada por los beneficios económicos que tal o cual reinado le podía reportar que por el constitucionalismo de tal o cual rey (por ejemplo, Carlos II fue considerado por Feliu de la Peña "el mejor rey que ha tenido España"). La trascendencia de las Cortes castellanas como plataforma de representación ciudadana y de ejercicio de derechos constitucionales ha sido subrayada por diversos historiadores en los últimos años.

Batalla de Rande, el 23 de octubre de 1702. En el estrecho de Rande se enfrentaron las escuadras anglo-holandesas e hispano-francesas.
El mito del régimen pactista como esencia del "gobierno perfecto" tan sublimado por la historiografía nacionalista tiene que asumir la realidad de corruptelas políticas y de representatividad escasa en un sistema político catalán con graves problemas de ingobernabilidad -bandolerismo, entre otras derivaciones- que difícilmente pueden soslayarse.Los dos grandes hitos de la historia nacional conflictiva han sido la revolución de 1640 y la Guerra de Sucesión, con su fecha simbólica, el 11 de septiembre de 1714, ambos con enorme cantidad de mitos incorporados. El estudio de la revolución catalana de 1640, con su héroe Pau Claris, presidente de la Generalitat y muerto precozmente en 1641, exige no pocas precisiones. Los segadores solo tuvieron protagonismo en el Corpus de Sangre (7 de junio de 1640). Su radicalismo social, por otra parte, nada tenía que ver con las demandas de la baja nobleza y la burguesía constitucionalista. Es más, en el Corpus de Sangre, aparte de la muerte del virrey, fueron asaltadas casas de diversos personajes que representaban el constitucionalismo catalán.División socialCataluña estuvo muy dividida socialmente ante la estrategia revolucionaria. La revolución condujo a una separación de la monarquía española que se prolongó de 1641 a 1652. Esta separación fue una experiencia nefasta para la sociedad catalana, tan nefasta que en 1700 apostaría por la opción contraria a Francia. Desde 1643 hay frecuentes testimonios de lamento por la vinculación a Francia, que fue una opción radical en un momento de máxima tensión con la monarquía de Felipe IV y Olivares. Nunca he creído que la dialéctica Castilla-Cataluña fuera un problema de identidades, ni es asumible la épica lucha de la nación catalana frente al Estado opresor. Entre los intelectuales orgánicos de la "monarquía de España" de los Reyes Católicos, con el discurso unitarista subyacente, no faltaron catalanes (los Margarit, Carbonell o Alfonsello). El año 1492 marcó de alguna manera la euforia máxima del proyecto nacional español de los Reyes Católicos. Pero la realidad es compleja y, tras la muerte de Isabel la Católica, se puso en evidencia la fragilidad del proyecto.

