Quizá lo único que nos pase es que notamos quién escribe con el corazón y quién no, quién expresa con palabras sus vivencias y quiénes entran y escriben por escribir, como si de una obligación se tratase, como para cubrir un expediente o alcanzar una meta propuesta desde un primer momento. Al final se distinguen entre palabras que antes o después se las lleva el viento o palabras que perduran en el tiempo, que difícilmente se cambian por el autor, porque la verdad tiene un solo camino, aunque las interpretaciones sean de lo más variadas y pintorescas.
Al plasmar tus experiencias, casi sin darnos cuenta, compartimos vida y estamos aquí y ahora para eso. Todo lo demás es frívola palabrería. Me recuerda a un programa de televisión de hace infinitos años que se llamaba bla bla bla. ¡La de horas que llenaban sin decir nada! Supongo que será como el tan criticado Sálvame actual. (No lo sé porque solo lo vi 5 minutos y tuve que apagar el televisor y devolverlo a su habitación oscura, apagado, desenchufado, empolvándose...)
Entiendo tu paso. Tiene que ser durísimo verse en esa situación. Nunca se puede imaginar cómo lo afrontaría cada cuál hasta que te ves en ello. Fuíste muy valiente y entiendo que te negaras a firmar ese documento. También es cierto que, una vez pasado el trance, poder seguir disfrutando de cada minuto de vida, tiene que constituir un enorme placer, algo indescriptible con palabras. La carita de tu hija te dará fuerza para seguir, pensar que ahora la puedes ver, acariciar, besar y Dios quiera que por muchos, muchos años...
Estas experiencias suelen cambiar la vida, la manera de pensar, de reflexionar. Te marcan con una huella indeleble. Se aprende a dar valor a lo que lo tiene, en la medida en que lo tiene, a espurgar la paja y encontrar el fondo, la materia, la verdad. Ahora comprendo por qué he sentido una especial afinidad contigo, desde el minuto uno que entraste en Lisboa.
A tu frase "El sufrimiento ajeno puede incluso quitarme el sueño. Lo siento como propio." Decirte que a mi no me suena raro. Es más, me siento identificada con ella. En ocasiones es difícil de explicar, sobre todo en foros como éste, dónde no nos conocemos y muchos entran a no conocer, porque nada o muy poco les importa de lo que leen. De ahí que me he puesto una coraza y ya no soy la que era -en la vida virtual, se sobreentiende-, porque ya no quiero abrirme como lo hacía antes.
Puedo escribir, relatar anécdotas, pero ya no entro como antes al detalle. Me han enseñado que todo puede ser utilizado en tu contra, incluso las frases más sencillas. De ahí que no siga en la línea de la Karlicones "original" y cada vez me cueste más contar mi vida "en verso", ;-) (Por ahí fuera, encima, tienen la desfachatez de llamarme "loro". Infelices).
Sin embargo, agradezco que personas diez, como tú, abráis el corazón y compartáis esas duras vivencias, porque sin lugar a dudas, ayudan a quienes las leemos, por ejemplo, a sobrellevar nuestra pequeña carga, esa cruz que antes o después tenemos que llevar todos. Como dijimos en una ocasión, unos mucho más tarde que otros, ventaja que se llevan, aunque siga pensando que la madurez que aporta el sufrimiento y el valor extrínseco del mismo, hacen que, a la larga sean positivos para nuestro desarrollo como personas. Ya sé que esta aseveración choca de frente con la mentalidad hedonista que ha invadido nuestra sociedad las últimas décadas, pero poco me importa su falsa Bioética materialista y caduca. Mi manera de pensar ha cambiado, gracias a los sufrimientos vividos, llevados como pude en su momento, superados por la fuerza que de pronto sientes y apenas vislumbras ni su origen... Ya dicen que "Dios aprieta pero no ahoga".
Comprendo que después no quisieras ni oír hablar del tema. Si yo te contara cómo escapaba yo de la palabra "cáncer". Te confieso que me daba miedo hasta pronunciarla. Pero no podemos, ni debemos, dejarnos invadir por el miedo. Escondernos no nos va a solucionar ningún problema. Enfrentarnos a él, sin embargo, nos hace madurar, nos hace mejores, nos "limpia" por dentro de pensamientos negativos y nos hace ver lo bonito de la vida, otra vez, con energías renovadas, pero no a tontas y a locas, sino con la consciencia de saber que ahora, a partir de YA es nuestro momento y el de nuestros seres queridos, próximos, amigos, conocidos... ¡Hoy!