Carlos V en la Batalla de Mühlberg./ Tiziano. Museo del Prado.
La extrema delicadeza de la situación tras el matrimonio de Fernando el Católico con Germana de Foix, y aquel hijo que no llegó a prosperar, es fiel reflejo de la fragilidad de aquella unión. La problemática de la articulación nacional española se refleja en el reinado de Carlos V. Las advertencias de Palamós en 1545 a su hijo Felipe son bien indicativas de la sensibilidad que, a juicio del emperador, merecía Cataluña: "Os aviso de que en el gobierno de Cataluña seáis más sobre aviso porque más presto podríais errar en esta gobernación que en la de Castilla, así por ser los fueros y constituciones tales, como porque sus pasiones no son menores que las de otros y ósanlas mostrar más y tienen más disculpas y hay menos maneras de poderlas averiguar y castigar".En definitiva, la sensibilidad hacia Cataluña como problema estuvo bien presente en la monarquía desde mediados del siglo XVI. Una sensibilidad que se dejará notar en las trayectorias de la opinión respecto a castellanos y viceversa.Halagos castellanosLas opiniones de los castellanos sobre los catalanes se dejan sentir antes del reinado de los Reyes Católicos en las referencias contra el príncipe de Viana, de marcado signo anticatalanista. En el siglo XVI no faltan los halagos castellanos a los catalanes glosando la capacidad de prevención del futuro, su amabilidad con los foráneos o su religiosidad. En contraste, en el siglo XVII Quevedo embiste contra el carácter catalán -"ladrón de tres manos", "hipócritas", "no hablan con una misma lengua sus canciones y su labia", "aborto monstruoso de la política", "caos de fueros"... y otras lindezas-. Después de la Guerra de los Segadores, hay signos patentes de voluntad de reconciliación, con un victimismo común que mete en el mismo saco a castellanos, andaluces o catalanes.Durante la Guerra de Sucesión, la hostilidad castellana contra los catalanes alcanzará su clímax, sobre todo después de 1707, cuando se sabe quién va a ganar la guerra: "De las quexas de los catalanes y de sus vezinos no hay que hacer caso, porque estos han estado siempre cual con su camisa... son las moscas que con su continuada molestia consiguen alterar los ánimos por más que juren de pacientes". En la comedia Quien bien tiene y cuál escoge se escribe: "No te fíes / ay un común refrancillo / que dice que el catalán (así se dice y se ha dicho) / la fará si no la ha fecho / y sepa usted que este vicio / les ha quedado de una parte / que lo tienen de niños / no te fíes". Después de 1714, Patiño fustigará con acritud la conducta catalana -"prontos en la cólera", "rijosos y vengativos", "siempre se debe rezelar dellos", "apasionados a su patria con tal exceso que les hace trastornar el uso de la razón", "genio laborioso e infatigable a impulsos de la apetecida conveniencia"-.
"Poseían los catalanes el mayor bien y persuadidos de sus discursos, soñándose más felices de lo que estaban, quisieron perder lo seguro por lo incierto"
En una anónima crónica municipal de la Guerra de Sucesión se compara la situación de los catalanes después de 1714 con la fábula de "aquel perro que llevando en la boca una presa de carne, al pasar un riachuelo vio era mayor la que el agua representaba y codicioso soltó la que tenía en la boca segura para assir la que miraba incierta dentro del arroyo, quedando burlado, pues quedó sin una ni otra. Poseían los catalanes el mayor bien y persuadidos de sus discursos, soñándose más felices de lo que estaban, quisieron perder lo seguro por lo incierto". Pero, en cambio, desde mediados del siglo XVIII no faltan los halagos a Cataluña desde Castilla que sirvieron para fabricar el atributo del seny frente a la vieja belicosidad de la rauxa de los siglos XVI y XVII. El seny catalán, aunque ya había sido destacado por Pere Gil o Esteve de Corbera, fue asumido por los castellanos en el siglo XVIII. Uno de sus promotores fue el periodista Nipho, que subrayaba aquello tan halagador para los sensibles oídos del cofoisme catalán: "Si en España fueran todos catalanes para la acción, serían todos agentes provechosos de la riqueza y aumento del Estado". Monopolio de españolidadLas opiniones de los catalanes sobre los castellanos fueron simétricas a las de estos sobre aquellos. A mediados del siglo XVI, el tortosino Cristofor Despuig lanzaba una serie de críticas a los castellanos respecto al pretendido monopolio de la españolidad de los mismos: "Questos castellans s'en beven tot... tenen altra cosa pitjor y és que volen ser absoluts y tenen las coses pròpies en tant y los estrangers en tan poch que par que són ells vinguts del cel i que lo resto dels homes és lo que és eixit de la terra".La hostilidad catalana contra los castellanos se acentuará en los años ochenta del siglo XVI. Ahí están como testimonio las famosas cartas de fray Andrés de San Román a Simón Ruiz, comentándole las peripecias de los frailes vallisoletanos desembarcados en Montserrat: "Había gran discusión en nuestra casa de Montserrat de los religiosos catalanes con los castellanos, cómo sienten el calor desta tierra y todo es por ambición". O, en la misma época, los inquisidores castellanos en Cataluña decían: "Es trabajo y no pequeño contratar con catalanes que, en verdad, que nunca lo pensara hasta que lo he probado". Por la misma época, el aragonés Zurita lanzaba similares denuestos contra el castellano Alonso de Santa Cruz.

Asedio de la ciudad de Barcelona por las tropas de Juan José de Austria./Pandolfo Reschi. Galleria Corsini
La hostilidad catalana contra los castellanos alcanza su punto culminante en 1640. Abundarán los folletos durante la Guerra de los Segadores, donde los catalanes reprochan a los castellanos la hipocresía -"engañar con una mano, sacudir con la otra", "ofrecer paz y amistad y venir con el ejército"-, la altivez, la soberbia, la antipatía hacia los catalanes -"por verles hijos de un país libre y poblado y ellos en un país desierto y pechado"-, la envidia y la prepotencia. De la hostilidad a los castellanos en este contexto son fiel reflejo las quejas del padre Jerónimo de San José a Miguel Bautista de Lanuza: "Señor mío, las desgracias presentes grandes y continuadas no nos dan lugar para escribir sino para llorar y gemir de Dios. Todos los que hablamos castellano corremos peligro, aunque seamos religiosos...".Años de reconciliaciónDespués de 1640, asistimos a un período de relativa reconciliación, en el que se intenta reforzar la imagen de desencanto en la experiencia de unión de Cataluña con Francia y de dulcificación de la imagen de Castilla. En la Guerra de Sucesión, las opiniones catalanas contra los castellanos se radicalizarán siempre dentro de un tono paternalista y una cierta conciencia de superioridad basada en su constitucionalidad frente al absolutismo castellano, pero no faltan muestras de la continuidad del rechazo. Un proborbónico tan significado como Prats i Mata le escribía a otro proborbónico: "Se han posats molt ufans los castellans, inferint que tot se posava segons las lleys de Castella, de que los nostres catalans estan acollonits". Habrá que esperar a la segunda mitad del siglo XVIII para volver a constatar signos de aproximación de los catalanes a Castilla. Opiniones, pues, fluctuantes. Opiniones dictaminadas por la evolución de la correlación de fuerzas respectivas de unos y otros respecto al poder. Nada que ver con el fatalismo del conflicto identitario en el que tantas veces se han enmarcado las relaciones de castellanos y catalanes.

#380

Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

La revista británica considera que una declaración catalana de independencia daría lugar a "una confrontación dramática" que no beneficiaría a ninguna de las partes y dificultaría su recuperación económica.

La revista británica 'The Economist' analiza en su último número las próximas elecciones autonómicas en Cataluña y advierte que ni España ni la Unión Europea están preparadas para afrontar una declaración de independencia si gana la lista encabezada por Artur Mas.

En un artículo titulado 'Romper es difícil' ('Breaking up is hard to do'), la publicación recoge la amenaza de 'Junts pel Sí' de hacer una declaración de independencia si consigue la mayoría en los comicios de este domingo, lo que daría lugar a una "confrontación dramática para la que ni España ni la Unión Europea están preparadas".

Aunque apunta que las negociaciones "podría prevenir esta confrontación", asevera que los "separatistas no aceptarían algo que no sea la celebración de un referéndum", y señala que el Gobierno de Madrid ya se ha opuesto a esta posibilidad. La revista alerta también de que una victoria de la coalición liderada por Mas supondría crear "aún más incertidumbre" y pondría en peligro la recuperación económica.

"Esta situación no ayudaría ni a España ni a Cataluña en su intento por mantener el impulso de recuperación económica tras una larga recesión", concluye la publicación británica.