Cierto es que no valoramos la salud como deberíamos, ni agradecemos los buenos momentos, viviéndolos con ilusión, esperanza, alegría, felicidad, compañerismo, generosidad e inteligencia. Somos humanos, a veces más humanoides que humanos y como errar es humano, caemos una y otra vez en la más elemental -por pueril- aceptación de que estar bien es lo "normal" y no lo apreciamos lo suficiente.
¡Ay de nosotros cuando se evapora lo "normal" y llegan los tiempos de vacas flacas! ¡Con qué anhelo tan intenso rogamos que vuelvan los tiempos pasados... ¡Qué poco pensamos en quienes lo están pasando mal, casi desde que nacen, o sin el casi! (Y como se nos llena la boca con la palabra solidaridad y caridad cristina, cuando ambas distan años luz de nuestro comportamiento diario).
Pues si, compañero, los que hemos sufrido en carnes propias o muy allegadas los terribles avatares de la vida, empatizamos con el dolor ajeno más. Me resulta una evidencia. Y los otros lo denotan una y otra vez con su comportamiento... "The others", ;-) Tiene suerte, mucha suerte y ni se percatan...
Quien da un diagnóstico definitivo contando chistes malos y comiéndose un plátano, se aproxima más al primate que al homo sapiens.
Considero, al igual que tú, que la vida nos pone a prueba, quizá no solo a veces, sino cada día, y está en nosotros aceptar el reto con valentía o intentar pasar página lo antes posible, a ver si esta vez no me pillan a mi. Cada jornada tenemos 24 horas para demostrar por qué estamos aquí, para qué, quiénes somos y qué pretendemos con nuestra existencia, si tenemos o no el firme propósito de hacer algo bueno por nuestro prójimo o sencillamente, dejamos pasar las hojas del calendario, que NO pueden volver hacia atrás como en la canción de La Oreja de Van Gogh, preciosa letra, sea dicho de paso.
Es aquí y ahora. O estamos dispuestos a cambiar el mundo aportando nuestros pequeños granitos de arena, arrimando el hombro, acompañando a quien lo necesita, con dinero, alimentos, juguetes, ropa, medicamentos, con una sonrisa... ¡Como sea! O solo estamos puestos aquí a modo decorativo, para ir poco a poco, envejeciendo y "decorando menos"...
Esta lección me la dieron mis padres: La belleza es pasajera, pero solo la belleza externa. La interior puede ser cada vez más bella y según pasan los años, mejorar más y más, hasta hacernos de verdad, a Su imagen y semejanza.
Y quien no crea en Dios, también lo tiene fácil -aunque yo piense que es bastante más difícil, pero bueno, son cosas mías-. Tenemos un ejemplo a seguir, está en nosotros seguir, proseguir o tirar la toalla cuando vienen mal dadas.
Sí, tienes mucha suerte de tener a tus padres. Intenta seguir aprendiendo de ellos. ¡Lo que daría yo por tener a mi madre un ratito conmigo y charlar con ella como hacíamos antaño! ¡Cuantísimas veces desde entonces la he echado de menos! ¡Cuántas veces me ha vuelto a hacer falta su consejo, su palabra de ánimo, de reprimenda, de amor! Aprovecha cada minuto que puedas junto a ellos. Son la experiencia, tu raíz, la fuente de un amor inigualable. Tú que eres padre, ahora lo sabes. Como ama un padre (una madre) no ama nadie. Dales un abrazo, un beso, acompañales... (Sé que lo haces, estaba pensando en lo que daría yo por poder hacerlo de nuevo, con ambos).
A tu último párrafo solo voy a contestar con una palabra -emocionada-: ¡¡Gracias!! Tu generosidad te describe. ¡Eres una bellísima persona! Gracias de verdad.
Un abrazo muy fuerte y agradecido.
¡Sed felices!