#381

Re: En Cataluña solo habra la opción de la independecia...... (casi)

¿Es posible la independencia de Cataluña?Que la declaración de independencia de una nación sea ilegal no es un obstáculo insalvable para que, si la situación de desconexión de facto se prolonga, acabe provocando consecuencias políticas y jurídicas e incluso el reconocimiento internacional.
¿Es factible que Cataluña llegue a independizarse?
Es posible en abstracto, pero no sería sencillo materializar la secesión efectiva. Y obviamente, sería ilegal. La Constitución -como todas las del mundo, con dos exóticas excepciones- proclama la «indisoluble unidad de la Nación española» y el derecho internacional sólo contempla la autodeterminación para colonias o en casos de violaciones de los derechos humanos y las minorías nacionales, presupuestos que desde luego no concurren en Cataluña. Ahora bien, como recuerda la catedrática Araceli Mangas, «el nacimiento de un Estado es una cuestión de hecho y puede proclamarse de facto y acabar teniendo consecuencias políticas y jurídicas relevantes». La práctica totalidad de las independencias consolidadas en Europa en el último medio siglo eran ilegales conforme a la Constitución interna. Excepciones son la separación de Eslovaquia o la de Montenegro.
¿Qué tendría qué suceder para que pudiera independizarse de facto?
La independencia se produciría en el momento en el que el ordenamiento español, empezando por la Constitución, dejase de aplicarse en la práctica sin que el Estado pudiera hacer valer su autoridad. Esto es: cuando el nuevo poder se haya impuesto al anterior por la vía de los hechos. Esto nos remitiría a una insurrección generalizada, en la que los funcionarios de la Generalitat -que ya tiene todo tipo de estructuras institucionales que le permitirían actuar como Estado desde el primer minuto- se nieguen a aquietarse frente a las órdenes de la autoridad estatal. Esa situación de desobediencia civil no es fácil que suceda. Además, como señala el catedrático Carlos Jiménez Piernas, «si la independencia se ha declarado tras una violación flagrante del derecho interno, el derecho internacional autoriza a que se restituya también por la vía de los hechos; es decir, a través del recurso a la fuerza. Y ahí el Estado siempre gana».
¿A partir de qué momento tendría consecuencias jurídicas?
El derecho internacional no especifica cuál es la hora cero de la secesión. «Los efectos de cualquier declaración de independencia dependen de que ésta se consolide o no, lo que remite, de un lado, a la reacción interna que se produjera y, de otro, a la respuesta de los demás Estados», explica la catedrática Paz Andrés. Es decir que, primero, la situación de rebeldía tendría que ser aceptada por la ciudadanía durante un tiempo más o menos prolongado en el que se fuese desarrollando la desconexión respecto al ordenamiento español. La independencia sería plena en cuanto la nueva autoridad tuviese control total de su territorio (lo que pasaría por que España cediese las fronteras exteriores y el Ejército abandonara sus posiciones) y de su población, así como capacidad de autogobierno y autonomía para las relaciones internacionales. En este escenario extremo, dificilísimo de alcanzar por todas las respuestas que se exponen en esta doble página, las naciones acabarían por reconocer al nuevo Estado para evitar dejar desprotegidos sus intereses en Cataluña.
¿Existe algún precedente equiparable?
No, y ésa es una de las circunstancias que más dificultaría la consolidación de la independencia, para la que el reconocimiento internacional es determinante. Ni la desmembración de la URSS ni la de Yugoslavia son equiparables a lo que representaría para el mundo la escisión de un territorio próspero y en paz en el seno de la Unión Europea. Los informes del Govern manejan como modelo la independencia de Kosovo, que se encontraba bajo administración de Naciones Unidas y con sus fronteras protegidas por la OTAN cuando declaró la secesión en 2008. Pero la Corte Internacional de Justicia emitió para ese caso una opinión consultiva que dice lo que el nacionalismo catalán quiere escuchar: «No cabe inferir ninguna prohibición general de las declaraciones unilaterales de independencia».
¿Con qué armas cuenta el Estado para defenderse?
La reciente reforma del Tribunal Constitucional le faculta para anular una declaración de independencia y sancionar y suspender a las autoridades que desoigan su resolución, incluido el president. Si el movimiento insumiso persiste, el siguiente paso sería la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que situaría al Ejecutivo autonómico en situación de sumisión jerárquica frente al Gobierno del Estado. La última ratio es el estado de sitio y la ocupación por la fuerza pública y el Ejército.
¿Qué mayorías legitimarían una declaración de independencia?
La referencia mundial es la sentencia del Supremo de Canadá para Quebec, que exige para iniciar una negociación una mayoría amplia de votos (el consenso es más del 60%, pero en Montenegro bastó el 55%) en un referéndum con una pregunta pactada que sea clara. Ningún país civilizado va a aceptar el fraude que representan unas elecciones plebiscitarias, aunque es innegable que una victoria contundente del secesionismo tendría un fuerte efecto.
¿Podría seguir en la UE una vez desgajada de España?El meollo de la cuestión que el independentismo niega: una Cataluña desgajada de España quedaría al margen de la Unión Europea de manera inmediata. Los expertos en Derecho Constitucional, Derecho Internacional Público y Derecho Comunitario consultados afirman, sin género de dudas, que así sería.
¿Existe alguna posibilidad de permanencia, como afirma la candidatura de Junts pel Sí?
La respuesta es no. Para Diego López Garrido, catedrático de Derecho Constitucional, ex secretario de Estado para la UE y miembro de la convención que redactó el texto constitucional origen del Tratado de Lisboa, la salida automática «es de cajón; no es una cuestión opinable y mantener lo contrario es una barbaridad». Para Francisco Aldecoa, catedrático de Relaciones Internacionales y referente académico para el estudio del proceso de construcción europea, la cuestión planteada tampoco suscita ninguna duda: «Saldrían inmediatamente de la Unión Europea». Con el derecho comunitario e internacional en la mano, advierte, «esto es lo objetivo y todo lo demás es hablar por hablar». La catedrática de Derecho Internacional Público Araceli Mangas mantiene la misma posición. Los tratados sólo se aplican en el territorio de sus Estados miembros y estos, como apunta López Garrido, están enumerados en el propio texto de los tratados. No cabe pensar por tanto que Cataluña seguiría bajo el paraguas comunitario en ningún caso. Ni tampoco que «reingresaría» rápidamente, porque Cataluña nunca ha sido un miembro de la Unión Europea.
¿Permanecería en otras organizaciones internacionales?
También aquí hay coincidencia. Cataluña, al margen de España, dejaría de pertenecer a la OTAN, a la ONU, al FMI y al G-20. «Cataluña no es miembro de ninguna organización internacional; forma parte de ellas y se beneficia en su condición de parte integrante del Estado español», apunta López Garrido.
¿Una Cataluña independiente sería un Estado?
También aquí hay coincidencia. Toparía con enormes dificultades para ser reconocida, especialmente si la ruptura con España se produce violentando la legalidad constitucional y el derecho europeo. El Tratado de la Unión, en su artículo 4 -recuerda López Garrido-, recoge expresamente el principio de integridad territorial.
¿Podría ingresar en la Unión Europea a corto plazo?
La respuesta es no. «Si te vas de una comunidad destrozando puertas y ventanas (contraviniendo la Constitución española y el derecho comunitario), es bien difícil regresar a ella», añade gráficamente López Garrido. En este sentido, Aldecoa añade: «Aun en el hipotético caso de que consiguieran el reconocimiento como Estado por parte de todos y cada uno de los países de la Unión Europea, tendrían que iniciar un proceso de adhesión que sería largo y, finalmente, su ingreso debería contar con el voto unánime de todos los socios. Las cosas son así».
¿Perdería los derechos, las ayudas y la posibilidad de libre circulación de bienes y personas?
Otro punto sobre el que los catedráticos consultados no albergan dudas. Los ciudadanos de una Cataluña independiente saldrían del espacio Schengen. Asimismo, dejarían de percibir los fondos de cohesión -«eso causaría estragos», avisa López Garrido, porque sólo para el periodo 2014-2020 a Cataluña se le reservan más de 1.450 millones de euros-; no formarían parte del sistema arancelario común, lo que encarecería mucho su comercio exterior; dejarían de contar con la protección del Banco Central Europeo -aun cuando optaran por seguir utilizando el euro-, y ello implicaría el derrumbe de la credibilidad de su sistema financiero y su prima de riesgo se dispararía. «No tendrían», añaden los expertos consultados, «posibilidades de financiación exterior».
¿Perderían los catalanes su nacionalidad española?Rajoy se escabulle, Margallo afirma tajante que no y Junqueras que sí. Las cosas no son tan sencillas. Cierto es que la Constitución, en su artículo 11, afirma que ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad pero, como apuntan los expertos, en el espíritu de los constituyentes nunca entró la hipótesis de una secesión. Ése es un escenario que introduce matices en la respuesta. La opinión general es la de que, en principio, no perderían la nacionalidad española, aunque si residen en el nuevo Estado la legislación que se les aplicaría a todos los efectos no sería la de España -que en un 80% coincide con la comunitaria-, sino la que imperara en Cataluña.
¿Qué deberían hacer los que desearan mantener la nacionalidad?
Aunque es de suponer que tras una declaración de independencia el Gobierno catalán instaría a los ciudadanos a adquirir la nacionalidad catalana, ésta no existiría hasta que Cataluña fuera un Estado reconocido internacionalmente. Sea como fuere, todos ellos podrían, aun cuando se nacionalizasen catalanes, ratificar en el plazo de tres años su deseo de conservar la nacionalidad española, como estipula el Código Civil. Según el catedrático López Garrido, las cosas serían así salvo que el Estado español optara por modificar en este punto la Carta Magna y el Código Civil, algo muy improbable.
¿Si mantienen la nacionalidad española, conservan también la ciudadanía europea?
Según los expertos, en la medida en que siguen siendo españoles, también son ciudadanos europeos, aunque ello les sirva de poco porque, como avisa López Garrido, el artículo 51 de la Carta de Derechos de la UE aclara que el ámbito de aplicación de los mismos es el territorio de los Estados miembros y, además, estos derechos se ejercen en relación con las decisiones de Bruselas o las de un país socio de la Unión, de manera que serían inútiles en el ámbito de una Cataluña fuera de la UE. Tanto López Garrido como Francisco Aldecoa mantienen que los derechos inherentes a ser nacional español en su caso «se esfumarían».
¿Sería una solución optar por la doble nacionalidad?
En opinión de Aldecoa, este debate cae en la «contradicción absoluta y no tiene ni pies ni cabeza». Si quieren crear un Estado propio es porque no quieren seguir siendo españoles, argumenta, y no cabe imaginar que pretendieran conservar la nacionalidad. Es una «paradoja sin precedentes», recalca, «formar un Estado aparte pero pedir seguir siendo nacionales de aquel que abandonan». En todo caso, los catalanes no independentistas sí podrían desear mantener la nacionalidad española al tiempo que la nueva catalana, pero sabiendo que la legislación que se les aplicaría a todos los efectos es la del territorio de residencia. En la actualidad, España sólo tiene convenio de doble nacionalidad con los países iberoamericanos, Portugal, Guinea Ecuatorial, Filipinas y Andorra.
¿Seguiría Cataluña pagando en euros?La independencia unilateral implicaría para Cataluña la salida de la eurozona y para sus entidades financieras significaría la imposibilidad de acceder al crédito del BCE.
En caso de independencia, ¿podría seguir Cataluña utilizando el euro?
En caso de declaración unilateral de independencia, es decir, una ruptura no negociada, Cataluña quedaría fuera de la Unión Europea y también de la eurozona. Aun así, nada impide que un país adopte como moneda propia el euro, pero lo podría hacer solamente de forma pasiva, como moneda de curso. Una Cataluña independiente fuera de la UE no tendría capacidad de decisión sobre la política monetaria ni fiscal de su propia moneda porque no participaría en el Eurogrupo ni en el Banco Central Europeo.
¿Hay precedentes de un uso del euro de ese tipo?
Existen dos grupos dentro de los países que, sin formar parte de la zona euro, utilizan la moneda única. Por un lado se encuentran Estados como Mónaco, El Vaticano, San Marino y Andorra, que tienen un acuerdo monetario con la Unión Europea. «Estos territorios no forman parte de la eurozona, pero tienen derecho a adoptar el euro como moneda oficial y acuñar monedas de curso legal en la eurozona», explica un técnico del BCE. Otro bloque de países que utilizan la moneda única sin estar dentro de la zona euro son Kosovo y Montenegro. Ambos países decidieron unilateralmente adoptar la divisa comunitaria cuando se introdujo en 2002 (antes utilizaban el marco alemán). «Estos territorios usan de facto la moneda única pero no son parte de la eurozona, lo que significa que tienen que comprar los billetes y monedas a través de bancos comerciales y tampoco tienen representación en el BCE, el Eurogrupo o el MEDE», aclaran las mismas fuentes.
¿Tendría la banca catalana acceso al BCE?
Los analistas alertan de que las entidades bancarias con sede en Cataluña no tendrían acceso directo al crédito del Banco Central Europeo porque dejarían de pertenecer a un país de la zona euro. Otro problema adicional es que «los activos financieros emitidos en Cataluña (incluida la deuda del nuevo Estado) no podrían ser utilizados como colateral de las operaciones de crédito del BCE». Para evitar estos perjuicios, Cataluña debería, como mínimo, alcanzar un acuerdo con Bruselas para gozar de un estatus similar al de Andorra o Mónaco. Para ello, requeriría la mayoría absoluta del Consejo Europeo.
¿Aceptaría el Consejo Europeo conceder ese estatus?
Legalmente no podría. El apartado 2 del artículo 4º del Tratado de la UE le obliga a respetar que cada Estado miembro es el único con competencia para decidir sobre «las estructuras fundamentales políticas y constitucionales de estos, también en lo referente a la autonomía local y regional». La misma disposición añade que la UE «respetará las funciones esenciales del Estado, en particular las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial». Si la independencia de Cataluña es autoproclamada, no será posible.
¿Pensiones catalanas?: en manos de EspañaUno de cada cuatro habitantes de Cataluña es pensionista de la Seguridad Social. Mas ha dicho que con la independencia las pensiones estarían garantizadas y serían mayores, pero el Govern ha hecho trampas en sus cálculos. Sólo si el Estado acepta romper la caja única sería posible un sistema de pensiones catalán.
¿Cuántos pensionistas cobran de la Seguridad Social?
Casi 1,7 millones de ciudadanos residentes en Cataluña tienen una pensión, es decir, uno de cada cinco pensionistas españoles. Su coste es de más de 21.000 millones anuales, pero los ingresos por cotizaciones sólo alcanzan los 17.000. Por tanto, es deficitario. El Govern ha elaborado un informe que sólo abarca los datos de 1995 a 2010, es decir, omite los peores años de la crisis para sentenciar que sus cifras son comparativamente mejores que las del sistema nacional. Además, Cataluña recibe otras prestaciones sociales del Estado: subsidios de maternidad (305 millones), paternidad (40 millones), prestaciones familiares (232 millones) y complemento a mínimos (294 millones), y tiene 58.000 pensionistas no contributivos.
¿Seguirían cobrando?
Se produciría una situación de limbo jurídico y dependería de si el Estado negocia o no la secesión. La Generalitat recoge en su informe sobre La transición Nacional de Cataluña que, con un proceso pactado, no habría problemas, e incluso señala que el Estado debería trasladarle parte del Fondo de Reserva porque «se dotó con superávits» de cotizaciones catalanas. Considera que todas esas pensiones se han generado íntegramente en esa región y que los cotizantes y las empresas son de allí. En todo caso, los pensionistas actuales (para los futuros habría otro sistema, quizá con prestaciones más bajas) ya han causado derecho y tendrían que cobrar. Pero, ¿y si se retrasa el acuerdo? ¿Y si no lo hay? ¿Son ciudadanos europeos con convenio? Les sería más fácil cobrar a quienes mantuvieran la nacionalidad española.
¿Quién tiene la información?
La laboral y de las pensiones la tiene el Estado. Sin esta información no es posible una Seguridad Social catalana. Además, ¿de qué arca, española o catalana, cobrarían los pensionistas si las empresas tuvieran que decidir a qué caja contribuir?

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